domingo, 14 de noviembre de 2010

La moral atea




No se abomina del cristianismo ni por sus dogmas ni por su organización. Se protesta contra él porque humilla sentirse juzgado. Si la religión careciese de moral, o se acomodase a la de todos, el ateísmo no existiría.

Cuando un cristiano obra mal, o no obra cuando debe, o lo hace con intenciones aviesas lo primero que cabe llamarle es hipócrita. ¿Cuántas veces se nos ha acusado de serlo? Reconócese de esta manera que la religión, a diferencia del ateísmo, concierne a la humanidad y no sólo al individuo. Puesto que ser cristiano es también ofrecerse al prójimo, el cristiano que no se ofrezca será un falsario. Mas no llamaremos del mismo modo a un ateo egoísta, toda vez que no abandona la coherencia respecto a sus premisas.

Admito que puede haber ateos tan escrupulosos como el más recto de los creyentes, pero lo serán por tener buen natural, o tal vez por emulación y por costumbre. Todos nuestros razonamientos morales son confusas inferencias empáticas si no se contrastan con la noción de un deber objetivo, esto es, no derivado de la experiencia ni de los afectos de dolor o placer. Siendo independiente de la realidad, como premisa mayor o de derecho de todo silogismo moral, tal deber objetivo ha de considerarse superior a la naturaleza. Sin premisas inalterables es imposible llegar a una conclusión cierta.

Quizá el ateo tenga principios morales, pero no tiene ninguna obligación de obedecerlos: lo hará a placer o a conveniencia, y los cambiará cuando estime oportuno. El deber objetivo carece de efectividad sin un tercero superior que lo garantice, de modo que allí donde no alcance el poder de éste, todo está permitido. En suma, si no hay capricho ni coacción, sólo puede haber un mandato inmutable al que se sigue porque es verdadero; y a esta fidelidad la llamamos religión.

Por su parte, el primatólogo de Waal intenta reducir la moral a pulsiones instintivas, cosa que ya se intentó en tiempos de Nietzsche. Sin embargo, una moral basada en lo inmanente de la experiencia interna es en extremo falible, en la medida en que una pulsión puede ser sustituida por su contraria y tornar la simpatía en antipatía. Si la bondad depende del estado de ánimo, habrá infinidad de ocasiones en las que quepa ser pérfido.

La realidad en la que el ateo fundamenta su moral es el propio "yo", que más que realidad es fantasma y espejismo. En este sentido, todo le cuadra cuando de él se trata y carece de objetividad para censurarse; es juez y parte, y por tanto juez prevaricador. Aunque conozca y apruebe determinados deberes, podrá evitarlos con la misma soberanía con que se comprometió a cumplirlos. No necesitará una razón para eximirse, así como no la necesitó para obligarse. Ahora bien, negar algo con el entendimiento equivale a negarlo en la práctica. Así, se confiesa ingrato quien niega que siempre debamos ser agradecidos, es decir, quien rechaza que haya una razón inconmovible para estimar siempre y en todo momento la gratitud. Es difícil imaginar dónde reside esta razón en un mundo perpetuamente fluctuante y sin Dios.

11 comentarios:

Miserere mei Domine dijo...

Totalmente de acuerdo, pero creo que se te pasa un tipo de moral atea: la moral de camuflaje. Cuando no se dispone de referencias absolutas, lo más fácil es ajustarse a lo que su entorno les propone. Así no tienen problemas de rechazo y son capaces de convivir en sociedad. También evaden remordimientos y crean un escudo que les defiende de los ataques por ese flanco.

Enhorabuena por la entrada. Saludos :)

El Perpetrador dijo...

"No se abomina del cristianismo ni por sus dogmas ni por su organización. Se protesta contra él porque humilla sentirse juzgado. "

Hay una frase de Chesterton que coincide en una idea muy afín. Creo recordar que la cita Rama Coomaraswamy en "La destrucción de la tradición cristiana". No puedo citarla textualmente pero decía algo así como que el cristianismo no es que se hubiera testeado y se hubiera refutado a posteriori, sino que quien lo rechaza principalmente es porque lo encuentra difícil de poner en práctica y en consecuencia lo rechaza antes de abordarlo. Creo que es un principio aplicable a tantas otras religiones y a tantas otras cosas de la vida, incluido el arte de principios clásicos.

EL INDIO JOHN dijo...

Hola qué tal, soy el indio John, aunque te escribo desde el annonimato no anónimo. Interesante entrada que podría dar para hacer un blog monotemático. Lo que empuja tantas veces al ateo a tomar una postura activa y proterva en cuanto a su ateísmo es el saberse desarraigado e insumiso en cuanto a creatura o criatura de Dios, pues no hay nada que anhele más la naturaleza que se aleja de Dios que el autootorgarse una autogénesis o autocreación, en realidad una autosuficiencia espejeante y patética, anheladora de una infinitud que la realidad no hace más que marcarla con límites de los que abomina. Todo esto entra en cuanto a sentirse juzgado o enjuiciado, pues un ser autocreado no puede ser juzgado y a la inversa. Voy a ver si resucito mi Blog, ¿te acuerdas?, estoy en ello, no descarto que habrá refritos de viejas entradas...Un saludo.

Hugo dijo...

irichc:

Quizá el ateo tenga principios morales, pero no tiene ninguna obligación de obedecerlos...

¿Quizá? Te puedo asegurar que todos los homo sapiens tienen 'principios morales'. Está escrito en nuestros genes.

... lo hará a placer o a conveniencia, y los cambiará cuando estime oportuno.

Eso es falso. Muchas normas que sigo (comer cada vez menos carne) ni me reportan placer ni las sigo por conveniencia o egoísmo.

Miserere:

Cuando no se dispone de referencias absolutas, lo más fácil es ajustarse a lo que su entorno les propone. Así no tienen problemas de rechazo y son capaces de convivir en sociedad. También evaden remordimientos...

1) No nos engañemos. Tú también te ajustas a lo que tu entorno te propone: una fe y una religión. Creadas, claro está, por otros hombres, no por los dioses; 2) Los ateos también 'tienen problemas de rechazo' cuando de moral se trata. Los ateos veganos, por ejemplo, tienen que nadar a contracorriente. No están muy bien vistos que digamos, ni siquiera por los ateos; 3) El cerebro de un ateo y el cerebro de un creyente funcionan básicamente igual. Todo el mundo tiene remordimientos alguna vez; 4) No hace falta que lo recuerde, pero por si acaso: Chesterton se equivocó profundamente cuando afirmó que 'si Dios no existe, todo está permitido'. Profundamente.

El indio John:

Lo que empuja tantas veces al ateo a tomar una postura activa y proterva en cuanto a su ateísmo es el saberse desarraigado e insumiso en cuanto a creatura o criatura de Dios, pues no hay nada que anhele más la naturaleza que se aleja de Dios que el autootorgarse una autogénesis o autocreación, en realidad una autosuficiencia espejeante y patética, anheladora de una infinitud que la realidad no hace más que marcarla con límites de los que abomina.

Te expresas muy bien, indio John, pero lo que dices es un sinsentido. Es decir, teología. Pura ignorancia con alas.

Un saludo.

iperico dijo...

Hugo. Dices "Te puedo asegurar que todos los homo sapiens tienen 'principios morales'. Está escrito en nuestros genes."

¿Puedes citar bibliografía sobre esta cuestión? En concreto me gustaría saber si los genes sólo influyen en los principios morales o, más allá, los determinan, de forma que un contenido genético concreto conlleve necesariamente la defensa de unos principios morales y no otros.

Miserere mei Domine dijo...

Hugo,

Es evidente que no podemos converger, ya que tu fe te indica que la moral natural es tan humana como otra cualquiera... ya que está sólo puede haber sido creada por el ser humano.

Mi fe me dice que la naturaleza fue creada por Dios y que dentro de ella existe una moral no humana que hemos de seguir, a menos de que demos el salto a una moral revelada, superior a la primera.

Mi moral cristiana es la que es, aunque fastidie en mi entorno... que lo hace y mucho. La moral acomodaticia o de camuflaje... busca no tener conflictos con su entorno. La diferencia es evidente.

Saludos cordiales :)

El Perpetrador dijo...

La frase exacta de Chesterton era:

El ideal cristiano no se ha probado y se ha demostrado inservible; se ha encontrado difícil y se ha dejado sin probar

Del libro "Qué está mal en el mundo".

Por cierto, Hugo, qué tal, cuánto tiempo. La frase de "Si Dios no existe, todo está permitido" está, al menos, atribuida a Dostoievsky si no me equivoco. Es demasiado genérica, demasiado abstracta, como para refutarla o confirmarla, pero no me negarás que es difícil expandir entre grandes multitudes una ética si no se basa en un fundamento trascendente, es decir, absoluto, que imponga un sistema de recompensa o castigo.

Anónimo dijo...

Irichc:


1. Puede haber un deber moral objetivo que obligue a su cumplimiento y que no se funde en Dios. Es el imperativo categórico kantiano: actúa por deber sin búsqueda de premio o castigo, actúa por deber independientemente de que alguien te esté juzgando.

No creo que el hecho de que un Dios pueda castigarme o no por mis actos mejore la fundamentación de mi moral. Actuar por ganarme el cielo o porque hay un Dios que me vigila y puede castigarme no me parece mejor que actuar como un perro adiestrado temeroso de la vara de su amo.

2. Siempre escucho la misma crítica al emotivismo moral: que las emociones son variables. No, no lo son. Existen universales antropológicos a todos los niveles y, el nivel emocional no es una excepción.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Me alegro de que un post tan deslavazado, fruto de una charla y expuesto con prisa, haya suscitado algún debate.

Empiezo por las críticas.

Hugo:

En nuestros genes, o en nuestros corazones, por hablar como Tomás de Aquino y los clásicos del iusnaturalismo, está el sentido racional que nos permite discernir lo justo y lo injusto. Pero, a diferencia de lo que divulgó el corruptor Rousseau, no está ahí la inclinación a la justicia. El hombre es educado y castigado desde su infancia para enderezar sus pasiones. La existencia misma de la ley en toda sociedad nos recuerda que ni siquiera esta educación basta para garantizar el orden, por lo que nadie en su sano juicio confía la moral a la espontaneidad, ni reduce lo psicológico a lo fisiológico, lo cual sí hacemos con la mera salud. Así, la naturaleza cede ante el imperio de la voluntad, que en nuestro caso es voluntad corrompida, voluntad frustrada. Si nuestros genes, a la hora de conservar nuestra fortaleza o permitir nuestra reproducción, errasen tanto como nuestras voliciones en acertar lo que nos conviene, habríamos desaparecido de la tierra casi antes de empezar a ser. Luego no por disfrazar al buen salvaje de chimpancé son más creíbles los delirios de esta doctrina que, excediendo toda competencia científica, los neodarwinistas os habéis arrogado.

Respecto a tu moral cuasivegetariana, lamento decir que es contradictoria. Ya he defendido que toda ética debe basarse en una premisa mayor al margen de los hechos y superior a todo lo experimentable: lo que llamamos un absoluto. ¿Cuál es tu absoluto? Si es "el dolor es malo", ¿acaso no experimentas dolor o displacer con las privaciones a las que te sometes? Y si lo que pretendes es encontrar un punto de equilibrio entre tu dolor y el de los irracionales de cuya carne te abstienes, ¿cómo obrarás cuando haya un conflicto directo entre su interés y el tuyo? En derecho afirmamos que ante la fuerza mayor decae el deber público, esto es, se impone el absoluto, conservar la propia vida, aboliéndose el medio ordinario para lograrlo, la convivencia en sociedad. Ahora bien, puesto que el respeto de la vida de los demás animales no es un absoluto, ya que decae ante mi interés de conservar la mía, ni es un medio adecuado para que éste se realice, no ha de ser tenido por obligación moral entre los hombres.

Hugo dijo...

iperico:

¿Puedes citar bibliografía sobre esta cuestión?

Marc Hauser, Frans de Waal, Steven Pinker, Michael Gazzaniga, Patricia Churchland, Marc Bekoff, Jaak Panksepp...

En concreto me gustaría saber si los genes sólo influyen en los principios morales o, más allá, los determinan, de forma que un contenido genético concreto conlleve necesariamente la defensa de unos principios morales y no otros.

Más bien lo primero. Todo el mundo tiene 'principios morales', una base común donde tiene lugar la moralidad.

Miserere:

Es evidente que no podemos converger, ya que tu fe te indica que la moral natural es tan humana como otra cualquiera... ya que está sólo puede haber sido creada por el ser humano.

Eso no es fe. Fe es esto: 'Mi fe me dice que la naturaleza fue creada por Dios'.

El perpetrador:

La frase de "Si Dios no existe, todo está permitido" está, al menos, atribuida a Dostoievsky si no me equivoco.

Mil perdones. La primera en la frente ;-)

irichc:

¿cómo obrarás cuando haya un conflicto directo entre su interés y el tuyo?

De esta manera.

puesto que el respeto de la vida de los demás animales no es un absoluto, ya que decae ante mi interés de conservar la mía, ni es un medio adecuado para que éste se realice, no ha de ser tenido por obligación moral entre los hombres.

En mi opinión eso es un non sequitur como una casa. Que no existan valores absolutos (para mí no existen) no significa que no podamos tener obligaciones para con los animales no humanos.

Un saludo a todos.

iperico dijo...

Hugo, si los genes influyen en los principios morales pero no los determinan estaríamos ante una teoría más desarrollada de lo que los clásicos indicaron de la influencia de los temperamentos en la conducta, lo del sanguíneo, flemático, colérico o sentimental.

Pero nunca ha "determinado" esos principios morales porque la razón es capaz de analizar las razones que llevan a cada persona, influída por su temperamento, a tener a un modo de conducta (o tender a él) y ver cómo mediatiza ese temperamento el modo de pensar y valorar.

También la razón y la voluntad hacen que el ser humano venza esas tendencias o, al menos, si no las vence, sea capaz de entender la justicia o injusticia de sus conductas.

Por eso hay seres humanos con distinta "fisiología" que comparten unos mismos principios morales.

El problema que puede conllevar el ateísmo (y no sólo el ateísmo, también por la imperfección del ser humano en general) es que bien no entendemos ni conocemos la realidad en su conjunto con el alcance suficiente para tomar una decisión moralmente correcta bien sabemos que una decisión no es del todo correcta pero lo obviamos. En el primer caso, muchos creyentes confían su criterio en el que la religión le ofrece, porque confían en que éste procede de la Verdad (otros creyentes, como los ateos, cuestionan la Verdad).

Pero lo más grave sucede en el segundo caso, cuando se intuye (sin rascar mucho) que estamos haciendo algo malo. Ahí es cuándo no queremos que nadie nos recuerde que eso está mal. Entonces es cuando te humilla sentirte juzgado y te cabreas contra la religión y quieres que se callen, que no te recuerden que te estás equivocando y apelas a tu "libertad", al liberalismo revolucionario francés que en realidad no nos hace libres porque libertad y verdad van de la mano.