Es esencial tanto en los ateos como en los gnósticos el ver en el universo algo 1) perfectible, 2) indiferente al bien o al mal y 3) hostil al hombre. Ya algunos clásicos hablaban de la naturaleza como "madrastra", y hablaban con gran ignorancia y atrevimiento. Los gnósticos heredaron esa visión de los paganos; los ateos la habéis heredado de los gnósticos.
Así, mientras que en la religión cristiana el paraíso y su pérdida son acontecimientos interiores y simbólicos, en las metafísicas pagana, gnóstica y atea adquieren una dimensión desiderativa o puramente mítica.
"Los esclavos felices"
Hace 3 horas
6 comentarios:
Y?
Buena pregunta, amigo. Con esto quiero decir que el ateísmo no es una supresión radical de la idea de Dios, sino su degradación histórica progresiva hasta lo imperceptible.
Tener un concepto bajo de Dios es tan ridículo como tenerlo alto de uno mismo. Son, por cierto, estupideces perfectamente complementarias.
No, no, el ateísmo es definitivamente la denuncia de que no hay Dios. No se puede borrar lo que no ha sido escrito.
Por otra parte, no sorprende a esta altura esta pantomima: decir que "el paraíso y su pérdida" son "acontecimientos (sic) interiores y simbólicos" como si esto fuera algo distinto a "desiderativos y míticos".
Veo que los que suprimen a Dios sin saberlo son los propios cristianos, en su propio ridículo.
El progresismo y el ateísmo creen en la perfectibilidad real del mundo. Pero, al no poder demostrarla, se convierte en mítica, en futuro incierto, en horizonte vital.
La fe de los cristianos reside en contemplar el pecado y su irracional reiteración como prueba de una caída primigenia cuya realidad, no obstante, no se pretende (o no necesariamente).
En síntesis: La antropología atea está fundada en el mito de la bondad sobrenatural capaz de mejorar el mundo; la promesa de salvación cristiana en la descripción y consciencia de la maldad natural capaz de mejorar al hombre. Naturaleza caída, pero naturaleza al fin y al cabo.
Dicho de otra forma: Los ateos tenéis una autopercepción basada en un mito que, con el aval de la ciencia positiva (selección natural, neurología), se ha convertido en hecho. Este mito se resume en que no hay bondad en la naturaleza y, sin embargo, la moral depende de la naturaleza. Ello no sólo carece de sustento lógico; además encuentra en el hombre una fatal excepción.
Los cristianos, por otro lado, guardamos una fe asentada en un hecho convertido en mito: el pecado original.
Huelga añadir que nuestra verdad es justo la opuesta a vuestra fabulación: Hay bondad en la naturaleza y, sin embargo, la moral no depende de la naturaleza.
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