Hablaré claro y breve. La tendencia en el hombre a hacer el mal:
1) No es genética, porque no se selecciona.
2) No es cultural, porque está en todas las culturas.
No obstante, es propia en exclusiva de la especie humana, se hereda individualmente e impregna cualquier forma de existencia vinculada a nuestra intencionalidad. Es el primer pecado, el negativo de la esencia del hombre, que reside en la capacidad de sentir vergüenza.
Quien sea capaz de refutar 1) o 2) habrá arruinado la religión cristiana, o habrá asestado al menos un severo golpe a sus presupuestos teóricos.
martes, 31 de julio de 2007
El Génesis como límite a Darwin
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