miércoles, 30 de marzo de 2011

Vejez de espíritu




Desde una perspectiva inmanentista nada tiene fines naturales, y nada es naturalmente bueno o malo. Nada es lo bastante noble para merecer existir antes que cualquier otra cosa. Nada está lo suficientemente desordenado como para no realizarse y ser comprendido en alguna estructura matemática. Nada es extraordinario, nada es sorprendente, nada supera a nada. Nada.

Ante quienes ofician las nupcias poéticas entre el ateísmo y la ciencia hay que recordar que el mayor filósofo ateo, Hume, descreyó tanto de Dios como de la razón, y despreció tanto a la ciencia como a la belleza. Una sopa de fenómenos es un sujeto, no un cosmos. Para elevarse es necesario estar dispuesto a descender y a ser juzgado por la Verdad.

Mas, si no podemos tener siquiera una noción de desorden, no hay orden por el que preguntarnos. Alguien que afirmara desconocer qué no es una línea recta no sería capaz de identificar dichas líneas, o estimaría que todas lo son, convirtiendo su búsqueda en fútil. Por ello, el ateísmo, que así cree igualarlo todo, todo lo echa a perder. No conduce a la contemplación de la admirable regularidad de los elementos, a la que los paganos adoraban bajo el numen del Gran Pan o totalidad sagrada. Es, más bien, indiferencia ante un universo indiferente, furia ante una naturaleza furiosa y confusión ante un mundo confuso. Un ateo no busca la paz ni el sentido en el ateísmo; de hecho, no busca nada, o busca gozar y olvidar. Si cree encontrar algo que lo ilumina o lo dignifica, apostata. Los éxtasis ateos son creyentes.

12 comentarios:

Hernán Toro dijo...

Hola Daniel. Pienso que tu descripción del ateo en esta entrada es sólo una de las múltiples actitudes que puede tomar un ateo o incluso un creyente. Tú mismo como creyente desprecias profundamente al universo, y sólo vives metido en una escolástica que en el fondo, sabes que está viciada y es falaz.

De hecho, al leer este escrito, se me viene a la mente lo primero que te respondí por FaceBook. Todo tu escrito es una falacia de argumentación por consecuencias adversas muy bien camuflada y barnizada, pero que, para los que sabemos leer el contexto, para los que la vida les ha brindado al menos un poquito de entendimiento de los sentimientos humanos, muestra algo de tu fuero interno, tan claramente como el sol.

En tus escritos se transluce una profunda angustia existencial, en todos ellos hay un grito ensordecedor de vacío y tristeza, vacío del que sabe en el fondo que perdió algo, idéntico al grito del bebé de pecho que pierde su madre y llora desesperado en la soledad y el vacío.

Es el grito del que SABE, en su fuero más interno, que lo que QUIERE CREER, es falso. Es el dolor del que se reconoce solo, indefenso, y sin esperanza, ante un universo indiferente, sin ningún poder superior que le vaya a brindar ninguna esperanza de salvación o de trascendencia.

Es el grito del que sabe que lo que cree es falso, pero que no siente fortaleza en sus piernas para estar de pie, si lo acepta.

Cada escrito tuyo me recuerda mi situación en los minutos previos al día en que, después de años de lucha interior, tuve que reconocer que Dios no existía. El día en que perdí soporte, pero gané responsabilidad. El día en que el indiferente cosmos me hizo reconocer mi finitud espaciotemporal. El día de mi maduración intelectual. El día más abrumador y a la vez más liberador de mi existencia.

El día en que maduré como individuo pensante.

Eres inteligente, brillante, bien formado, pero estás muerto de miedo, sientes en el interior el vacío aterrador que hay afuera permeándote. Estás desesperado reflejando en el exterior lo que tú mismo sientes en tu interior porque sabes que tu amada teología no se sostiene.

Tienes al universo sobre tu cabeza y metes tus narices y tus ojos en libros arcaicos escritos por gente supersticiosa que temía tanto, que vivía de rodillas ante ficciones inventadas por ellos mismos.

Sólo te falta dar el último paso para la virtud. Aceptar que estamos solos bajo nuestros propios y limitados recursos y capacidades. Aceptar la verdad, asumirla, hacer el duelo de tu amigo imaginario, y seguir adelante, como hacen las personas maduras.

Ojalá lo logres.

Un abrazo de alguien que estuvo hace bastante en una posición análoga a aquélla en la que tú estás ahora.

Hernán Toro dijo...

Por cierto, respecto a esta desgarradora parrafada tuya...

"Un ateo no busca la paz ni el sentido en el ateísmo; de hecho, no busca nada, o busca gozar y olvidar. Si cree encontrar algo que lo ilumina o lo dignifica, apostata. Los éxtasis ateos son creyentes."

...que muestra tu desespero existencial por lo que YA SABES EN TU INTERIOR, EN TU INTIMIDAD, tal vez este texto te permita entender lo que pueden lograr tres ateos soviéticos con la integridad de virtud que da la madurez ante la existencia. Tal vez eso muestre, o por lo menos a tus lectores de mente más abierta, cuán falsa como generalización, es tu descripción del ateísmo:

http://lapizarradeyuri.blogspot.com/2010/04/los-tres-superheroes-de-chernobyl.html

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Amigo Hernán,

No creo que me engañe al opinar que un universo sin Dios es un vertedero de materia y nosotros sus gusanos.

Sin Dios no hay belleza, ni bien, ni verdad. Sin la fe en un alma inmortal incluso las hazañas de tus héroes soviéticos son, por hablar como Nietzsche, absurdas idioteces; o, en palabras de San Agustín, vicios espléndidos. Nadie puede amar a su prójimo más que a sí mismo sin ser presa de una grave confusión. El sacrificio que no ponga sus ojos en el aumento de los bienes de esta vida o en la justicia eterna de la otra es vano e imprudente. Así lo creyó Segneri y así lo afirma toda la Iglesia católica.

Mi fe no es la del carbonero y está lejos de tambalearse. Pero no es perfecta y a veces puedo dudar miserablemente, no ya de Dios, sino de mi salvación. Con todo, la más oscura de mis dudas brilla más y ofrece mayor esperanza que la más clara de tus certezas.

Un abrazo.

Hernán Toro dijo...

Daniel, todos y cada uno de los párrafos que me respondiste, son un ejemplo de lo que mencioné. El subtexto tuyo es sólo angustia, vacío, desazón, desesperanza. La temática es una cosa... la pulsión que se adivina en tus lineas grita lo opuesto. Lo sabes. Incluso tu párrafo de cierre habla de lo que ya sabes y simplemente te aterra demasiado aceptar.

Tu argumentación transparenta lo que sientes, porque lo único que haces es proyectar en tu concepto de ateísmo, lo que sientes vacío y doloroso en tu propia fe tambaleante.

Lamento que tengas esa angustia... pero cuando te desintoxicas, pasa. Te lavaron el cerebro de niño para alienarte de la vida con una fortuna imaginaria que no existe. Mientras más pronto salgas del autoengaño que tu mente ya no asimila, más pronto pasará el síndrome de abstinencia.

Aunque algunos no lo logran, pero creo que tienes de sobra las capacidades mentales que se requieren para despertar.

Otro abrazo, de nuevo.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Estás equivocado. No recibí ninguna educación religiosa, ni tuve grandes ejemplos de fe en seres próximos. Crecí en un ambiente de frialdad y hostilidad hacia lo sagrado. Diez años atrás era ateo y hace quince por completo ajeno a Dios, en la medida en que un hombre puede serlo. Creo firmemente que la búsqueda de principios superiores es innata en todo racional. Lamento tu estado, pues estimas que la peor conclusión y la más ininteligible es la que debe contentarnos en mayor grado. Lo llamo frustración voluntaria. Quizá llegues a descubrir que no es el ateísmo lo que te inclina a ella, sino que, al contrario, es ésta la que te decanta a él. En cuanto a mí, no me mueven ni el miedo ni la hipocresía, pero aun si así fuera, por cuanto reconocen todavía algo eterno, serían preferibles a la alegre desesperación y a la contradicción vital.

Un fraternal saludo.

Luis Vivanco dijo...

Irich, creo que tu caracterización del universo sin Dios como un vertedero de materia y nosotros sus gusanos, es por lo menos poco simpática; es como si no se pudiera ser ateo y creer en un mundo bonito, vamos. Puedo estar de acuerdo con que “sin Dios no hay belleza, ni bien, ni verdad”, pero es porque, ‘técnicamente’, sin [que lo hubiese querido] Dios, no habría habido nada, ni siquiera el ser de las cosas. Pero una vez que hay este ser, esta existencia, este mundo, ya es otra cosa, y no es como que el mundo del ateo sea tan distinto del nuestro, o que los creyentes tenemos un secreto que los ateos se lo pierden (o como piensan unos cuantos ateos, que en nuestras mentes algo falla). Los mejores creyentes se aproximan mucho a los mejores ateos. Por otro lado, hasta para los santos la existencia y la vida misma pueden ser una cosa pesada y muy amarga… lo cual no les hace desistir de vivir haciendo lo que piensan tienen que hacer, inclusive con algo de amor y humor. Duden de todo esto que digo: ahí están, por citar 2 casos, las dos Teresas: la de Jesús, allá le dicen Teresa de Ávila, y santa Teresita de Lisieux, que al final de su vida anotaba “… cuando escribo poemas acerca de la felicidad del cielo y la eterna posesión de Dios, eso no pulsa ningún acorde de felicidad en mi propio corazón – estoy simplemente hablando de lo que estoy determinada a creer. A veces, es verdad, un pequeñito rayo de luz penetra a través de la oscuridad, y entonces, solo por un momento, la dura prueba pasa; pero inmediatamente después la memoria de ese breve momento no me da felicidad, más bien parece hacer más espesa que nunca la oscuridad.” Si en tan grandes almas que ofrendaron a Dios sus vidas, había las más de las veces tal amargura y desconsuelo, no es como para envanecerse ante los ateos. Creo que a muchos de ellos Dios les recibirá mejor que a unos cuantos creyentes. Por otro lado, yo no aconsejaría seguir coqueteando con certezas: son cómodas, convincentes, seductoras, pero la verdad, la verdad del mundo, no parece ir por ahí. Es más fértil dudar.
Siento que toman estas cosas muy a pecho, cosa que me cuentan es muy europea: los que creen, creen tajantemente, poco transigentes, y los que no, descreen tajantemente, sin dar la mente a torcer. Y adivino que ustedes son muy jóvenes, cosa que les envidio. Les deseo suerte y alegría en sus búsquedas, porque el mundo ya es demasiado duro si no se lleva un poco de humorismo. Independientemente de ser creyente o no. Saludos
Luis

Luis Vivanco dijo...

Un saludos a todos. La entrada decía: "Juventud de espíritu". Eso me atrajo primero a leerla. En mi caso, la vejez es doble: de espíritu y de cuerpo, pero de lo primero he sido así desde los 12 años. Y en cierto modo, sigo siendo un viejo de 12 años.
Una pregunta a Daniel: ¿Por qué en una perspectiva inmanentista “nada tiene fines naturales, y nada es naturalmente bueno o malo”? (Traté de ver esto en el Ferrater, pero había tantos inmanentismos de tantas épocas y tendencias, que desistí). En el resto del texto, me parece que pintas una imagen del ateísmo un poco sombría, como si TODOS los ateos fueran por la misma avenida marchando al compás. He conocido unos cuantos para saber que pueden diferir tanto uno de otro como un creyente de otro. En general, no veo en ellos esa perspectiva de indiferencia o furia que nombras. Me parece que son gente que igual que uno busca y sobre todo, vive. Muchos “creen”, pero no en Dios, claro. Yo me siento más cerca de ellos que de la gente en la mezquita o iglesia. A veces creo que soy un ateo que cree en Dios, ya me dirán que eso es ‘paradójico’ (o contradictorio, si son pesados). En esto de no generalizar concuerdo con Hernán. Pero del resto de lo que él escribe, me parece que habla de cosas pasadas que ignoro y no voy a opinar, aunque creo detectar cierta acrimonia en su expresión. No sé si en mensajes anteriores Daniel ha dicho que “desprecia el universo”, pero en este no veo nada a ese efecto. Al contrario: si fuera así y él fuera consecuente con tal desprecio, ni siquiera levantaría un sitio web, por decir lo menos.

Hernán Toro dijo...

Dices, Daniel:

"En cuanto a mí, no me mueven ni el miedo ni la hipocresía, pero aun si así fuera, por cuanto reconocen todavía algo eterno, serían preferibles a la alegre desesperación y a la contradicción vital."

Eres transparente, Daniel. Crees por miedo. Crees por angustia. Crees por vértigo existencial.
Tu creencia es una enorme falacia de argumentación por consecuencias adversas. El subtexto es evidente. Tus palabras son transparentes a sentimiento interno que refulge en tu respuesta.

Crees porque te aterra la certeza interior que tienes de tu seguro fin absoluto.

Meter tus narices en hermosos (pero fatuos) textos religiosos de la antigüedad no borrará la realidad.

Ojalá termines madurando y aceptando la verdad.

RAFAEL ANTONIO dijo...

Si Dios existe, sus caminos son insondables, tan insondables que quien se cree creyente puede perfectamente en la practica no serlo y quien se cree ateo puede perfectamente en la practica ser creyente (en este sentido estoy muy de acuerdo con lo que dice Luis Vivancos). Yo me considero cristiano, pero abomino de ese falso cristianismo pueblerino, ñoño, mohino, vulgar y pacato de arrodillarse cada dos por tres delante de la figura de una Virgen o hacer penitencia andando de rodillas 10 Km, eso no es creer en Dios ni ser cristiano, eso es tan solo supercheria barata que ha sido y sigue siendo causa y efecto de multiples ignorancias en el pueblo poco cultivado. Esta manera tonta de sentir el cristianismo no me extrañaria que haya sido fomentado por anticristianos disfrazados de cristianos, primero para sojuzgar y poder dominar facilmente al pueblo y segundo y ya de paso para desprestigiar al cristianismo autentico a los ojos de las personas mas avezadas. Si el cristianismo fuera esa vulgaridad yo jamas hubiese sido cristiano. La verdadera creencia y el verdadero cristianismo es una cosa totalmente diferente a lo que se nos ha pretendido vender, el cristianismo no se trata de que una pobre anciana que durante su vida no ha tenido oportunidad de estudiar, se arrodille ingenuamente delante de una figura de ceramica, de todas maneras estas nobles y sencillas ancianas no deben preocuparse de nada, pues precisamente el Dios cristiano en el que yo creo, es el Dios de los sencilllos de corazon y no el de los sabios de la Tierra.
El autentico cristianismo es inteligencia, sensibilidad, amar intensamente a los mas humildes y sencillos ¡¡Amenazar a los perversos con el infierno!! ¡¡Claro que hay que amenazar a la gentuza que humilla, que roba y que asesina a los mas pobres y humildes!! ¿O que es lo que ocurre? ¿Ni siquiera Dios tiene derecho a defender a los mas humildes de los poderosos? ¡¡Hasta ahi podriamos llegar!!......el autentico cristianismo es coraje, es ese corazon que se desgarra al ver las injusticias y maldades que se cometen con los mas nobles de espiritu, el crisitanismo es suavidad con los bondadoso y tambien es suavidad con quienes caminan torcidamente, porque nadie puede asegurarse a si mismo que nunca va a caminar desviado, todos estamos amenazados por el pecado....como digo el cristianismo tambien es suavidad y perdon con los mas perversos ¡¡pero ojo!! que la paciencia divina tiene un limite, y al igual que Dios es el Dios de la misericordia, en su momento tambien sera el Dios de la ira y de la colera para quienes por su obstinada dureza de corazon han despreciado el camino del amor....¡¡ese es el verdadero cristianismo!! el coraje, la sensibilidad, el amor hacia los mas debiles, el perdon hacia el malvado pero tambien la ira llegado el caso, el cristianismo tambien es la inteligencia, la brillantez, el talento.....¡¡ese es el autentico cristianismo!! y no ese bodrio que pretenden vendernos de una pobre y sencilla anciana andando de roillas en penitencia....pobre y sencilla anciana que por otra parte es amada con toda su infinita fuerza por Dios, pues Dios es el Dios de los sencillos y no de los sabios de la tierra....¡¡ese es el cristianismo de verdad!!...el de las sublimes y profundisima sabiduria de las epistolas de San pablo, el del majestuoso y maravilloso Libro de Job, el de la exelsa sabiduria de Salomon, de los proverbios y del Eclesiastes....y sobre todo por ese Carpintero Dios-hecho hombre que por amor al hombre sufrio y murio en una cruz...¡¡ese es el cristianismo autentico!!....saludos.

RAFAEL ANTONIO dijo...

Pregunta-reflexion:
Imaginaos que Dios no existiese, en cuyo caso el hombre habria sido creado por casualidad, pero aun habiendo sido creado por casualidad se supne que cada hombre es alguien ¿No? y digo que es alguien porque cada hombre posee sus pensamientos, sus sentires o sus percepciones propias y especificas que nos diferencian los unos de los otros, no digo que esas diferencias sean absolutas, pero si al menos relativas, por lo que negar este hecho no seria negar ninguna clase de Fé, sino que seria negar una evidencia real.
Ahora bien, como nos encontramos en el supuesto de que Dios no existe y por lo tanto el hombre habria sido creado por casualidad, supondria que tras la muerte dejariamos de existir.
Mi pregunta es la siguiente...una vez que tras la muerte dejemos de existir ¿Habria alguna posibilidad, por infima que esta sea, de que alguno de nosotros (que mientras vivimos somos alguien)fuesemos creados de nuevo por casualidad?...formulo esta pregunta sencillamente porque de la misma manera que antes de ser creados para esta vida no existiamos en ninguna parte y aun asi fuimos creados por casualidad ¿Por que despues de morir (que tampoco existiremos en ninguna parte) no ibamos a ser creados de nuevo por casualidad de la misma manera que fuimos creados por casualidad partiendo de la misma situacion en la que nos vamos a encontrar despues de la muerte?
Amigo Hernan, todo lo que he expuesto hasta ahora en mi comentario, creo que podria ser una demostracion, aunque sea indirecta, de que la posibilidad de la no existencia de Dios es mucho mas increible y absurda que la posibilidad de su existencia, ya que si Dios no existiese implicaria poco mas o menos que cada hombre que existimos actualmente en el planeta Tierra no seriamos entidades con caracteristicas propias y especificas, sino que no seriamos absolutamente nada, y esto es absurdo porque de hecho SOMOS....si hemos sido creados por casualidad significaria que tras nuestra muerte habria tambien posiblidades de ser creados por casualidad, simplemente porque partiriamos de la misma situacion ( o sea, la nada) que antes de ser creados para esta vida, supuesto este que es a todas luces mucho mas increible y absurdo que la existencia de un Dios personal...saludos

Pedro dijo...

¡Estupendo! Se descarta la posible veracidad de la fundamentación de las creencias religiosas con un análisis psicológico de todo a 100 (y con diagnóstico vía electrónica), y seguidamente la fundamentación del ateísmo viene a ser algo así: ¡los ateos son unos machotes!, porque no tienen temores , ni angustias existenciales, ni miedo a la muerte, ni esa clase de cosas feas que sólo atormentan a los pobres creyentes y, por supuesto, los ateos no tiene miedo a la muerte (cosa privativa de los creyentes, ¡que son todos unas nenazas!).
Si este es el nivel argumental del ateísmo contemporáneo...pues es de risa.

fayçal a bentahar dijo...

Al valiente autor de este blog (mi más sincera enhorabuena !), le invito a que lea la obra de un jóven francés, pensador y poeta infinitamente iluminado : Maxence Caron. Su ensayo, La Verité captive, así como su poema sinfónico, Le Chant du Veilleur, son un hermoso milagro que Vd. no merece ignorar (en caso que así sea). Lamentablemente, de momento, no conozco ninguna traducción al español. Espero que sepa Vd. leer el francés (nada fácil, pues exquisito), si no, no creo que tarden en traducirlo, dada la magnitud e importancia del contenido de este libro.

Algunos enlaces :

Wikipedia :
http://es.wikipedia.org/wiki/Maxence_Caron

Una entrevista clave
http://www.actu-philosophia.com/spip.php?article177

La web oficial (lea su biografía, es significativa)
http://maxencecaron.fr/

Un saludo desde el norte de África
Faysal