Interesante sumario de San Anselmo y sus avatares. Ahora bien, la parodia de Gasking es gas. Véase:
1.La creación del mundo es el logro imaginable más maravilloso.
2.El mérito de un logro es el producto de: a) su calidad intrínseca, y b) la capacidad de su creador.
3.Cuanto mayor sea la discapacidad (o minusvalía) del creador, más impresionante será el logro.
4.La minusvalía más formidable de un creador sería su inexistencia.
5.Por lo tanto, si suponemos que el Universo es el producto de un creador existente, podemos concebir un ser aún más grande, a saber, uno que lo creó todo sin existir.
6.Un Dios existente, por tanto, no sería un ser tan grande que uno más grande no pudiera concebirse, porque un creador incluso más formidable e increíble sería un Dios que no existiera.
Por tanto:
7.Dios no existe.
El punto 3, sobre el que descansa su movimiento "ad absurdum", es en sí mismo absurdo, puesto que lo "impresionante" no constituye norma de racionalidad. Más lógico habría sido decir que, siendo mayor la incapacidad del artífice, aumentará en igual medida la improbabilidad del logro, si es que puede llamarse logro a lo realizado más allá de nuestras facultades y como por azar.
Leibniz mostró interés por el argumento ontológico, pese a su aceptación crítica del mismo. Fue precisamente éste el contenido de la nota que discutió en persona con Spinoza en su famosa cita en La Haya.
Su esfuerzo lógico me parece mucho más genial que el subterfugio kantiano. ¿La existencia no es un predicado? Ni falta que le hace. Es el presupuesto de todo predicado: la quidditas del sujeto, su principio de individuación, su mónada.
De Leibniz, que es mi maestro, dicho sea con toda modestia, grabaría con letras de bronce un pasaje de su Teodicea donde se habla de la verdad como una cadena semejante a la aurea catena de Homero y a la Escalera de Jacob, por la que Dios Todopoderoso comprende en una sola mano absolutamente todo -lo infinitamente grande y lo corpuscular, lo impasible y lo caótico- según una necesidad insoslayable. Cualquier otra solución nos conduce a la muerte de Dios y de la Verdad, al eterno retorno, a la imaginación, a la caverna.
También me gusta recordar a Edith Stein: Mi sed por la verdad era una oración: Dios es la verdad. Quien busque la verdad busca a Dios, lo sepa o no.
6 comentarios:
Otro punto débil de la parodia de Gasking es que, si la causa no puede ser menor que el efecto, Dios no puede ser menor que su logro. Por otra parte, de las cinco vías de santo Tomás, es la de la contingencia la que mejor pone de relieve tu afirmación según la cual el Todo depende de modo absoluto de Dios. Un abrazo
Efectivamente, el problema del punto 3 es que atribuye lo "impresionante" a la obra, y no al supuesto creador inexistente, que es a quien corresponde, dadas las demás premisas. Además, el punto 4: la inexistencia no es una minusvalía de X, sino su negación como sujeto de cualquier actividad o predicación posibles.
De todas formas, hay que reconocer que el argumento tiene su gracia...
Hay muchas pruebas para llegar, si no a la demostración de Dios (directa o apagógica), sí a su plausibilidad. Si todo se tratase de un error, decía Wittgenstein, sería un error demasiado grande.
Un abrazo.
Es curioso que el último comentario, el de Daniel, recaiga en el error, casi calcado, del que se mofa en este argumento por demás sarcástico como para ser tomado en serio (el de Gasking), excepto en lo que tenga de «espejo» de aquel del que se mofa. Y digo que es curioso, porque Daniel elige cerrar su comentario con la cita de Wittgenstein en la que aparece también la cualidad de impresionante como norma de la racionalidad: el error sería demasiado «impresionante» (demasiado «grande»), como para ser tal.
A mí me ha parecido una ironía sabrosa.
Por lo demás, la parodia de Gasking no recae en los errores, más gruesos (por ser fundamentales para la hipótesis), del absurdo monádico o la cadena infinita de verdades (falsa, porque debería hablarse allí de una sola verdad, la cual sería indistinguible de nada y anegaría todo lo demás).
En fin, me disculpo de antemano por no explicar ese absurdo que aquí cuando ya lo he hecho en otros lados.
Un saludo cordial.
Hola, Fernando. Te agradezco la visita.
Acepto que el dictum de Wittgenstein pueda interpretarse como lo has hecho tú, traduciendo el "demasiado grande" por "demasiado impresionante". Pero Wittgenstein no es Gasking y soy partidario de encontrar una solución menos vulgar que la que ofreces.
Lo que probablemente el filósofo quiso significar, pese a que su enigmático laconismo no lo deje claro, es que los errores también tienen su gramática particular, a saber, estar rodeados de certezas a las que se hace llegar más lejos de lo que su alcance estricto permitiría. Sin embargo, Dios no es nada lejano; es la verdad misma y está en la base de todas las demostraciones, si hay una verdad común para todas ellas, lo que debe presuponerse. El propio Wittgenstein dice en sus Aforismos sobre cultura y valor que lo más difícil de ver es aquello que se halla ante nuestras narices; los musulmanes afirman que Dios está más cerca del hombre que su yugular; y Pablo, por último, sostiene que "en Dios vivimos, nos movemos y existimos".
Así, por ejemplo, la hipótesis geocéntrica fue un gran error, pero no un error demasiado grande. Sin embargo, nuestras nociones sobre la realidad en general serían un error excesivo si fuera cierto un idealismo à la Berkeley, por lo que inferimos por sentido común que no lo es.
Contra lo anterior podría redargüirse de la siguiente manera: el ateísmo es un error demasiado grande para ser falso. Yo lo creería así si el hombre fuese una criatura perfectamente racional. Ahora bien, soy de la opinión de San Agustín, que atribuía a los estragos causados por el pecado original nuestro desconocimiento relativo de Dios y la indiferencia hacia las realidades espirituales.
Un saludo.
Fuera de estos últimos argumentos, a fe mía que todas las tesis resumidas en tu anterior comentario, Daniel, pueden ser equiparadas sin riesgo de error con el ontologismo. Ahora bien, el ontologismo está condenado explícitamente por la Iglesia Católica. ¿Será éste otro oscuro fruto del pecado?
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