Si se examina bien la cuestión lo único cierto es que nosotros percibimos, y que percibimos coherentemente y que al percibir observamos cierta regla. Percibir coherentemente significa que se percibe de modo tal que se puede dar razón de todo y que todo se puede predecir. La existencia consiste en esto: en percibir observando ciertas leyes, pues, de lo contrario, todo sería como un sueño. No afirmo que muchos perciben lo mismo sino que perciben cosas que los demás perciben concordantemente (consententia). Y diversos espíritus se perciben a sí mismos y perciben sus propios efectos y operaciones. De aquí se sigue que una misma causa es la que provoca las percepciones de los otros y las nuestras. Sin embargo, no es precisamente necesario que, o nosotros actuemos sobre el contenido de aquellas percepciones o bien que el contenido de aquellas percepciones actúe sobre nosotros. Lo único necesario es que percibamos cosas concordes (conformia) y esto forzosamente debido a una misma causa.
Además, no es necesario que el sueño se diferencie intrínsecamente de la vigilia en cierto grado de realidad sino sólo en la forma u orden de las percepciones (sensionum). De aquí se desprende que la cuestión no consiste en investigar el motivo por el cual existen algunos cuerpos fuera de nosotros, si el espacio es algo y otras cosas semejantes, problemas que surgen cuando no se explican suficientemente los términos, a menos que sostengamos que cuerpo es cualquier cosa que puede percibirse coherentemente y espacio es aquello que hace que numerosas percepciones tengan simultáneamente mutua cohesión. Por ejemplo, si llego a un lugar determinado a través de un camino muy largo, y siguiendo otro, llego a un segundo lugar, y mediante un tercero, a un tercer lugar y de nuevo de uno de estos lugares a otro, entonces de aquí deduzco en qué tiempo llegaré desde uno de los lugares restantes a otro de los restantes, según la unidad de espacio que hemos supuesto. Por tanto, la idea de espacio reside, como se reconoce, en aquello por medio de lo cual separamos el lugar, o por así llamarlo Mundo de los sueños, de nuestro mundo. (...)
Leibniz
3 comentarios:
Humm... ya me imaginé que cuando pedías una distinción entre realidad y sueño, algún texto de Leibniz tenías en mente pero tenías que haberlo puesto antes sobre el tapete porque la pregunta me pareció muy ambigua, más que nada, por los conceptos inmersos en ella.
A decir verdad, es nuestra estructura cognitiva, tal y como lo veo, y por tanto algo inscrito en nosotros lo que nos permite percibir coherentemente que, desde este punto de vista, debiera llamarse, simplemente, percibir humanamente.
Por lo que sé, el problema de los sueños es que al tener el cerebro cerrado al exterior, los datos, que de normal se procesan y retroalimentan configurando el pensamiento, no existen y como el agua cuando se estanca, nuestro estar en el mundo se emponzoña y pierde coherencia en tanto que se da, porque para eso se ha creado, en su apertura al mundo.
De hecho, una forma de tortura y de enloquecimiento (me da pereza buscarlo en google pero existe y de hecho creo que se hizo en Guantánamo y también lo hicieron los japos en la II guerra mundial) es taparle los sentidos a una persona de forma que, con el tiempo, acabará enloqueciendo.
Es decir, se le estropearan los mecanismos de percepción porque no están hechos sino para interactuar con el mundo pero esto, y he aquí lo relevante, nada nos dice, al menos necesariamente, sobrel el mundo sino sobre nuestros mecanismos conectores.
En ese sentido más que una idéntica causa como causante de las percepciones de los otros y las nuestras, yo lo reformularía en términos de que hay una misma realidad con que, a razón de nuestra idéntica estructura cognitiva, interactuamos idénticamente.
No sé si reformulo o refuto a Leibniz pero a mi parecer desde mi discurso no es necesario adjudicar una determinada configuración al mundo y nos basta fijarnos en nosotros cuando interactuamos de forma que nuestra interacción puede entenderse en términos instrumentales o manipulativos y no representacionales.
Hector:
¿Conoces este texto de Gödel?
No lo conocía aunque sí sabía de las ideas de Gödel que incluso intentó demostrar con la lógica la existencia de Dios.
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