lunes, 22 de enero de 2007

Catequesis para indios


El texto se debe a Pedro de Córdoba, predicador y misionero. Y es que la Ilustración y sus profetas tardíos señalaron a la Iglesia, pero sólo la Iglesia ilustró a millones. El discurso que transcribo puede resultar superfluo o pueril para un occidental de nuestro siglo. Tratad de leerlo, sin embargo, con los ojos bárbaros y embrutecidos de un indio. Sólo así entenderéis la purificación y el refinamiento que implican estas palabras. Me quedo con el sexto párrafo y la dimensión existencial de la sexualidad no desviada.

E hizo Dios a Eva para que fuese mujer de Adán, para darnos a entender que el hombre no ha de tener ni casarse, sino con una mujer. Y estando aquella viva no se puede casar con otra ni tenerla; y asimismo, la mujer no se puede casar, sino con un hombre, y viviendo aquél no se puede casar con otro; y hasta que muera el uno de ellos ninguno se puede casar otra vez. Pero desde que el uno muere, el que queda vivo se puede casar otra vez. Y así cada vez que el uno muere, el que queda vivo se puede casar.

Y formó Dios a Eva de la costilla de Adán y no de la carne, porque la carne es flaca y blanda, y está de fuera, mas la costilla es recia y dura, y está dentro del hombre, cerca del corazón y en medio del cuerpo, para demostrar que el marido ha de tener más amor a su mujer que a otra ninguna, y la mujer a su marido más que a otro. Y ha de ser este amor fuerte y recio, para que ninguna cosa lo quebrante, ni enojos, ni enfermedades, ni otra cosa. Ni por descontentos que tenga el uno del otro, no se han de apartar, mas se han de soportar el uno al otro. Y no se han de menospreciar, mas se han de amar y tratar con mucho amor, como buenos compañeros y hermanos.

Y por esto no formó Dios a la mujer de la cabeza de Adán, porque sepa que no ha de ser mayor que su marido; ni tampoco la sacó del pie, para que sepa su marido que la mujer no es menor que él; mas la sacó de medio del costado, para que conozcan ambos que son iguales; y han de tener mucha paz entre sí. Y así tenéis oído que después que Nuestro Señor hubo creado todas las cosas, hizo Adán y a Eva, nuestros primeros padres, e hizo sus almas de nada, y los cuerpos de tierra y agua, y aire y fuego.

Y debéis saber que los ángeles todos los hizo Dios, así los buenos que se quedaron en el cielo, como los malos que cayeron del cielo y se hicieron demonios, que son aquellos que hasta aquí os han engañado. Y también hizo Dios los cielos, el sol y la luna y las estrellas, y los cuatro elementos, que son, la tierra, el agua, y el fuego y el aire.

Y también debéis saber que a los ángeles no les dio Dios virtud de engendrar otros ángeles, como dio a los hombres virtud de engendrar otros hombres. Y la razón es porque cuando Dios creó los ángeles, creó todos los que eran menester para henchir el cielo, y por esto no era menester que engendrasen. Porque los ángeles nunca mueren ni se disminuye aquel número, por eso no quiso Dios que los ángeles engendrasen otros ángeles, ni que hubiese más ángeles de aquellos que Dios había creado.

Y al hombre dio Dios virtud de engendrar a otro hombre, porque cuando Dios creó al hombre no hizo más de un hombre y una mujer. Porque creó Dios al hombre y a la mujer para que de aquéllos y de los que de ellos descendiesen, se poblasen las sillas y lugares del cielo que los ángeles malos habían perdido, como arriba está dicho. Por eso dio Dios virtud de engendrar a los hombres, para que creciesen y se multiplicasen hasta cumplir el número que era menester para poblar las sillas del cielo que quedaron vacías. Y también porque los hombres mueren, es por esto menester que nazcan otros, porque el mundo no se despueble antes del tiempo que Dios tiene ordenado que se acabe, que será el día del juicio, como arriba está dicho.

(...)

Y debéis saber que dio Dios a Adán y a Eva y a los otros hombres virtud de engendrar los cuerpos, pero no las almas. Y así de aquí adelante sabréis que el padre y la madre no engendran todo el hijo o la hija; mas sólo el cuerpo, y Dios crea el alma nuevamente en el cuerpo del niño en el vientre de su madre. Mas a los peces y aves, y a todos los otros animales que tienen vida sensitiva, dio Dios virtud para que engendrasen las almas y los cuerpos de otros como ellos, y así los hijos suyos toman las almas que no entienden y los cuerpos de sus padres y madres.

Mas los hijos de Adán y Eva y de los otros hombres no toman de sus padres y madres sino los cuerpos, pero las almas las toman de Dios. Y por esto sólo las almas de los hombres y mujeres que entienden son inmortales, que no pueden morir, porque aquél que le creó es inmortal. Pero el nuestro cuerpo es mortal, porque nuestros padres que lo engendraron son mortales. Todos los otros animales son mortales y mueren cuanto a los cuerpos y cuanto a las almas, como sus padres de quien las tomaron. Y así es que cuando muere un pez, o un ave, o un animal, todo muere, alma y cuerpo. Mas cuando muere el hombre, no muere todo, mas solamente muere el cuerpo que tomó de sus padres, pero el alma nunca muere, que la creó Dios inmortal a su semejanza, y quiso que fuera inmortal, y le dio memoria y entendimiento y voluntad.

(...)

Y debéis saber que el sol no es cosa viva, ni tampoco la luna, ni las estrellas, mas es una cosa clara que Dios puso en el cielo. Y como se mueve el cielo, se mueve el sol y la luna y las estrellas. Y por esto los que adoráis al sol, o le hacéis reverencia o sacrificios, erráis mucho contra Dios, porque quitáis a Dios la honra que le debéis dar, y la dais a la criatura que Dios hizo. Y debiendo adorar a Dios, adoráis y sacrificáis al sol. El cual no es Dios, ni tiene sentido, ni oye, mas es una claridad que Dios puso en el cielo, la cual alumbra el mundo como una hacha o candela que está pegada a una parte.

4 comentarios:

Dark_Packer dijo...

El texto dice: Porque creó Dios al hombre y a la mujer para que de aquéllos y de los que de ellos descendiesen, se poblasen las sillas y lugares del cielo que los ángeles malos habían perdido,(...)

Respondo: No creo que esa idea sea del todo exacta teológicamente, pues si los demonios no hubieran dejado las "sillas vacías", ¿los hombres se habrían quedado sin cielo?

Por el resto, es cautivadora la sencillez con que se expresa.

Creo que ahora se está estrenando en una película de Mel Gibson (Apocalipto) sobre un indio que se escapa cuando lo iban a sacrificar.

Off topic: Mira en tu correo de hotmail, espero un respuesta rápida.

Saludos

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Copié el texto tras ver la película. Muy buena como producto artístico -no esperaba menos- y como reflexión filosófica implícita contra el buen salvaje (aquel que sólo comía jesuitas, según Voltaire).

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Sobre tu interrogante a propósito de las sillas, creo que no ha lugar. Estaba en el plan de Dios que algunos ángeles pecaran y algunos hombres se salvaran. Plantearse otro escenario excede nuestras fuerzas.

Dark_Packer dijo...

Bueno, en la intención de Dios estaba que todos se salvaran en Jesucristo, hombres y ángeles. Pero no sé dónde se puede apoyar la afirmación de que los hombres vendrían a sustituir a los ángeles caídos. Si Dios creó en Jesucristo podemos suponer que ya tenía previsto invitar a los seres humanos a la vida eterna.

Yo voy a ver la película mañana.