Ya he sintetizado mi parecer sobre el pecado original en el escrito que antecede a éste, asunto que me interesa especialmente y en el que me ocupo desde hace años. Mi tesis es muy simple: si el mal existe de un modo absoluto, no como mera imperfección, tiene que ser un mal moral; si el mal moral existe, existe la libertad; si la libertad y el mal existen, existen también sus reversos, el bien y el error voluntario; si el bien y el error existen, el darwinismo es falso, ya que éste no tolera ni los fines generales (la evolución es ateleológica y casuística) ni que por principio y de forma innata, por el carácter irreductible del individuo, se atente contra la propia integridad sin razón superior que lo justifique. En pocas palabras: el hombre es, en parte, intrínsecamente irracional, luego el darwinismo es falso.
Por supuesto, queda la opción de negar el mal, que es lo que vulgarmente llamamos cinismo; sostener que en cualquier acto altruísta late un imperativo egoísta, como pretenden los charlatanes al desvirtuar las palabras. O resta también, tal vez, la derivación de esta solución cínica en un optimismo panglosiano con la máxima de que todo lo que el hombre intenta es por el bien de los genes y de la especie definida en ellos, y que todo lo que yerra resulta negativamente seleccionado. Con lo cual, salvo que las circunstancias obliguen a un nuevo comienzo, se progresa siempre hacia lo mejor tanto en la naturaleza como en la cultura.
La refutación del darwinismo, de su suficiencia y completud como teoría (la de su parsimonia exigiría algo más), empieza por cuestionar las asunciones metafísicas que lo sustentan en la sombra. Aunque es cierto que un presupuesto básico no se refuta propiamente, sino que se sustituye por otro que muestre una consistencia mayor con su ámbito explicativo.
"Los esclavos felices"
Hace 1 hora
2 comentarios:
No puede ser que el mal absoluto exista, irichc; aunque, como se desprende de sus comentarios, exista ya un mundo creado perfecto olvidado,también parece que quiera crear un mundo ante el que uno pueda arrodillarse; cree en Dios, pero quiere hacer de Dios. Y esto como si fuera la última esperanza de una inexhausta y fecunda voluntad de`poder que ha perdido las huellas de lo vivo, creyendo adeás dirigir ese mundo silenciosamente, mediante la acción silenciosa de la memoria;es legítimo creer en todo ello y tratar de imponerlo,puesto que la creencia es una totalidad distributiva, un universal noético; pero no hay nada demostrable filóficamente o geométricamnte en ello, puesto que la participación no implica justicia o justificación, ni siquiera cuando acepta su momento subjetivo, como el que cree que calza un 40 cuando calza un 42, y sufre por eso.
Cuando digo que el mal existe de un modo absoluto me refiero no al mal puro de los maniqueos, sino al mal que es mal por sí mismo y no en comparación a un bien mayor.
Publicar un comentario