jueves, 17 de diciembre de 2009

Soberanito




Siendo las leyes voluntad del pueblo, al obedecerlas se obedece a sí mismo. Luego no obedece a nadie que no sea él. Y, sin embargo, el pueblo es el único soberano absoluto al que se exime de toda responsabilidad política no por su grandeza y sabiduría, sino por su pequeñez y necedad.

¿Que quién lo exime? ¡El mismo pueblo!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Precisamente, para que una democracia funcione el pueblo ha de salir de su minoría de edad para poder responsabilizarse de sus decisiones (he aquí el ideal de la Ilustración). Sólo así habría una democracia real.

Pero, de todos modos, el pueblo necio e ignorante paga su necedad sufriendo los abusos de poder de aquel al que neciamente eligió.

Un saludo

Daniel Vicente Carrillo dijo...

No, nunca se responsabiliza. Cualquier órgano colegial exige a sus miembros o una fundamentación de sus decisiones (magistrados, legisladores) o una supervisión de sus consecuencias según los fines perseguidos (gobernantes). Que al pueblo no se le pida nada de esto lo convierte en un soberano absoluto que supuestamente se da órdenes a sí mismo y que, en el momento de la elección de representantes, las da contradictorias.

Saludos.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

el pueblo necio e ignorante paga su necedad sufriendo los abusos de poder de aquel al que neciamente eligió.

Por cierto, esto es mucho decir. Bien podría ser que los pagara aquella parte del pueblo que no tuvo parte en la necedad, y que los que sí contribuyeron a perpetrarla se beneficiasen del abuso.

Asumo platónicamente que la injusticia es necia aun cuando nos aprovecha, pues no se puede dar de ella razón suficiente y se precisa del engaño. Para el maquiavelismo, en cambio, ésta es la forma inteligente de actuar.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Pondré un ejemplo. En un Parlamento se conjuntan tendencias políticas opuestas que, tras las debidas deliberaciones y votaciones, llegan a plasmar una voluntad común y coherente consigo misma. Pues bien, el pueblo nunca decide de esta manera en las democracias representativas. Los resultados de sus actos volitivos son siempre inarmónicos, porque expresa la pluralidad sin resolverla. Conduce al poder simultáneamente a partidos que defienden programas incompatibles. Así, si hay muchas voluntades y ningún acuerdo que las comprenda a todas, no es correcto decir que "el pueblo ha decidido" tras concluir una elección. Sólo ha asentido a que otros decidan por él, sin saber quiénes serán, lo que a duras penas puede llamarse decisión, y todavía menos decisión soberana.

Decidir, en el lenguaje habitual, significa llegar en un momento particular a una determinación, no a muchas mutuamente excluyentes. Si el pueblo puede elegir, es porque las opciones elegibles se excluyen unas a otras, pues de lo contrario más valdría gobernar en coalición perpetua. Y si elige a los representantes de una cámara plural, forzosamente tomará una decisión contradictoria consigo misma. Por tanto, salvo que cambiemos el significado de las palabras, una decisión así no puede ser considerada tal. Es más bien un asentimiento a la decisión ajena en función de una regla de proporcionalidad entre el número de asentimientos y el número de cargos decisorios.

Ergo, si el pueblo no decide, el pueblo no es soberano.