martes, 30 de septiembre de 2008

El Dios de los filósofos


Un par de comentarios al apunte de Eduardo, que a propósito de un artículo de Soler Gil escribe lo siguiente:

Al fín y al cabo el Dios cristiano, que es un Dios personal e histórico, nada tiene que ver con el Dios "mecánico" de Aristóteles que ni siquiera se relaciona con los hombres. No digo nada demasiado nuevo, esta tensión ya fué admitida por Pascal al distinguir el "Dios de los creyentes" del "Dios de los filósofos".


El dilema pascaliano entre el Dios personal y el Dios mecánico ha de atribuirse a una línea teológica de la que Pascal formaba parte. Si Eduardo la hace extensiva a toda la tradición filosófica de Occidente, se equivoca o introduce en su observación un sesgo interesado. Nada más lejos de la realidad. Así, por ejemplo, el Dios de Leibniz es a la vez personal y mecánico, lo que asombró a Arnauld (estrecho colaborador de Pascal, por cierto), que no entendía cómo un ser libre y con un poder sin límites debía estar sujeto a principios metafísicos como el de razón suficiente. Ello no obstó para que, tras la famosa correspondencia que mantuvieron los dos autores, este último fuese persuadido de la bondad del planteamiento del primero.

Sin embargo, la tesis de Leibniz distaba mucho de ser novedosa. Fue sólo, por expresarlo así, un decidido retorno a Grecia. Remitiéndonos a la polémica medieval contra el intelectualismo clásico iniciada por Escoto, vemos que ésta condujo a algunos filósofos a sostener que hay en Dios una voluntad primaria e incognoscible, una "hecceidad" o singularidad. Pero esta vía, radicalizada, muere en Ockham y en los teólogos de la Reforma, siendo en tiempos del Barroco -y por tanto de Leibniz- marginal y defendida con dificultad en los círculos eruditos. La resurreción eventual de la misma se produjo con Newton, por lo que fue muy criticado (¡por metafísico!), aunque saliese temporalmente airoso gracias a la consistencia geométrica y utilidad práctica de su sistema, así como al prestigio del que gozó en las instituciones académicas de su tiempo. No hay motivo, pues, para que Eduardo tome esta doctrina extravagante y la considere hegemónica a lo largo de los siglos, sin más pruebas ni matices.

En su blog Eduardo va más allá y, reelaborando el párrafo de la cita anterior, afirma y subraya que el Dios de Aristóteles "sí ocupa lugar". No soy ningún entendido en filosofía aristotélica, pero me gustaría saber cómo compagina Eduardo esta aseveración sobre el motor inmóvil con lo que Aristóteles dice en IV De Physic.:

No todo lo que existe está en un lugar, sino sólo el cuerpo móvil.

Quizá tenga a bien contestarme.

Y, ya de paso, el dictum que se adjudica a Pasteur es, si no me falla la memoria, de Francis Bacon.

7 comentarios:

Héctor Meda dijo...

Brevemente, por favor. ¿Cómo se conjuga un Dios personal con las leyes naturales que describe la ciencia?

Yo, como Pascal, creo que el Dios de los filósofos es el único posible. :-(

Tal vez una forma de abrir la puerta a un teísmo sería pensar que las leyes naturales están ajustadas para imprimir una determinada teleología al universo pero aún así un Dios de los milagros, como lo llamaba Einstein, me resulta díficil de concebir.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Brevemente, por favor. ¿Cómo se conjuga un Dios personal con las leyes naturales que describe la ciencia?

Muy brevemente: por la contingencia de esas leyes. Si ni ellas ni las que las causan son necesarias, ocurren por algún motivo no sujeto a leyes naturales, es decir, en virtud de una causa libre y espontánea. Y puesto que había infinidad de leyes posibles entre las que elegir, mientras que las que se dan son necesariamente finitas y composibles, diremos que esa causa no sólo tiene voluntad, sino también entendimiento, en tanto que opta, lo que permite que nos refiramos a ella como una persona. Si, además, opta por lo mejor y hace lo mejor, será correcto sostener que se trata de una persona perfecta. Hasta aquí Leibniz en su Teodicea.

A partir de este punto, admitido el milagro de la Creación, no hay motivo para excluir a los otros, que bien pueden tener, al igual que aquélla, un secreto fundamento racional.

Dark_Packer dijo...

Esa pregunta me suena conocida, Héctor... a veces me da la impresión de que, cuando se habla del Dios personal (p.ej, Richard Dawkins en "The God delusion") se lo concibe como si fuera un superhombre, y no es así. De Dios se dice que es personal (inteligente y libre) usando una analogía, pero es sabido que en esa analogía es mucho mayor la desemejanza que la semejanza.

Por otra parte no veo dónde ves la contradicción entre Dios y las leyes de la naturaleza.

Dark_Packer dijo...

¿En qué sentido dice Eduardo que el Dios de Aristóteles es "mecánico"? ¿Tiene un taller de reparaciones?

Héctor Meda dijo...

irichc gracias por la respuesta.

Me gustaría que me aclararás que (tal y como deduzco) para ti no hay distinción entre deísmo y teísmo, es decir, en la medida que hayas demostrado que existe un Dios por encima o creador de las leyes naturales, es decir, admitido el milagro de la Creación (deísmo), no hay motivo para excluir a los otros, que bien pueden tener, al igual que aquélla, un secreto fundamento racional (teísmo) , ¿no?

dark_packer dices:
Por otra parte no veo dónde ves la contradicción entre Dios y las leyes de la naturaleza

En principio no hay contradicción pero sí innecesidad. En la medida de que el mundo funciones sólo no hay necesidad de apelar a Dios.

Por otro lado, y a título de impresión personal y me gustaría saber vuestra opinión al respecto, un Dios que se inmiscuye en nuestras vidas a nivel microscópico, digamos, no me parece mal pero un Dios que hace un universo que necesite de ciertos macroajustes a modo de intervención divina, por ejemplo, para crear la vida o para crear el alma me parece que dibujaría un Dios chapucero como un mal poeta que recurre al deux machina.

¿no os parece?

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Me gustaría que me aclararás que (tal y como deduzco) para ti no hay distinción entre deísmo y teísmo

El deísmo, de hecho, es una versión limitada del teísmo y de Dios, donde éste rige el universo "grosso modo" y no repara en las consecuencias particulares de su Creación en las criaturas. La imagen del timonel que no se preocupa de las ratas a bordo es bastante ilustrativa a este respecto. Ahora bien, ¿qué fundamento tiene un escrúpulo así? Ninguno que vaya más allá del dilema irracionalista entre lo mecánico y lo espontáneo, como si acaso hubiera causas totalmente espontáneas (ateleológicas, caóticas) o totalmente mecánicas (pasivas por completo, sin inercia ni naturaleza propia).

Los deístas, en su afán de desprenderse del "lastre" de la revelación, comulgan con ruedas de molino sin saberlo. Su error -ya se ha visto- puede contagiar incluso a ateos cultos tipo Robredo.

El Perpetrador dijo...

En principio no hay contradicción pero sí innecesidad. En la medida de que el mundo funciones sólo no hay necesidad de apelar a Dios.

Dices bien, Héctor, habría innecesidad. De ahí que tenga sentido esgrimir la tesis leibniziana del paralelismo psicofísico, en virtud de la cual el conjunto de los fenómenos no son sino epifenómenos de una causa primera. El mismo fin perseguiría el ocasionalismo de Malebranche, mediante el que cada expectativa que convertimos en ley no sería satisfecha sino merced a la actualización constante del acto volitivo de Dios. Esto resuelve la violación de las leyes por parte del milagro, pues no se puede violar lo que no existe más que en nuestra imaginación.
Claro que pone en jaque la cuestión del libre albedrío. También sucede que si empezamos a pensar así acabamos en el escepticismo. Hume hizo notar que la correlación entre los fenómenos no garantiza la identificación de las causaciones. Ergo todo juicio es una temeridad.