Si es cierto entonces que existe un principio primero que confiere la verdad y la realidad a todas las cosas, es cierto también que dicho principio será real y verdadero por sí mismo; que la ciencia que tenemos de él será a su vez la ciencia de la realidad y de la verdad consideradas en absoluto, o sea, en referencia a ellas mismas sin ninguna otra condición; y, en fin, que tal ciencia será verdadera en relación con y a causa de lo conocido por ella.
(...)
Por consiguiente, verdadera es, en grado sumo, la causa de que sean verdaderas las cosas posterores a ella. Y de ahí que, necesariamente, son eternamente verdaderos en grado sumo los principios de las cosas que eternamente son. En efecto, tales principios no son verdaderos a veces, ni hay causa alguna de su ser; más bien, ellos son causa del ser de las demás cosas. Por consiguiente, cada cosa posee tanto de verdad cuanto posee de ser.
Aristóteles
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