viernes, 11 de junio de 2010

Quimeras




¿Cómo conciliar los fenómenos del movimiento con los del pensamiento? Cuando razono, concluyo de una cosa otra, de ésta una tercera, y así al infinito. Si estos pensamientos diferenciados no son más que las variaciones que acontecen en la velocidad y en la determinación del movimiento de partes de pura materia, es necesario que sean obra de algún motor externo, puesto que dichas partes no habrían podido moverse por sí mismas de un sentido al otro.

Este motor, sea lo que sea, sólo puede ser material, pues en caso contrario se abandonaría el sistema. Pero si el motor mismo es material, deberá todavía recibir su movimiento de otros, ya que igual razón subsiste para él que para las partes a las que confiere una nueva determinación. Este mismo motor debe tener otro, este otro debe también tener el suyo, y así al infinito para formar el más nimio razonamiento... ¿Qué opinión ha de merecernos esta sucesión infinita de motores, que es preciso admitir para explicar por la mecánica las operaciones del espíritu? ¿Puede imaginarse algo más extravagante y menos filosófico?


Humphry Ditton


NB: Pese a estar inspirados por el mismo argumento, he dado con este texto después de escribir el mío, no antes.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Aceptemos la necesidad de una causa primera, aceptemos que la vida humana tiene algo que ver con una cadena de causas, es decir, aceptamos el modelo cartesiano de la conciencia (damos propiedades mecánicas a la mente, cosa no muy de moda en la filosofía actual); es más, nos volvemos vitalistas y aceptamos ese "algo" que diferencia a un ser vivo de uno no vivo que no puede reducirse a una estructuración de materia...

¿De dónde inferimos que, a partir de esto, nuestras facultades intelectuales superiores tengan continuidad cuando yo muero?

Daniel Vicente Carrillo dijo...

No se infiere, es una cuestión de fe. Pero al menos apunta a un milagro coherente con el propósito original de la naturaleza, que fue creada para la inmortalidad de sus individuos racionales.

Anónimo dijo...

¿Cómo sabes que la naturaleza fue creada para la inmortalidad de sus individuos racionales? ¿Otro salto de fe para justificar un primer salto de fe?

Parece que hay una petición de principio... la inmortalidad como cuestión de fe justificada en el propósito de la naturaleza que es la misma inmortalidad...

Daniel Vicente Carrillo dijo...

La inmortalidad no es una cuestión de fe, es una cuestión de razón (por todo lo expuesto). Pero las promesas de la salvación o condenación eterna, el Cielo, los cuerpos gloriosos, etc., sí son cuestiones de fe, aunque no repugnen ni a la razón ni a la naturaleza. Es decir, podemos persuadirnos de que la vida no nace ni muere jamás toda vez que hay materia, pero debemos acudir a la religión revelada para confiar en que las facultades intelectuales superiores serán conservadas tras la destrucción del cuerpo visible.