Las proposiciones universales son los fundamentos de la demostración filosófica
Ahora bien, este error de Nizolio no es despreciable porque lleva en el fondo algo de gran importancia. Pues, si los universales no son otra cosa que colecciones de singulares, se seguirá que no existe la ciencia por demostración (cosa que dice también Nizolio más adelante), sino colección de singulares o inducción. Mas por este procedimiento desaparecerán absolutamente las ciencias y los escépticos habrán conseguido la victoria. En efecto, por este procedimiento no pueden formarse nunca proposiciones perfectamente universales, porque por inducción nunca se puede estar seguro de que se han experimentado todos los individuos, sino que siempre nos moveremos en el ámbito de la proposición "todo lo que he experimentado es tal cosa". Pero, como no puede darse ninguna verdadera razón universal, siempre permanecerá la posibilidad de que innumerables cosas que tú no has experimentado sean distintas. Pero dirás que el fuego (es decir, el cuerpo luminoso, fluido y sutil) que brota de la leña de modo ordinario, quema; decimos, de modo universal, aunque nadie haya experimentado todos los fuegos de tal tipo, sino porque esto ya ha quedado claro en aquellos que hemos experimentado. Así que inferimos de esto y creemos con certeza moral que todos estos fuegos queman y nos quemarán si acercamos la mano.
Pero esta certeza moral no está fundada en la inducción solamente, ya que no se consigue sólo por la inducción, sino con la ayuda y el apoyo de las siguientes proposiciones universales que dependen no de la inducción de los singulares, sino de la idea universal o definición de los términos: 1.ª Si la causa es la misma o semejante en todos los casos, el efecto será el mismo o semejante en todos los casos. 2.ª No se presupone la existencia de una cosa que no es percibida. Y, finalmente, 3.ª Todo lo que no se presupone, en la práctica hay que tenerlo por nada, antes de que se pruebe.
De estas proposiciones surge la certeza moral de la proposición "todo aquel fuego quema". Pues supongamos que el fuego que ahora se me presenta sea de tal clase, digo, que sea en todos los aspectos (en lo referente a nuestra cuestión) semejante a los anteriores, porque, por hipótesis, no percibo diferencia alguna que afecte a la cuestión; y lo que no se percibe no se presupone, por la proposición de apoyo 2.ª Por la proposición 3.ª, lo que no se presupone, en la práctica, hay que tenerlo por nada. Luego hay que mantener, en la práctica, que es igual en todos los aspectos (en lo referente a nuestra cuestión). Ahora bien, por la proposición 1.ª, el efecto, es decir, la combustión, por hipótesis, será semejante en todos los aspectos. Luego hay que admitir, en la práctica, que cualquier fuego dado de tal clase, o todo aquel fuego, quemará. Cosa que se pretendía demostrar.
De esto ya queda claro que la inducción per se no produce nada, ni siquiera certeza moral, sin la ayuda de proposiciones dependientes no de la inducción, sino de la razón universal. Porque, si también estas proposiciones de apoyo tuvieran su valor por inducción, necesitarían de nuevas proposiciones de apoyo y así no tendríamos certeza moral en un proceso hasta el infinito. Pero la certeza perfecta no puede esperarse totalmente de la inducción con la ayuda de cualquier tipo de apoyo y, así, no conoceremos nunca perfectamente sólo por inducción la proposición "el todo es mayor que una de las partes". En efecto, aparecerá luego quien niegue, por cualquier razón peculiar, que sea verdadera en otros casos no experimentados, como sabemos, de hecho, que Gregorio de S. Vicente negó que el todo fuese mayor que una de sus partes, por lo menos en los ángulos de contacto; y que otros lo han negado a propósito del infinito; y que Thomas Hobbes (pero ¡hasta ese hombre!) comenzó a dudar de aquella proposición geométrica demostrada por Pitágoras y considerada digna de un sacrificio de hecatombe, cosa que yo he leído, no sin estupor.
Leibniz