jueves, 2 de octubre de 2008

Verdad y melancolía




La Humanidad ha conocido varias ilustraciones (Grecia clásica, Baja Edad Media, Renacimiento...), pero sólo una de ellas fue en buena parte abiertamente irreligiosa, y a ésa sola la llamamos Ilustración. En buena parte, digo. Euler, Lessing y Jacobi también fueron ilustrados; el teísta Leibniz tuvo una corte de (malos) discípulos póstumos; Voltaire en su desengañada vejez escribía soflamas contra los "fanáticos y ateos", al tiempo que las doctrinas iusnaturalistas -asimiladas a día de hoy al pensamiento confesional- maduraban en Inglaterra y Francia en infinidad de autores, ya apenas recordados, pese a su gran influencia.

Un proyecto tan colosal en ambición y alcance como el de Gibbon no está libre de sesgo apologético. Lo mismo cabría afirmar del de Chateaubriand, aunque éste no lo oculte en el formato; o de Novalis en su conocido ensayo sobre el medievo europeo. No por escribirse más páginas varía la metodología de partido. Así, cuanto mayor es el número de los siglos que nos separan de los hechos narrados, y cuanto más se dilata el periodo en estudio, más necesario se hace un hilo externo conductor, que es propiamente retórico y no histórico (piadoso en en los Padres de la Iglesia, anticlerical en la Reforma, metafísico en Hegel). Ahora bien, los hechos en sí mismos son, al modo de cualquier sentencia judicial, antecedentes sobre los que se elabora una tesis por lo general decidida de antemano. Y esto vale tanto para la Ilustración objeto de los historiadores como para aquello que la Ilustración historió.

3 comentarios:

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Han borrado este escrito del blog Neoconomicón, donde aparecía como comentario. Me queda la duda de si se borró por ser demasiado malo y deslucir, o por muy bueno y haberme pasado de listo, o por aplicación automática de la doctrina Siracusa.

Gregorio Luri dijo...

¿Quién se acuerda hoy de que el término "nihilismo" fue una creación de Jacobi?
Hubo, efectivamente, otra Ilustración moderna. Yo añadiría el nombre de Mendelssohn. Pero hay que reconocer que no tuvo fuerzas para imponerse al vendaval spinoziano. De ahí que sea tan interesante volver la vista atrás, hacia la Ilustración medieval judía y musulmana.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Es más, hubo una corrupción atea del spinozismo que, aunque venga propiciada por la carga subversiva del filósofo (rastreable en sus precursores Epicteto, Averroes, Maquiavelo y Descartes), va mucho más allá de lo que éste llegó a decir. Un amigo de la facultad escribió hace seis o siete años un pequeño ensayo sobre el paso de Spinoza a d'Holbach/Sade y la traición que ello supuso al pensamiento de aquél. Me permitió fotocopiarlo, pero su caligrafía es tan mala que creo que lo perdí antes de lograr descifrar algo.