martes, 19 de noviembre de 2013

El defecto en lo perfecto




Sólo podía crearse un universo con leyes generales si se permitía en él cierta cantidad de mal y de imperfección, entre la que se incluye la de la enfermedad y la muerte. Un mundo en el que esta clase de accidentes sea imposible en cualquier caso es un mundo sin flexibilidad en los fenómenos y, a la postre, sin libertad en las mentes, inhabitable para criaturas racionales. En cambio, en un diseño sabio y meditado el mal es siempre un medio para un bien mayor.

Un universo donde el mal es imposible es un universo sumamente restringido en términos lógicos. Imaginad un juego en el que perder fuera imposible, o una relación amorosa donde el fracaso estuviera inmediatamente excluido del espectro de posibilidades. No consideraríamos que se diera una verdadera libertad en ninguno de los dos escenarios, sino una suerte de espectáculo al que asistiríamos pasivamente. Éste es el mundo de los débiles, y la vuestra es la perfección de los débiles: una falsa perfección. Dios ha querido sacrificar la seguridad de los bienes materiales para obtener bienes mayores, fundamentalmente bienes morales en cuya consecución quepa errar y fracasar. Prueba de que Dios es un ser moral y nos ha creado a su semejanza.

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