Puede postularse que el ser necesario es una parte de la materia o que es la totalidad de la materia.
Si es una parte de la materia, como su substancia, lo contingente no será más que el modo en que se expresa o es percibido el ser substancial (su fenómeno). De ahí se infiere que la materia no es necesaria, gozando sólo de esta condición una fracción de ella (el átomo) o la forma oculta tras lo fenoménico (su noúmeno).
En cambio, si el ser necesario es la totalidad de la materia, todo será necesario y resultará vano hablar de lo contingente. Se vaciará, pues, de significado al término para convertirlo en sinónimo de lo acaecido. Pero esto va contra las nociones comunes, ya que lo necesario es incausado, mientras que lo que acaece es causado.
Dado que la segunda hipótesis nos conduce a la negación de la causalidad y a la perplejidad del escéptico, confrontemos la primera, según la cual el ser necesario es una parte de la materia.
Todo lo que está en el espacio y en el tiempo es determinado o indeterminado.
Si es determinado, precisa de una razón para estar en un lugar antes que en otro y en un tiempo antes que en otro. No obstante, el ser necesario no existe más que por su propia esencia, sin que ninguna otra razón pueda condicionarlo. Luego el ser necesario no puede estar en el espacio y en el tiempo y ser determinado.
Si es indeterminado, no precisa de ninguna razón para estar en un lugar o en un tiempo antes que en otros, pudiendo estar en cualquiera o en todos. Ahora bien, si es causa de todo lo que existe, deberá estar en todo lugar y todo tiempo y ser radicalmente distinto de lo que existe contingentemente.
Por lo anterior, el ser necesario, si es material, deberá compartir lugar y tiempo con lo contingente, de lo que resulta un contacto físico recíproco. Sin embargo, del antedicho contacto sólo se seguiría una relación causal del ser necesario al contingente, no a la inversa, por lo que aquél debería ser absolutamente impasible. Esta cualidad parece convenir más a un ser inmaterial que a un ser material, ya que es de suyo contradictorio que algo esté físicamente en todas partes y en todo momento y, no obstante, sea indivisible. Con más razón si ocupa el mismo espacio que lo contingente y es, por este motivo, dividido. Pero si algo es divisible también es pasible, ya que puede cambiarse su forma, puede ser desplazado, etc.
De lo que obtenemos la siguiente aporía: un ser necesario material debe ser indeterminado, y por ello omnipresente, pero impasible, y por ello indivisible e impenetrable, pese a coexistir y estar en contacto físico con lo contingente. Siendo imposible que algo omnipresente no esté en el mismo lugar y en el mismo tiempo que lo contingente (pues no puede ser penetrado y debe preceder a aquello de lo que es causa), ha de concluirse que un ser así es quimérico.
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