sábado, 24 de febrero de 2024


La cantidad o multiplicidad son propias de todo cuerpo e inherentes a su definición, pero no lo son las dimensiones. Así, un cuerpo puede tener todas las dimensiones, algunas o ninguna. El que los cuerpos tengan determinadas dimensiones en lugar de dimensiones oscilantes no se debe a su naturaleza, sino a la naturaleza primera que los conserva. Si el universo fuera razón de sí mismo, sería, en cuanto cuerpo, todo lo que puede ser un cuerpo. Por ello, así como el devenir está sujeto al más y al menos, pasando de menos a más movimiento, o de un extremo a su contrario, también las dimensiones deberían estarlo y, en consecuencia, aumentar o disminuir en un fluctuar continuo. Sin embargo, al mantenerse estable en su tridimensionalidad, el universo se presenta como un cuerpo determinado entre una infinidad de cuerpos posibles, lo que nos lleva a concluir que no tiene en sí su razón de ser.

El anterior argumento fue formulado por Avicena (Metafísica, Tratado II, Sección segunda).

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