Todo compuesto tiene partes. De ordinario estas partes deben ser anteriores al compuesto no sólo en la naturaleza, sino también en el tiempo. En efecto, partes y compuesto sólo podrían darse al mismo tiempo si no existiese resistencia en la materia y los contrarios se unieran inmediatamente, o si estuvieran unidos por una potencia infinita. Ahora bien, habida cuenta de que se da resistencia en la materia, lo que impide que los contrarios se unan naturalmente de manera inmediata, debe concluirse que el universo o bien ha alcanzado determinada composición en el transcurso del tiempo, o bien ha sido creado inmediatamente de la nada por una potencia infinita.
Si el universo ha alcanzado determinada composición en el transcurso del tiempo, el universo no fue un compuesto hasta que dicha medida de tiempo transcurrió, lo que equivale a decir que hasta entonces sus partes no formaron un todo y el universo no fue universo, esto es, fue un caos o amalgama.
Habiendo concedido bajo la hipótesis anterior que el orden no estuvo siempre presente en el universo, se sigue que dicho orden no es necesario; por tanto, es un orden contingente y, en cuanto tal, no tiene el ser en sí, sino por otro, que es su causa. Así, al no darse dicho orden de manera intrínseca en ninguna de las partes, debe darse en el todo intrínseca o extrínsecamente. Pues bien, ya que admitimos que el orden natural no es eterno sino que surge a partir de cierto momento, es forzoso concluir que tal orden se da en el todo de forma extrínseca, esto es, por virtud de una causa extraña a la mole del universo. En efecto, si el universo fuera intrínsecamente ordenado, sería por la misma razón necesariamente ordenado y nunca podría llegar a serlo ni dejar de serlo, como sin embargo sucede.
Por tanto, o el universo no ha sido creado por una causa sobrenatural pero sí ordenado por ella, o ésta lo ha creado y ordenado.
4 comentarios:
En este artículo se parte de una premisa que es que el actual estado del universo tiene un cierto orden superior al de sus estados anteriores. Lo cierto es que existen numerosas pruebas científicas que demuestran lo contrario. Por lo general, los descubrimientos científicos se ordenan en leyes, principios, teorías e hipótesis, de mayor a menor grado de confianza. Aquí hay un artículo que lo explica bastante bien: https://presmarymethuen.org/es/dictionary/what-is-the-difference-between-a-law-a-principle-and-a-theory/
Es cierto que cada uno de esos grados es otorgado por la propia comunidad científica y se pueden cometer errores, y de hecho hay algunas variables que en mi opinión requieren de subcategorías o grados propios pero históricamente se han utilizado esos cuatro y así sigue siendo. Por ejemplo la segunda ley de Newton, que indica que la fuerza es igual a la masa por la aceleración, es una convención. Hasta ese momento no se había utilizado el término "fuerza" para hacer cálculos mecánicos. Desde hace más de dos mil años se ha calculado la mecánica en base a conceptos como el tiempo, el espacio, la velocidad o la aceleración, pero no se trabajaba con la fuerza o la energía. En el momento en que la comunidad científica empieza a entender que la gravedad es un tipo de fuerza, es cuando el peso de los objetos (que es lo que se venía utilizando en los cálculos mecánicos) se cambia por la masa por la aceleración. Entonces la mecánica se enriquece sobremanera y se simplifica. Pero lo cierto es que desde un punto de vista absoluto la segunda ley de Newton es una definición convencional. A la masa por la aceleración le llamaremos fuerza, y por tanto el peso de los objetos (que seguimos utilizando en kilogramos dado que la gravedad se considera constante), es ahora una consecuencia de la gravedad. Podríamos eliminar el concepto de fuerza y cambiarlo, allí donde aparezca, por la masa por la aceleración. Todo seguiría funcionando igual. Al ser una definición, es un tipo de "ley especial". Evidentemente no puede "estar mal", ya que es una convención, pero de acuerdo con su origen no tiene nada que ver con, por ejemplo, la ley de la conservación de la energía, que es un comportamiento observado en la naturaleza, no una convención. También existen teorías que bien podrían tener el estatus de ley, como la teoría de la relatividad de Galileo, que es también una derivación lógica de las convenciones utilizadas en las medidas, y por tanto tampoco puede estar mal, y leyes que podrían ser principios y viceversa... Al final el único grado con total seguridad es el de hipótesis, y la hipótesis pasa a ser teoría, principio o ley de acuerdo a las convenciones de la comunidad científica, es decir, a si se acepta de forma más o menos subjetiva, el sufijo correspondiente. Por tanto, a menos que esté nombrando una en concreto, su nombre aceptado, en general me referiré a ellas como teorías. (Sigue...)
También hay consideraciones especiales que dan más o menos valor a una teoría, como su universalidad, es decir, el dominio en que dicha teoría se cumple. Hay teorías universales y otras que se cumplen sólo en determinadas situaciones. Hay teorías que presentan muchos interrogantes, y otras que no acaban de encajar con todo lo establecido anteriormente, pero que no pueden ser descartadas porque la mayoría de lo establecido no tiene absoluta confianza. De todas estas teorías físicas, las tres con mayor garantías debido a su origen, su lógica, su universalidad, y sobre todo su omnipresencia (universalidad es que se cumplen en cualquier condición y omnipresencia es que siempre están presentes, en cualquier experimento o localización) son las teorías de la relatividad, el principio de incertidumbre de Heissemberg y el segundo principio de la termodinámica. Y estas tres teorías tienen algo en común: la relación entre el observador y lo observado. En el caso de la relatividad y la incertidumbre está bastante claro, en el caso del segundo principio de la termodinámica, la relación es un poco más sutil, pero éste es en el que me voy a centrar por lo que voy a explicarlo un poco mejor (si bien los anteriores también por sí solos pueden poner en juicio el tema del orden y el caos en el universo). El segundo principio de la termodinámica es uno de esos pocos casos donde dos científicos llegan a la misma conclusión siguiendo experimentos diferentes buscando además objetivos diferentes. Pero es que además llegan a formulaciones diferentes en campos diferentes que al final derivan en la misma conclusión física. El enunciado de Kelvin-Planck establece que si bien se puede transformar todo el trabajo en calor, no se puede transformar todo el calor en trabajo, por lo que cualquier máquina termodinámica mantiene un proceso irreversible. Por ejemplo una estufa eléctrica transforma toda la electricidad en calor, pero todo ese calor no se puede volver a convertir otra vez en electricidad. Respetando la ley de conservación de energía, se deriva que cualquier rozamiento convierte parte del trabajo en calor y dicho calor ya no puede volver al sistema en forma de trabajo, o dicho de otro modo, en cualquier sistema energético siempre va a haber una pérdida de energía que el experimentador no puede volver a utilizar. Este principio estableció la imposibilidad del móvil perpetuo de segunda especie poniendo fin a varios siglos de experimentación fallida. Paralelamente Clausius desarrolla su teorema que establece que la entropía en el universo siempre es cero o positiva. La entropía es la variación del calor con respecto a la temperatura. El calor es energía pero la temperatura es un estado de la materia, en concreto, lo excitados que están los electrones en la sustancia medida. Lo que miden los termómetros es eso: lo acelerados que están los electrones de la sustancia observada, que es el efecto que tiene la aplicación de calor en la materia. Clausius demostró que la variación de calor, el intercambio de energía, es siempre superior al cambio de temperatura, por lo que se deriva que parte de esa energía no se convierte en temperatura, es decir, "se pierde". Y no es que se pierda, simplemente no toda la radiación térmica es absorbida por los electrones. Parte de esa radiación desaparece en el espacio vacío. (Sigue...)
Como corolario o idea intuitiva, lo que viene a decir el segundo principio de la termodinámica es que en cualquier proceso energético siempre hay una parte de energía que "se pierde". Cuando entrecomillo "se pierde" en realidad estoy diciendo que el ser humano, que está compuesto por la misma energía que todo lo demás, es incapaz de manipular de forma infinitamente eficaz todas las formas de energía, incluyendo partículas subatómicas y radiación. Y aquí es donde aparece la similitud con las otras dos teorías, la relación entre el observador y el sistema observado. Nadie ha conseguido fotografiar un electrón. ¿Por qué? Porque los microscopios más potentes de los que dispone el ser humano lanzan electrones desde un emisor, al objeto observado, que está entre el emisor y el receptor de dichos electrones, tal como funciona un cañón de rayos catódicos. Se ha conseguido fotografiar núcleos atómicos, que están formados por protones y neutrones, ambos son dos mil quinientas veces más masivos que el electrón, así que al disparar una cortina de electrones contra un núcleo formado por multitud de protones y neutrones, éstos son capaces de absorber a los electrones y en la imagen aparecerá una sombra donde los electrones no han llegado. Es como tirar una cortina de pelotas de tenis contra una pared muy grande, las pelotas están mojadas en tinta y entre la cortina de pelotas de tenis y la pared ponemos una casa. Las pelotas que choquen contra la casa no alcanzarán la pared, así que en la pared aparecerá claramente la silueta de la casa. Ahora intentemos hacer lo mismo pero en lugar de la casa pongamos otra pelota de tenis. La pelota que choque contra ella la arrollará, colisionarán con otras pelotas de la cortina y finalmente en la pared no se verá nada claramente. Esto es un ejemplo de lo que el ser humano puede hacer en pleno siglo XXI. Poca cosa. Y estamos hablando de electrones, existen partículas con menor energía y sin masa, como los propios quarks, que forman a los leptones, o los neutrinos. Por todo ello, el ser humano está atrapado en una escala física que le impide experimentar con cosas muy pequeñas o muy lejanas.
Pero volviendo al tema del orden y el caos. El teorema de Clausius indica que la entropía del universo es mayor o igual que cero. La entropía es el nivel de "desorden" del universo, ya que todo lo que "es" es energía, ya sea en forma de onda o de partícula. Lo que quiere decir es que en el universo pueden ocurrir dos cosas a nivel energético:
1.- Que no haya cambios (la entropía sería cero)
2.- Que la energía original se convierta en varios tipos de energía diferentes (que la entropía crezca)
Por tanto si hay algún tipo de cambio en el universo, la entropía crece y el desorden también, entendiendo como algo más desordenado el que se convierta en diferentes entidades (sus partes energéticas). Dicho de otro modo, el universo se descompone todo el tiempo, ésa es su manera de alcanzar niveles energéticos inferiores, que es la tendencia de toda la energía existente, es decir, pasar de una cosa a varias cosas. (Sigue...)
Además el Universo se hace cada vez más grande y disperso, que es otro modo de desorden.
Por último, un matiz, aunque tremendamente importante, es que el propio teorema de Clausis indica que la entropía crece "en el Universo", entendido esto como que localmente puede darse un estado de mayor orden (varios tipos de energía se convierten en uno solo) pero sólo porque en las inmediaciones de esa localidad, de ese sistema, se está produciendo una "descomposición" energética mayor. Por poner un ejemplo gráfico, es como pegar los trocitos de jarrón roto en su forma original utilizando pegamento. Hemos reducido el desorden localmente (el jarrón vuelve a ser uno) pero la utilización de ese pegamento (su fabriación, envasado, transporte y trabajo) ha generado más desorden en el universo.
Por todo ello, el orden es siempre una percepción del observador, siempre es local, y la mayor parte de las veces totalmente subjetivo.
(Espero que hayan entrado en "orden" todas las "partes" del texto :D)
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