Insistiendo sobre lo mismo, me gustaría saber cuál es la función biológica y la razón de ser evolutiva de la tristeza. Si pensamos en el dolor físico agudo, la respuesta está bastante clara, ya que lo que nos duele deteriora nuestra salud, aunque en determinados supuestos -amputaciones y cauterizaciones terapéuticas- también pueda ser benéfico y se considere un mal menor. Pero la pena no es siempre indicativa de una situación análoga, pues ni evidencia necesariamente un quebranto de nuestra fortaleza corporal ni sirve para remediarla.
A mayor abundamiento, los motivos para estar triste son muy subjetivos y variables en cada individuo (opuestos, incluso), según sean su humor y su carácter, mientras que los síntomas típicos de una enfermedad son más o menos similares en todos los casos. Resulta, por tanto, aventurado defender que entristeciéndonos podemos evitar mejor lo que nos perjudica. En cambio, afirmar que lo que nos entristece nos incomoda no es más que una vacua redundancia.
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Hace 4 horas
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