Cuán lejos la mera naturaleza podría llevarnos es algo que podemos juzgar por el ejemplo de esos animales que aún siguen sus leyes, e incluso de aquellos a los que ha otorgado una disposición más fiera y armas más terribles que las que la naturaleza ha pretendido que usáramos nosotros. Es una verdad incontestable que los hombres han causado más estragos entre los hombres, en un año, que el que han causado todos los leones, tigres, panteras, onzas, leopardos, hienas, rinocerontes, elefantes, osos y lobos en sus varias especies desde el comienzo del mundo, aunque se lleven muy mal entre sí y tienen una proporción mucho mayor de rabia y furia en su naturaleza que nosotros. ¡Pero qué decir de vosotros, legisladores, civilizadores de la humanidad, de Orfeo, Moisés, Minos, Solón, Teseo, Licurgo, Numa! ¡Si hablamos de vosotros, vuestras regulaciones han causado más perjuicio a sangre fría que el que ha causado o podría causar toda la rabia de los más fieros animales en sus mayores terrores o furias!
Burke, parodiando a los defensores de una moral instintiva extraña a la idea de pecado. En ella la culpa jamás es del hombre natural, sino de la cultura.
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