Conocíamos a Hypatia por medio de historiadores cristianos; ahora conoceremos la historia eclesiástica por medio de cineastas españoles. Como los primeros mienten por definición (según los rojos) y los segundos por subvención (según los blancos), vamos a aproximarnos a la verdad dialéctica definitiva: negatio negationis.
En el conjunto de las mentiras que a buen seguro vertieron esos escritores cristianos figura, supongo, la de que no estaba en absoluto claro que San Cirilo hubiera urdido nada contra Hypatia más allá de su censura pública. Porque la ilustre alejandrina no fue más que una reaccionaria anclada en prácticas y filosofías idólatras ya ampliamente superadas. Ahora bien, sus adversarios ideológicos, lejos de correr un tupido velo o de disculpar esa muerte, como sí hace la historia de izquierdas con sus víctimas reaccionarias, la expusieron en toda su ignominia para el juicio de los siglos. Sin acusar a Cirilo, insisto, al que sólo se le puede echar en cara el que contase con esos fanáticos asesinos entre sus seguidores.
Lo que diga la historia ya no importa a nadie, pues queda para materia prima de metáforas aleccionadoras. Entre las juntas de dilatación de los testimonios fehacientes bien caben las fantasías justicieras y feministas de uno que pasaba por allí mil seiscientos años más tarde.
miércoles, 26 de marzo de 2008
Metáforas retroactivas
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