Si nunca nos comparamos con lo microscópico para argumentar en favor de nuestra dignidad o grandeza, no veo con qué lógica se establece un vínculo entre el tamaño de las estrellas y la recomendación de ser más o menos humilde. El hombre es desde mucho tiempo atrás consciente de tener un infinito por encima y un infinito por debajo, ambos invisibles e inconmensurables. Desde que la ciencia y la filosofía rompieron la esfera cristalina de Aristóteles no es necesario divisar un cuerpo enorme para ser consciente de la enormidad del universo, pues se entiende que éste bien podría carecer de límites. Ahora bien, si al cabo los tuviera, ¿qué importaría el tamaño? Todo lo limitado es potencialmente cognoscible y, por tanto, potencialmente manipulable. Nada finito es suficientemente grande como para no caber en una teoría o en una ambición.
6 comentarios:
Magnífico post.
Pseudópodo tiene otra anotación reincidiendo en lo absurdo del planteamiento de -no sé si lo sabías- Carl Sagan.
Es una pena pero algo por lo demás predecible que no te respondieran en el lugar donde se colgó ese saganiano texto -como todos- planfetario.
No obstante yo sí creo, por seguir con tu terminología, que el mundo sea infinito; es más, es la única razón razonable por la que no mecanicista o naturalista.
Gracias, Héctor.
A mí también me gusta más suponer un universo infinito, y así es de hecho como Leibniz lo concebía. Pero todavía faltan datos para poder concluir algo así.
No conocía el escrito de Pseudópodo. Ese blog siempre tiene comentarios certeros y oportunos.
¿Y este enlace que ahonda en la idea?
Saludos
Veo que decimos lo mismo, sólo que Pseudópodo lo explica con gran maestría y aquí está el concepto in a nutshell. Se podría decir que lo mío es un mal plagio no intencionado.
Anda, iba yo a enlazar aquí a esos posts míos y veo que Héctor se me ha adelantado... Gracias :-)
Por cierto, que aquí está la idea "in a nutshell", pero eso es también una virtud, irichc.
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