domingo, 20 de septiembre de 2009

Vistos hacia dentro




DANIEL.- ¿Quién eres?

PENSAMIENTO.- Cuanto esto ignores,
vengo a ser yo el ofendido.
¿No te lo dice el vestido
ajironado a colores,
que, como el camaleón
no se conoce cuál es
la principal causa? Pues
oye mi definición.

Yo, de solos atributos
que mi ser inmortal pide,
soy una luz que divide
a los hombres de los brutos.
Soy el primero crisol
en que toca la fortuna
más mudable que la luna
y más ligero que el sol.
No tengo fijo lugar
donde morir y nacer,
y ando siempre, sin saber
dónde tengo de parar.

La adversa suerte o la altiva
siempre a su lado me ve;
no hay hombre en quien yo no esté,
ni mujer en quien no viva.
Soy el rey en el desvelo
de su reino y de su estado;
soy en el que es su privado
la vigilancia y el celo;
soy en el reo la justicia,
la culpa en el delincuente,
virtud en el pretendiente,
y en el próvido malicia;
en la dama la hermosura,
en el galán el favor,
en el soldado el valor,
en el tahur la ventura,
en el avaro riqueza,
en el mísero agonía,
en el alegre alegría,
y en el triste soy tristeza;
y, en fin, inquieto y violento,
por donde quiera que voy
soy todo y nada, pues soy
el humano Pensamiento.

Mira si bien me describe
variedad tan singular,
pues quien vive sin pensar
no puede decir que vive.

(...)

Andar de loco vestido
no es porque a solas lo soy,
sino que en público estoy
a la prudencia rendido;
pues ningún loco se hallara
que más incurable fuera,
si ejecutara y dijera
un hombre cuanto pensara;
y así lo parecen pocos,
siéndolo cuantos encuentro,
porque vistos hacia dentro,
todos somos locos,
los unos y los otros.


Calderón de la Barca

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