jueves, 16 de julio de 2009

Teología del bienestar


Existe un motivo para que la religión retroceda hoy más en los países desarrollados, y es que los fenómenos ideológicos cobran en éstos mayor virulencia, por ser más complejas sus interrelaciones y desenvolverse más rápido los procesos sociales a ellas unidos. Por la misma razón, cuando la tendencia sea opuesta y se invierta la hegemonía, se intercambiarán los papeles que hoy juraríamos permanentes, sin que quepa hablar en cambio de asignaciones fijas o clasistas en el mundo de las ideas.

Las causas de la prosperidad y decadencia de una forma de pensamiento son múltiples y oscuras; se diría incluso que arbitrarias, sucediéndose históricamente unas a otras en movimiento pendular. Por ello en el interior de ese lento vaivén no todo es homogéneo, existiendo elementos de transición que configuran una tal naturaleza bifronte. Dichos elementos perduran siempre, en perpetua tensión, pese a cambiar de función y aspecto. La reconciliación total del presente con el futuro es un sueño mesiánico que jamás se cumple.

Ahora bien, si el hombre está destinado a ser feliz y a apartarse del consuelo imaginario de la religión -aunque todo consuelo es imaginario en cierta medida-, entonces será vano contrarrestar esa tendencia irresistible. Sin embargo, lo que funciona a nivel macro debería funcionar a nivel micro, salvo que sea una falacia estadística, como sin duda es en este caso. Así, si la hipótesis que correlaciona depauperación y devoción fuera cierta por necesidad intrínseca, los hombres más religiosos serían también los más pobres y desamparados. Esto no sólo es falso (en tanto que podemos cambiar de fortuna con más facilidad que de religión) e impreciso (puesto que el desamparo es sobre todo una variable psíquica, cultural o epocal), sino que contraviene el conocido presupuesto marxista que asume que ha de darse una conciencia de clase de signo ateo en aquellos que "no pueden perder más que sus cadenas".

Triunfa la conciencia sobre la teología del bienestar.

9 comentarios:

Héctor Meda dijo...

Hay un dicho inglés que dice que hay tres tipos de mentiras: las mentiras pequeñas, las grandes mentiras y las estadísticas que se pueden moldear y recrear a gusto de cada cual para decir lo que más le apetezca.

También está demostrado estadísticamente que el descenso de piratas ha ido correlativo con un aumento de la temperatura general, vamos, con el cambio climático. No es broma, las estadísticas lo dicen.

Por cierto, mucho me extraña que no hayas dicho nada de este texto:

http://www.revolucionnaturalista.com/2009/07/steven-pinker-defiende-el-materialismo.html

Que es un ejercicio lamentable de sectarismo.

Pepe dijo...

Eduardo se considera más rabioso que furioso.
No sabría que decir.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Recuerdo además que en la segunda República no eran precisamente los más pobres de España los más religiosos. Entre los campesinos andaluces cundió el ateísmo.

Iñigo Azcorra dijo...

La iglesia, la monarquia, la democracia, etc son modelos de estado que incluso pueden cohexistir, los modelos de estado compiten entre ellos ganando adeptos. La democracia nos ofrece un bienestar que no nos ofrece un estado religioso, por tanto vence paulatinamente a un estado religioso decreciente.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Exacto, Jesús, es lo que vengo a decir. Las sociedades avanzadas lo están respecto al estado dialéctico anterior, no respecto a toda la historia de la humanidad, como cree el progresismo cuando le conviene. Se trata de una cuestión de velocidad relativa, no de movimiento absoluto.

La civilización es una máquina de digerir contradicciones, marginando aquellas que no puede asimilar en un momento determinado. Cuando agobiada por la carga las aparta todas, o una gran mayoría, deja sus principios esenciales en el suspenso de la indefinición. Robredo parte de una sociedad reconciliada o en vías de ello, donde el descreyente se identifica con el ateo riguroso y apolíneo. Es una estupidez propagandística.

Las condiciones materiales pueden propiciar una idea, pero no la determinan. Lo que realmente afecta a la vigencia de un concepto es su solidez y su utilidad. El concepto de Dios es sumamente sólido y sumamente útil incluso en el deprimente panorama de estómagos satisfechos que pinta nuestro amigo naturalista. Además, la fuerza de una tesis depende en la práctica de la elite que la sostiene, no de la masa que se deja arrastrar por la opinión general.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Hector, completamente de acuerdo. La estadística, la falsa analogía y el recurso a las bajas pasiones son estrategias habituales del pensamiento débil.

Respecto a Pinker, en su línea, no me sorprende.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Pepe, puedes darte por satisfecho de que Robredo te haya dejado comentar en su blog. Se ve que tenía indecibles ganas de hacernos saber lo versado que está en teología, absurdo orgullo en un materialista de su jaez.

Pepe dijo...

Es cierto, nunca me publica ningún comentario, y esta vez sí. Sin duda para lucir sus conocimientos teológicos.
Robredo y Paleofriki se consideran ateos rabiosos. Pobrecitos.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

El furor misionero ateo existe, aunque sea difícil de explicar si no recurrimos a la manía. Debe de ser un arcano del tipo del de la envidia del pene, que nunca entenderé. Cuando fui ateo no me dio por convencer a nadie. Era un nihilista consecuente.