lunes, 14 de julio de 2008

Política 2.0


Propongo cinco definiciones elementales:

Sentido: negación del azar y la necesidad.

Felicidad:
comprensión del sentido en el individuo.

Moral: afirmación de la felicidad en la salud.

Política:
aplicación de la moral en el orden.

Historia: representación de la política en el tiempo.

A partir de las mismas, examínese esta afirmación:

La Historia no tiene sentido. No existe ninguna ley histórica. No estamos condenados a ser protagonistas de algo científicamente predecible. Somos libres.

Con ella se abre un texto que culmina con las siguientes palabras, en alusión al problema de la pobreza mundial: "Es nuestra responsabilidad".

No deja de chocarme que quien nos niega los fines como cuerpo político o raza nos confiera responsabilidades culturales o inmanentes (¿frente a qué autoridad responderíamos en caso de no cumplirlas?, pregunto). Y es que si algo carece de fines es la especie, categoría naturalista que refleja un estado de hecho sometido de continuo a la variación heterogénea y ciega.

Por contra, el individuo sólo tiene un imperativo insoslayable: buscar su propia felicidad, búsqueda que en los animales sociales se articula a través de la política. Con lo cual resulta legítimo rehuir el huero esencialismo especeísta, así como su negación a cargo del nihilismo, y decir en su lugar que los fines de la especie son, sin más, aquellos que persiguen los individuos políticos en aras a obtener ordenadamente la felicidad y la autoconservación.

Es ley histórica, pues, el que no todos persigan estos fines, y el que las posiciones encontradas de ambos grupos no lleguen a resolverse nunca definitivamente (hasta el día del Juicio, según Agustín). No existe otra ley, o nos es desconocida. Este conflicto no anula el sentido, sino que lo convierte en una realidad agonal.

6 comentarios:

Héctor Meda dijo...

Hola,

Creo que lisa y llanamente el empiece es pura retórica. Si no lo es entonces estamos ante un pensamiento del estilo tabla rasa que es el tipo de pensamiento que, paradójicamente, los siracusianos constantemente se afanan en denunciar y se ufanan al denunciarlo.

Estoy, en lineas generales, de acuerdo con tu texto (¡aunque te pueda sorprender!) aunque me chirría esta definición tuya:
Sentido: negación del azar y la necesidad
pues lo que yo entiendo es que sentido SÍ implica necesidad, una necesidad lógica para ser más concisos.

Saludos

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Hola, Héctor.

No sé qué te mueve a pensar que soy partidario de la tabula rasa, habida cuenta de que todo mi blog se opone a esa concepción por partida doble, esto es, por leibniziano ("nihil est in intellectu quod prius non fuerit in sensu, excipe: nisi ipse intellectus") y por agustiniano ("massa damnata").

Lo que une a los miembros del interesante proyecto "Siracusa 2.0", además de la vanidad, es el rechazo a la anarquía tanto en lo económico como en lo moral, que viene a ser algo parecido. Ello conlleva, como es lógico, una valoración del Estado más positiva y responsable que la que observamos en Redliberal, meramente panfletaria; valoración de la que soy solidario desde hace tiempo.

Comparten, sin embargo, otras opiniones mucho más discutibles, y que considero nihilismo camuflado, como el fundamento etológico del poder y una visión maquiavélica y cesarista de la política internacional, que se procura suavizar con la adopción de parte del imaginario izquierdista (apreciable en los recurrentes e histriónicos tics anticlericales, en el apoyo del esperpento gay -apelando al determinismo genético, arma de dos filos- o en la "sed de justicia" neojacobina).

Creo que, al margen de lo que comento, Lamas y Robredo están obsesionados con la idea de la fuerza no sólo como partera de la historia, sino también como rectora de los asuntos humanos en general. De ahí su fascinación por el capitalismo y la tecnología, similar a la de los fascistas de vanguardia del periodo de entreguerras.

Respecto a lo que dices del sentido, hablamos de cosas distintas. Un razonamiento lógico es válido necesariamente, lo cual es tanto como afirmar que un razonamiento lógico es necesariamente lógico. Pero no se sigue de ahí que su puesta en práctica escape a la contingencia del mundo de los acontecimientos, que es lo que yo sostengo.

Héctor Meda dijo...

Hola,

Dices:
No sé qué te mueve a pensar que soy partidario de la tabula rasa,(...)

Absolutamente nada ;-D
Me refería al articulista si nos atenemos a su primer párrafo

Lo que une a los miembros del interesante proyecto "Siracusa 2.0", además de la vanidad,
:-D

es el rechazo a la anarquía tanto en lo económico como en lo moral, que viene a ser algo parecido

Ausencia de poder centralizado no implica ausencia de orden, antes bien, todo lo contrario. Mira la naturaleza.

(...)otras opiniones mucho más discutibles(...)una visión maquiavélica y cesarista de la política internacional

Totalmente de acuerdo. Sin embargo, no creo que sea justo la comparación de Cesar con Maquiavelo, pero bueno, ese es otro cantar. En lo que quieres decir estoy de acuerdo

que se procura suavizar con la adopción de parte del imaginario izquierdista (apreciable en los recurrentes e histriónicos tics anticlericales, en el apoyo del esperpento gay -apelando al determinismo genético, arma de dos filos- o en la "sed de justicia" neojacobina).

No estoy de acuerdo. Lacismo (no matacurismo, por supuesto) y libertad sexual son síntomas de una sociedad autoregulada y madura.

Lamas y Robredo están obsesionados con la idea de la fuerza no sólo como partera de la historia, sino también como rectora de los asuntos humanos en general. De ahí su fascinación por el capitalismo y la tecnología, similar a la de los fascistas de vanguardia del periodo de entreguerras

Aquí tampoco te sigo, en el sentido de no compartir tus ideas. Este punto daría para una discusión eterna así que dejo unos esbozos de mis idesas por si te apetece conocerlas
1) Personalmente no creo que haya mucha ideología común entre Robredo y Lamas (y en general, entre los siracusianos) y lo que dices es más aplicable (creo) a Lamas que a Robredo. En cualquier caso no me apetece ser hermeneuta de ninguno de los dos, así que aquí acabo con ellos.
2) El capitalismo nunca ha sido bien visto por el fascismo (por ejemplo aqui), todo lo contrario y si por vanguardias de entreguerras te refieres al futurismo y demás (¿cuáles si no? ¿el dadaísmo?), una cosa es que prefirieran a un tren en marcha frente a la Venus de Milo y otra cosa es que no fueran, como de hecho eran, anarquistas de izquierdas en su mayoría, es decir, anticapitalistas.
3)Yo sí creo que hay fuerzas naturales que nos pueden servir de orientación, de forma que las sociedades pueden (y de hecho lo hacen) desarrollar espontáneamente instituciones que sirvan de guía y apoyo al bienestar de los individuos (lenguaje, leyes, dinero, seguros, ...) Estas instituciones sí que pueden cosiderarse (aunque sea metafóricamente) como fuerzas impulsoras de la sociedad de forma que el impedimento de su normal desenvolvimiento sí que puede considerarse como un impedimento de las fuerzas rectoras de la sociedad.

Respecto a lo que dices del sentido, hablamos de cosas distintas

Lo que decía es que algo con sentido no participa del azar pero sí de una necesidad (lógica, metafísica, etcétera; llámala como quieras). En tu frase pareces decir que ni lo uno (azar) ni lo otro (necesidad) participan del concepto de sentido. Leibniz hubiera estado de acuerdo conmigo, creo.

Un razonamiento lógico es válido necesariamente, lo cual es tanto como afirmar que un razonamiento lógico es necesariamente lógico. Pero no se sigue de ahí que su puesta en práctica escape a la contingencia del mundo de los acontecimientos, que es lo que yo sostengo

Sí, de acuerdo. Así entiendo sentido. Como algo que no participa de la contingencia.

Saludos

Héctor Meda dijo...

Nota aclaratoria:

A ver releyendo mi primer comentario se entiende la confusión. Cuando decía Creo que lisa y llanamente el empiece es pura retórica me refería al empiece del artículo siracusiano citado.
No quería, pues, tachar de mera retórica tu primer párrafo irchc.
Juzgaba al texto siracusiano precisamente según los propios estándares de enjuciamiento de los demás que tienen los siracusianos

Saludos

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Hola, Héctor.

Te explicaste bien, pero te leí demasiado deprisa y di por hecho que la crítica iba dirigida a mí.

El párrafo citado, aunque suene algo hueco, no es retórica. Se trata de una declaración programática con la que no se es muy consistente, como ya he apuntado, pero que pretende cimentar todo lo demás. Si la historia no tiene ningún sentido "a priori" y se amolda como la cera a las decisiones de los seres libres, se está adoptando un punto de vista pragmático por el que debe gobernar no el más legitimado (todo ser libre lo sería por igual), sino el más capacitado. Y éste es el que reúne una mayor tecnología para activar la compleja maquinaria social y cuenta con la fuerza necesaria a fin de asegurarla frente a los enemigos del interés común. Esto es, el Estado, y en particular el Estado más fuerte o Imperio. Limpio de polvo y paja, el texto no dice nada más que esto.

Es cierto que el autor resulta ingenuo al asociar la libertad con la carencia de sentido predeterminado, como si el hombre fuese una textura completamente abierta. De la invalidez relativa de las predicciones marxistas -a las que de forma implícita se alude con el término "ley histórica"- infiere en exceso que no existe ninguna ley en historia. Lo cual conlleva reconocer que la política, objeto de ésta, no es una ciencia, pues está falta de principios y axiomas, y lo que carece de constantes no puede ser estudiado.

La política, pues, equivaldría a los actos políticos, entendiéndose por tales los que rigen el destino de una comunidad de hombres. De modo que no se podría preceptuar nada sobre los mismos, como hace sin embargo Lamas al sostener que "la mejor forma de gobierno es la más estable". En efecto, para proceder de esta manera debería haber sentado antes el principio de que la política es la búsqueda de lo mejor para el grupo social (la aplicación de la moral en el orden, en mis propias palabras). Pero no lo ha hecho, porque necesita justificar una fuerza bruta para la que los conceptos "mejor" y "peor" sean condicionales en la medida en que no se cuestiona el qué (quién gobierna y con qué derecho) sino el cómo (los resultados). El Imperio, se nos dice, es bueno de por sí, porque es el que puede desarrollar políticas beneficiosas para todo el mundo. Con todo, del puede se deriva un debe ("es nuestra responsabilidad") que no es, ahora sí, más que burda retórica.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Contesto:

El capitalismo nunca ha sido bien visto por el fascismo

Puede no haber sido bien visto por su "falta de espíritu", pero de facto se aplicó, y de qué manera. No de forma pura, pero eso da igual, ya que nadie sabe muy bien en qué consiste la pureza del capitalismo, si es que ha de ser distinta a la competición regulada de los agentes interactuantes. En los regímenes fascistas incluso las matanzas estaban planificadas como ejercicio de la superioridad de un grupo sobre otro. No hubo en ellos anarquía ni frentepopulismo, o no de manera significativa, ya que se obedecía a una jerarquía sumamente rígida.


Lo que decía es que algo con sentido no participa del azar pero sí de una necesidad (lógica, metafísica, etcétera; llámala como quieras). En tu frase pareces decir que ni lo uno (azar) ni lo otro (necesidad) participan del concepto de sentido. Leibniz hubiera estado de acuerdo conmigo, creo.

Si por necesidad se entiende el que algo sólo puede discurrir de una manera, ¿a qué hablar de sentido? ¿Tiene algún sentido la existencia de las piedras? ¿Se dirige a algún fin voluntario en concreto? Las piedras están para hacer bellos castillos, decía el Leibniz caricaturizado por Voltaire. Pero este finalismo antrópico tiene poco de racional, por lo que se desecha (al menos en lo tocante a Leibniz y a mí). Los meros agregados de materia no tienen fines propios, y se reducen a objetos de la imaginación. Luego, si los hombres fuéramos como las piedras, no podríamos hablar de un sentido en nuestra existencia individual, sino de un destino común con toda la mole del universo.