miércoles, 21 de enero de 2009

Nada que discutir




El del aborto no es un debate milenario, como equivocadamente sostiene el relativismo, víctima de su propia propaganda. Hipócrates lo proscribió en su juramento, el Digesto de Justiniano habla de aplazar las sentencias de muerte hasta el parto y los Padres de la Iglesia han sido unánimes en condenar esta práctica. Incluso el Nuevo Testamento hace profetizar a Juan Bautista desde el vientre de su madre. Grecia, Roma y Jerusalén convergían en su respeto al inocente. ¿Por qué no vosotros?

Tengo la muy repugnante impresión de que si no hubiera colectivos religiosos en el bando antiabortista seríais más ecuánimes en este tema. Por lo demás, no os creo ni una palabra. Pedís matices y discusión, pero sólo para avanzar hacia la despenalización absoluta. Las brumas de la historia no pueden ocultar el origen bastardo de los valores que defendéis, ni las nebulosas retóricas vuestra falta de vergüenza.

Hubo en tiempos pasados doctores de la Iglesia que se propusieron la estéril tarea de determinar cuándo un infante dejaba de ser mera potencia para convertirse en un individuo en acto. Pero jamás fue objeto de disputa que matar a un individuo resultase pecaminoso. Era la cuestión del hecho (el momento de la constitución del individuo desde la materia informe) y no la del derecho (su dignidad inherente) la que se les consultaba, y a la que ellos daban respuesta según la ciencia aristotélica.

No ha lugar a hablar de tipos opuestos de animaciones, retardadas o inmediatas, en la antropología católica. La animación siempre es inmediata, apareciendo en la constitución del individuo. No hay individuos inanimados, no hay gradación en la humanidad en base a su desarrollo. Sin embargo, ¿cuándo hay un individuo? He aquí la cuestión tenida por polémica hasta hace un siglo. La disputa se plantea hoy en términos muy distintos. Nadie pregunta por el origen, sino por el límite. Pues bien, ese límite no existe, es arbitrario, imaginario, amoral.

Hoy sabemos que matar a un animal espermático no es matar a un hombre, mientras que sí lo es eliminar a un embrión de días. Ahora bien, ¿qué conocimiento podían poseer esos sabios cristianos de las realidades microscópicas o de la codificación genética? Tenían que guiarse por criterios que entonces parecían provisionalmente válidos, como el del automovimiento. Especulaban a ciegas, sin que ninguna experiencia les ayudara a resolver el arcano, y dictaminaban en atención a la prudencia general. Jamás reconocieron la libertad de la madre para disponer de la vida ajena, a la que otorgaban un valor supremo.

La cuestión de cuándo empieza el hombre a ser tal hace tiempo que devino anacrónica. Querer mantener hoy un supuesto debate milenario presentando prejuicios feministas, liberales o malthusianos como argumentos científicos es un fraude. Pretender que la historia fue partícipe de nuestra confusión irresponsable es, además, una farsa infame.

El derecho al infanticidio hasta los tres días en ciertos casos, como ejercicio efectivo del derecho al honor de la madre que hubiera dado a luz fuera del matrimonio, fue una estipulación novedosa e hipócrita impulsada por los movimientos secularizadores del siglo XIX y a la que prestaron su aplauso los Bentham y los Beccaria. A no dudar, éste es el precedente jurídico de la actual figura del aborto en el mundo civilizado.

4 comentarios:

Dimas dijo...

Tristemente, todos somos conscientes de cuando hay vida hasta que forzamos el dictado de nuestra conciencia, entonces ya todo nos entra según su previa deformación. Que facil es decidir sobre la vida intrauterina cuando uno ha superado ese status, desde luego que hoy que el paro nos azota, algunos han hecho de la hipocresia un oficio.

Un saludo

Karem Barratt dijo...

Pareceira que hoy en dia, lo que define si un feto es persona o no es el amor de la madre. Si una mujer embarazada sufre algun problema durante su gestacion y desea tener al bebe, la medicina mueve cielo y tierra para salvar a la criatura. Si otra madre,con elmismo tempode gestacion, decide que no desea al bebe, la pasaran a otra ala del hospital y le haran un aborto. La unica diferencia ente el primero y el segundo es el deseo de la madre a tenerlo. Mas nada.

Sanzwich dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Daniel Vicente Carrillo dijo...

La idea es que el individuo libre es más importante que la civilización, sin reparar en que sin civilización no hay individuo libre.