miércoles, 6 de mayo de 2009

Sumario




Una moral subjetiva no se distingue en nada de la inmoralidad (Chesterton). Sin embargo, la objetividad moral no está en la naturaleza, que apela al egoísmo (Smith, Lucrecio), ni en la costumbre, que fija el falso paradigma de la normalidad (Arendt). Ni siquiera está en las ideas, por ser éstas limitadas en relación al bien que se persigue (Abbadie), o recíprocamente contradictorias, ya que nadie puede negarse a sí mismo sin afirmarse, ni afirmarse sin negarse (Kierkegaard). Por tanto, está en Dios o en ninguna parte.

14 comentarios:

Héctor Meda dijo...

Buen sumario.

Si finalmente la moral no está alojada en las ideas por ser éstas limitadas en relación al bien que se persigue (Abbadie), o recíprocamente contradictorias, ya que nadie puede negarse a sí mismo sin afirmarse, ni afirmarse sin negarse (Kierkegaard), finalmente estás de acuerdo en que no somos criaturas kantianas.

En donde no estoy de acuerdo es en que la objetividad moral no está en la naturaleza porque apela al egoísmo pues precisamente nuestro órgano moral, análogo al lingüístico, existe para hacer posible el acoplamiento social y por tanto trascender, de algún modo, el ciego individualismo.

Y es que dices que la moral o está en Dios o en ninguna parte pero te quedas en la primera parte, la segunda, admitida que hay moral en Dios, trataría de responder dónde se puede leer dicha moral y la respuesta, bueno, mi respuesta es que está inscrita en los carácteres que conforman nuestra naturaleza.

Rubén Muñoz Martínez dijo...

Kant completaría este recorrido de forma genial y con una gran dosis de verdad. Un saludo.

Outsider friar dijo...

Uf, más que sumario, sumarísimo. Y, en contra de otros sumarísimos, creo que bastante acertado. Debo confesar que siempre he desconfiado del llamado "derecho natural" o de otras denominaciones equivalentes. Mi pregunta sería: ¿puede de verdad la moral objetiva ser leída en los caracteres que conforman nuestra naturaleza? Tal vez lo que esté en nuestra naturaleza sea sólo la "capacidad de lectura", una cierta potencialidad que puede o no ser actuada...

Víctor Manuel Casco Ruiz dijo...

Me temo que desde que ese anticristo llamado Nietzche escribiera su "Genealogía de la Moral" y Freud su "El porvenir de una ilusión" plantear a un supuesto "Ser Supremo", llamémosle Dios, como fuente de la moral, está algo superada.

Además, y si nos centramos en el Dios judeocristiano: ¿qué moral?

¿Asumimos todo el Deuteronomio? ¿El Levítico? ¿Dios prohibe no matar o solo no matar a los creyentes? ¿Nos podemos casar varias veces o solo una? ¿Hay que lapidar a las adúlteras o seguimos el consejo de Jesús? ¿Estamos obligados a casarnos y procrear o nos fiamos de Pablo y su aversión al sexo?

Teniendo en cuenta que - al leer la Biblia - parece que Dios no está de acuerdo consigo mismo 50 años seguidos, a lo mejor va a resultar que la moral procede de la nada

(O de nuestra psicología) Dios sabrá

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Hector:

finalmente estás de acuerdo en que no somos criaturas kantianas.Es obvio que no lo somos, pero la cuestión es si debemos serlo.


nuestro órgano moral, análogo al lingüístico, existe para hacer posible el acoplamiento social y por tanto trascender, de algún modo, el ciego individualismo.¿Qué opinarías de un corazón que necesitase ayuda externa para latir? No hay que tener mejor opinión de ese órgano que precisa de leyes impuestas desde fuera para funcionar correctamente en sociedad.


mi respuesta es que está inscrita en los carácteres que conforman nuestra naturaleza.¿Y cómo puedes leer estos caracteres? ¿Quién te ha enseñado a leerlos como para saber que son los correctos y que están bien escritos? ¿Acaso das por bueno todo lo que sientes? ¿Apruebas, por ejemplo, la satisfacción que a buen seguro has experimentado ante alguna (por lo general pequeña) desgracia ajena?

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Algo ha cambiado en Blogger. No soy capaz de editar bien el texto en los comentarios (se pega la respuesta a la cursiva).

Héctor Meda dijo...

Antes de nada decir que lo de blogger es generalizado.

Yo ya me he acostumbrado a poner un punto después de las cursivas para que no se me coman los espacios.

Sigo debatiendo a ver si del debate sacas otro post.

La crítica que haces al órgano moral con la comparación del corazón es extrapolable a una moral venida desde Dios. En ambos casos la moral viene de afuera solo que en el primero podríamos hablar del órgano como intermediario.

En cuanto a la autolectura hay dos interpretaciones: Si no existe el libre albedrío entonces la lectura es trivial pues nomás hablamos de realizar aquellos instintos que podemos identificar como morales.

Si no existe el tema se complica, en principio, pero a efectos prácticos de estudio podríamos suponer que no existe dicho arbitrio como cuando en ciencia se modeliza un fenómeno y se obvian ciertas variables.

p.d: Se ve que estás cargado de trabajo a ver si viniéndote a discutir a tu casa conseguimos que nos regales a los lectores más textos ;-)

Héctor Meda dijo...

Por cierto, si lo que yo te he dicho no, tal vez sí que este post te abra el apetito:

http://surscrd-filosofia.blogspot.com/2009/04/debate-sobre-etica.html

simbol dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
simbol dijo...

"Por tanto, está en Dios o en ninguna parte".

No es tan complicado hombre: nuestra moral está en nuestros actos.

Por otra parte Lucrecio tenía algo de razón, nuestros instintos nos indican "primero usted y sus crias, y luego sálvese quien pueda", pero esa misma evolución que ha producido los instintos, también ha producido una corteza cerebral diferenciada que nos permite razonar y concluir que en muchos casos "o nos salvamos todos o no se salva nadie" (por ejemplo en el caso del calentamiento global) y en otros, que no hay ninguna buena razón para no salvar a quienes podamos (solidaridad).
Finalmente, creo yo, que la mayoria de nosotros sea por institnto o socialización o ambos, nos parece repugnante matar o maltratar a nuestra gente cercana o presenciarlo, y la razón nos permite extrapolarlo a "los demas": puede que a los demás les pase lo mismo y no les guste que le maten o le maltraten a su gente, por lo que en la medida de lo posible, es bueno no hacerles a los demás lo que no nos gusta que nos hagan.

Adicionalmente observo que, por las causas que sean y seguramente las hormonas tienen que ver, sentimos cierto placer en hacer cosas buenas y constructivas por y para los demas, y también cuando esos "demás" lo retribuyen con reconocimiento. No te has sentido "mejor" cuando ayudas a una vieja a pasar la calle? o cuando
trabajas voluntariamente como "arbitro" en un partido de futbol entre chavales? O cuando apartas algo del sueldo qe nunca termina de cubrir los gastos para enviarle alimentos a algun grupo que se está muriendo de hambre y que nunca falta?

No se en tu caso, pero en el mio, nada de eso tiene que ver con dios.

No trabajes mucho, que un exceso de trabajo mella las neuronas.

Saludos

simbol dijo...

Luego de terminar el post anterior me di cuenta que no había atacado el “lado malo” que es el tema de tu blog. Desafortunadamente siempre tratas este tema filosóficamente sin conceptos que puedan usarse operativamente para analizar empíricamente el problema.
Me voy a permitir una intentona en ese dirección.
Asumamos que el mal en la especie humana, a escala personal (por que a escala colectiva la cosa es distinta) podríamos llamarlo “portarse mal”. Aquí tenemos que definir que es portarse mal, y diremos que portarse mal es no portarse normalmente, lo cual nos lleva a definir que es portarse “normalmente”. Digamos que portarse normalmente es portarse como “la mayoría” lo cual nos lleva a preguntar “cómo se porta la mayoría” y que es “la mayoría”. Digamos que social y legalmente en la sociedad que me muevo portarse normalmente excluye el asesinato, la violación, el robo, la pedofilia y otras cosas, cuya comisión lleva a la cárcel. Los que no se portan normalmente van a la cárcel. Y cuando vemos las cifras constatamos que efectivamente es una minoría la que se porta mal porque aquí (USA) hay 2 millones de presos, que se corresponde con algo así como el 1,4% de la población adulta-unos 150 millones de personas), luego podemos decir que el 98,6 se portan bien, es decir “normalmente” y se portan normalmente porque lo normal es que no comentan los crímenes que he sañalado y ciertamente se portan normalmente porque abarcan un 98.6% y dado el número, es obvio que son la mayoría.

Con esto hemos confinado el “mal” al 1.4% de la población, lo cual hace muy arriesgado afirmar que la mayoría de la gente es “mala”. Si miramos con un poco de mas profundidad, podríamos observar que buena parte de esos presos están en la cárcel por lo que se llaman delitos sin victimas, por ejemplo fumar o portar marihuana sin propósito de venderla. Veremos también unos cuantos conductores borrachos, y un número considerable de ladrones que van desde robarse un dulce en un supermercado hasta desplumar a alguien de algunos millones. Cuando llegamos al los crímenes abominables u horrendos nos encontramos con un muy bajo porcentaje. Y cuando examinamos porque ocurren esos crímenes abominables u horrendos encontramos que sus autores en general tienen características de enfermos mentales o una historia familiar desastrosa y frecuentemenrte una mezcla de las dos. Yo estoy convencido que la mayoría de los pedófilos o todos ellos, no son capaces de controlar sus tendencias hormonales y para mi son enfermos mentales, no personas poseidas por el diablo y lo mismo creo de quienes asesinan deliberadamente. No veo porque los analistas del “mal” no reconocen que un cerebro disfuncional causa estos crímenes y un cerebro disfuncional es un problema biológico y no teólogico. Los rezagos de la moral cristiana hace que mandemos a los pedófilos y a los asesinos a la carcel cuando lo que deberíamos hacer es mandarlos a un hospital especial que la vez que trate de curarlos si es posible por que habrá casos en que no lo es, los ponga fuera de circulación para salvaguardar la seguridad de los demás.

La “maldad colectiva”, esa que se refierer a genocidios, guerras y apartheids, es bastante mas complicada. No voy a entrar en ella porque primero me gustaría saber cual fue el proceso de “despistaje” que te llevo a la conclusión de que ese “mal” es causado por el pecado original o el diablo. Para decirlo en cristiano: dónde está tu análisis de las causas materiales que producen esos males que te llevó a descartarlas y concluir que el problema es teológico. Y conste que lei tu post sobre Eichmann y algo de Hanna Arendt, pero nada de eso me lleva al pecado original.

Greetings once again.

simbol dijo...

PS. Si me preguntaras quie fué mas malo entre Eichmann y Torquemada, te aseguro que me pondrías en un problema, porque ciertamente el asunto no es cuantitativo. Si no me das mucho tiempo para la respuesta, me inclinaría por Torquemada. Pero no estoy seguro que sea la misma respuesta si puedo analizarlo mas detenidamente.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Hola, Hector.

En efecto, estoy cargado de trabajo, pero os agradezco a todos que participéis. Vais a tener que disculpar que sea algo moroso y selectivo en mis respuestas.

La crítica que haces al órgano moral con la comparación del corazón es extrapolable a una moral venida desde Dios. En ambos casos la moral viene de afuera solo que en el primero podríamos hablar del órgano como intermediario..
En el texto de Abbadie se nos habla del amor hacia Dios y el amor de sí como uno y el mismo. Creo salvar con ello tu objeción, aunque dudo que una proposición mística como citada tenga buena acogida en cualquier contradictor escéptico. Debe conectarse con el texto de Browne respecto a Dios como la objetividad universal que informa y fundamenta todo acto subjetivo de amor (Religio medici).
.
En cuanto a la autolectura hay dos interpretaciones: Si no existe el libre albedrío entonces la lectura es trivial pues nomás hablamos de realizar aquellos instintos que podemos identificar como morales..
Outsider friar insinúa una tesis que me parece muy acertada: la capacidad de leer algo equivale a haberlo ya leído. Así como la capacidad de vivir de todo ser es, de hecho, la de mantener la vida, otro tanto sucede con el resto de facultades derivadas, que no son más que prolongaciones de facultades primitivas con el único fin común de la conservación del todo. Cuando este fin se frustra se opta por el camino de la muerte y de la frustración; no por falta de habilidad, sino de voluntad.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Simbol,

Me sirves en bandeja de plata una bonita paradoja. Si el mal es racional, debería ser más frecuente en todos sus grados criminales, puesto que somos libres y no resulta más difícil beneficiar que perjudicar. Ahora bien, si es irracional, tendría que ser prácticamente inexistente, dado que somos razonables y tenemos control sobre nuestras acciones. Sin embargo, el mal ni es en absoluto infrecuente en sus grados menores, sino que es frecuentísimo, ni es para nada la norma en un entorno de convivencia social bien reglado, aunque podría llegar a serlo en una sociedad bárbara o semibárbara. Luego o el mal es razonable (con lo que dejaría de ser mal) o nosotros no lo somos. Hete aquí la paradoja: buscar la razón de nuestra irracionalidad voluntaria, a la vista de que la propia voluntad jamás explica nada, ya que nadie desea porque sí.

Sostengo, como el poeta, que los errores en la vida crean los defectos en el cerebro, y no a la inversa. Al menos en los casos normales éste es el vector preponderante, pese a que el materialismo no sepa o no quiera reconocerlo. Si apelo a la normalidad para definir al sujeto responsable, distinguiéndolo del amoral, no implica que aquélla sea regla de bondad. Lo bueno no puede ser sinónimo de lo que más se repite, a no ser que pretendamos que la muerte es tan buena como la vida. Disculpamos muchos crímenes no porque sean insignificantes o raros, mas porque son muy recurrentes e involucran al sentir de la generalidad, que en democracia se identifica con el orden público. Esto para Dios no significa nada. Nuestra conciencia seguirá advirtiéndonos del peligro de obrar mal aun cuando nadie vaya a castigarnos de inmediato por ello.

En suma, el mal no es en su origen la subversión radical de las leyes de la naturaleza que acaba por ser a su término. Es una pequeña mezquindad mantenida con obstinación, un desliz cuya caída nos resulta insensible hasta que es demasiado tarde. Honesto es reconocer que, por más que sepamos conceptualizarlo, ignoramos tanto su origen real (porque es en sí origen de todos los males) como su remedio efectivo, dado que nadie puede hallar lo contrario de lo que se ignora.