Que toda la verdad, toda la realidad, toda la bondad y toda la belleza se concentran en un solo punto: tal es Dios en pocas palabras.
No hay nada que pueda basarse en el ateísmo: ninguna verdad, ningún principio moral o estético. Como no pueden ser la raíz de nada, los ateos presumen de ser el fruto de todo: de la ciencia, de la historia, de la ética. No ven que lo que no está en la raíz tampoco puede estar en el fruto.
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