viernes, 16 de enero de 2009

Ser para la vida


La creencia en la inmortalidad es una prolongación del instinto de supervivencia. Es precisamente ella la que nos permite estar en igualdad de condiciones con los demás seres vivos, que al desconocer la muerte se creen inmortales. Ya que lo natural es morirse, si quisiéramos cumplir con la naturaleza procuraríamos alcanzar ese fin lo antes posible. En lugar de ello, damos prioridad al sujeto, no basándonos en la ignorancia como las bestias, sino en el conocimiento al que llamamos religión.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Querido Mr. Irichc:

Atento a tu lema: "Lo que no entendemos no lo poseemos", y con todo el debido respeto, quisiera hacer unas observaciones sobre este post. Las hago desde ese cristianismo cultural que nos ha traído personas como Copérnico, Galileo, hasta Darwin.

Me fascina leer que los demás seres vivos (los que no son homo sapiens, asumo) desconocen la muerte, se "creen" inmortales, y esto es una prolongación del instinto de la supervivencia.

Los demás animales son capaces de "desconocer"? Son capaces de "creer"? Alego que los demás seres vivos viven mientras pueden, y lo demás es pura especulación humana, especialmente lo de inmortalidad.

Lo natural es morirse? Yo creía que lo natural era vivir para procrear. Si queremos cumplir con el "mandato" de la naturaleza, procrearemos, que para eso hemos nacido, según las leyes de la evolución y de la selección natural. No hay manera más bonita de celebrar la preciosa vida.

Las bestias son ignorantes? Me parece que están genéticamente programadas para hacer lo que hacen dentro de su entorno natural, y lo hacen estupendamente: por eso la evolución los ha favorecido: han sobrevivido, han procreado, y están aquí.

Si lo que llamamos religión es conocimiento, por qué se parapeta contínuamente detrás de dogmas antiguos, rígidos e intransigentes, y abjura de la investigación científica hasta que no tiene más remedio, siglos después, que reconocer su error?

Honestamente, no lo entiendo. Quiero entender. Igual me lo puedes explicar, te lo agradezco de antemano. Un abrazo.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Estimado vicar,

No te discutiré que no hay, entre los llamados irracionales, ningún animal que se atribuya la inmortalidad en un sentido positivo. Pero negativamente, en tanto que desconozca su condición mortal, es posible afirmarlo.

Procrear, dices, es lo natural. Y en parte lo es, añado, porque somos mortales. El individuo intuye su caducidad, deduciéndola confusamente de su mutabilidad, y procura perpetuarse a través de la especie. Esto se aplica a todos los vivientes de una cadena trófica. Cuando los teólogos sostienen que cada ángel constituye una especie quizá tengan en consideración lo superfluo de la reproducción de los inmortales.

Ahora bien, o la muerte es un fin natural o no lo es. Si no lo es, se concede que es sobrenatural, cosa que al naturalista no le está permitida. Asumo, pues, por el bien del argumento, que la muerte es un fin natural. ¿Podemos desobedecer los fines que la naturaleza nos impone? Sólo desde la consciencia de ser algo distinto a ella, de ser portadores de valor, de considerar intangibles por encima de la propia vida. El animal no humano carece de esta reflexión moral. Por tanto, si rechaza el fin de la muerte, es sólo porque otro fin más poderoso, el de autoconservación, prevalece sobre el anterior.

Sin embargo, un animal no tiene razones para sobrevivir una vez ha procreado. No posee un valor de individuo que le haga sujetarse a la existencia, puesto que ya está representado por la especie o por el grupo. No hay honor en las bestias, ni motivos trascendentes para contrariar el curso de los acontecimientos. Sólo luchan por la vida en virtud de su instinto, que es la ignorancia de su mortalidad.

Un hombre, en cambio, tiene razones morales para sobrevivir, pero sabe que morirá. Si ignorase su muerte, perdería el uso de razón, se animalizaría; y si la aceptase, anularía aquellas razones por las que ha concluido que vivir es mejor que no vivir. Es por ello que no tiene otra alternativa que la inmortalidad, en caso de que desee permanecer por encima de los demás animales y no extinguirse voluntariamente.

Un abrazo.

Jesús Cotta Lobato dijo...

Me parece estupenda esta reflexión. Nunca se me había ocurrido.Bravo