El efecto nunca es superior a la causa principal, esto es, el rayo nunca es superior al sol, la escultura al escultor, etc.
El cuerpo humano es finito, en tanto que participa de un número finito de elementos que lo componen.
La mente humana es infinita, en tanto que participa de la noción de infinito, comprendiéndola.
Por tanto, la mente es superior al cuerpo.
Por tanto, el cuerpo del hombre no es la causa principal de su mente, ni ambos pueden confundirse.
De ahí se sigue que la mente o alma humana no sea mortal por naturaleza, ya que si el cuerpo no es su causa creadora tampoco es su causa conservadora.
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Se aclara la tercera premisa, sobre la infinitud del alma:
El concepto de esfera no es esférico, ni es alto el concepto de alto, pero quien posee la noción de lo esférico o de lo alto comprende todo lo que es esférico y todo lo que es alto en tanto que tales. Por el mismo motivo, quien posee la noción de infinito comprende lo infinito. Y dado que lo finito no puede comprender lo infinito, así como dos litros no caben en un recipiente de un litro, debe concederse que el alma es infinita.
Un concepto negativo no es de peor condición que uno positivo. Entendemos la noción de lo oscuro tan bien como la de lo luminoso, la de lo imperecedero tan bien como la de lo perecedero, etc.
Si aceptamos que concebir y representar no son equivalentes, ya que podemos concebir un chiliedro pero no imaginarlo, no es correcto concluir que la incapacidad de representación conlleva una incapacidad de concepción. Pues bien, hasta la mente del hombre más estúpido concibe lo infinito. A esta noción no le falta nada. No se la perfecciona ni se la dota de mayor claridad engordándola con añadidos o representaciones de ninguna clase. Y es tan cierto decir que en el concepto de infinito está la esencia de lo infinito, la cual se da en todo infinito posible, como que en el concepto de impar está la esencia de lo impar. Los números impares son infinitos, pero su concepto no lo es, y podemos concebirlos distintamente sin representárnoslos en su conjunto.
Podría replicarse que comprender lo infinito no conduce necesariamente a ser infinito. Ahora bien, si por comprender algo entendemos participar de ello, no hay duda de que comprender es una especie del ser. El que comprende toma lo comprendido y se iguala a él, pues si no hubiera identidad entre el concepto objetivo y el concepto que se da en mi mente, todas mis nociones serían falsas.
Abundando en lo anterior, debe distinguirse entre lo que es más que su noción y lo que no. Lo pesado o lo caliente son más que su noción, toda vez que presuponen estados de hecho y sucesiones causales. No es, sin embargo, el caso del infinito, que puede referirse a lo inmaterial. Luego si en mi mente se da en verdad la noción de infinito, mi mente es infinita, ya que lo infinito en tanto que tal no es más que su noción.
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