viernes, 5 de enero de 2007

Pen conoce a Rose


Se prueba a partir de las proposiciones siguientes que el alma no muere nunca y es inmaterial:

La vida es o no es automovimiento.

Si es automovimiento, se concentra en un punto inextenso que mueve el cuerpo.

Si no es automovimiento, está dispersa en infinidad de partículas, cuyo movimiento produce, en suma, el de todo el cuerpo.

En el primer caso la vida sería algo cualitativo. En el segundo integraría sólo un grado de la cantidad.

Si la vida es cantidad, sólo puede ser cantidad de materia extensa. Y dado que hay materia en todas partes, no puede desaparecer de golpe (salvo que la vida sea cierta especie de materia, cosa que no se ha demostrado). Por la misma razón, tampoco tiene comienzo.

Luego, aceptando la anterior premisa, toda vida es eterna o se da simultáneamente con la existencia de la materia.

La teoría de la abiogénesis que propone cierto evolucionismo sería, pues, un absurdo: no es que la vida surja de lo no vivo, sino que lo no vivo es, en realidad, otra forma de vida.

Es decir, la muerte no es más que una metamorfosis de la vida.

Ahora bien, si la vida no es cantidad, sino cualidad, no resulta susceptible de agregarse o disminuirse por grados. Sólo se adquiere o se pierde absolutamente.

Si se adquiere absolutamente, no depende de procesos de composición como los que se dan en la materia.

Si no depende de dichos procesos materiales, es inmaterial. Y si depende de ellos, es inmortal.

Pero si es inmaterial, es inmortal.

Y si es material e inmortal, siendo la materia caduca, hay algo en ella que no es materia.

Ergo la vida, cuya razón formal es el alma o automovimiento, es inmortal e inmaterial. Que es lo que había que demostrar

* * *

Insisto, a salto de mata:

Nada es igual a otra cosa, pues de lo contrario serían lo mismo.

Pero si no hubiera un sujeto al que imputarle el cambio, nada cambiaría. Tendríamos sólo predicados contradictorios, o pseudopredicados.

Ergo, si todo cambia, nada cambia.

¿Qué no cambia? La razón del cambio.

La razón une el pasado con el futuro.

La razón es el mínimo común denominador del futuro y el pasado.

La razón es la sustancia (lo que permanece en el tiempo).

La sustancia es la razón (la causa final de un proceso).

Toda sustancia es, en este estricto sentido, racional.

Todo lo racional es "a priori".

La sustancia es "a priori".

Luego no depende realmente ni de la experiencia ni de la composición material.

* * *

He hallado en otra parte un contraejemplo de Penrose a mi tesis, el cual procede de "La mente nueva del emperador". Discutía con cierta persona que argumentaba que con una incisión en el "corpus callosus" sí podemos tener dos consciencias simultáneas en un solo cuerpo aparente. Pero mis objeciones siguen intactas. Lo que ocurre en el hemisferio derecho, parcialmente desvinculado del izquierdo, son procesos inconscientes, que no aconscientes, de un mismo sujeto. No hay ni media consciencia ni doble consciencia en ningún caso, por lo que equipararlo a una suerte de bicefalia es una falacia.

Este pasaje de la obra citada es especialmente ridículo, por inverosímil:

Evidentemente ambos hemisferios eran conscientes. Además, parecían ser conscientes por separado, ya que tenían diferentes gustos y deseos. Por ejemplo, el hemisferio izquierdo describía que su deseo era ser un dibujante y el derecho, ¡un piloto de carreras!.


Y además se contradice con el párrafo siguiente, donde Penrose afirma (correctamente) que puede haber consciencia sin lenguaje. ¿Cómo va a describir algo el hemisferio derecho si carece de lenguaje? Y, por cierto, ¿cabría alguna comunicación, verbal o gestual, entre los dos "sujetos" como si se tratase de siameses?

Todo esto es, pues, un absurdo, como el propio autor reconoce:


¿Cuál de las conciencias de PS "es" el PS de antes de la operación? Sin duda muchos filósofos desdeñarían la pregunta como carente de significado. Pero no parece haber modo operacional de decidir la cuestión.


Atentos, amigos, porque Penrose acaba de descubrir la semiidentidad.

2 comentarios:

Fernando G. Toledo dijo...

"La vida es o no es automovimiento."

La primera premisa es fallida y desarma completamente el argumento, conviertiendo el artículo en un absurdo vergonzoso. Si algo define a la materia es su mutabilidad, y ésta no viene más que de sí misma. A estudiar.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

"No viene más que de sí misma". ¿Puedes decirme dónde está el "sí mismo" de la materia? ¿A la derecha, a la izquierda o por todas partes? Si está en todas partes, como yo creo, no hay parte de la materia que no mute, lo cual es como decir que no hay parte de la materia que no tenga partes (pues lo simple es incapaz de cambiar).

Luego, la materia sería infinitamente divisible. Las sucesiones infinitas en acto no tienen comienzo temporal. Para que algo sea ha de empezar a ser o ser siempre. Ahora bien, si algo es siempre, no muta, ya que de lo contrario no hay razón para afirmar que se trata de la misma cosa durante todo el tiempo. Sólo queda reconocer que la materia es una sucesión infinita en acto con comienzo temporal y, por ende, no material, esto es, las mónadas o conatos inextensos de fuerza y percepción.