miércoles, 30 de septiembre de 2009

Metafísica escéptica: aclaración y conclusiones


Cuando escribo "Es posible que X sea imposible" quiero decir que es lógicamente posible que X sea físicamente imposible (y si, por el contrario, tal es imposible por lógica, pruébese en sede lógica dicha imposibilidad de no ser). Para el escéptico tan cierta es ésta como "Es lógicamente posible que X sea físicamente posible"; ambas son lógicamente consistentes por separado, de donde se sigue, si nos atenemos al dogma de la mera observación como criterio de verdad, que en un mismo universo algo puede ser a la vez físicamente posible e imposible. Ello atenta contra la lógica ("A es B y no B"), no obstante se infiera del principio según el cual "lo no contradictorio en lógica (por separado) puede suceder en este universo", al que he denominado piedra angular de la metafísica escéptica, y que parece que incluso tiene un fundamento cuántico.

Así, resulta absurdo (puesto que se niega lógicamente a sí mismo) el escepticismo aplicado a un universo concreto, fingiendo que éste no es un sistema y que todas sus regularidades son casuales o meros espejismos antropomórficos ("la cosa en mí").

Sólo hay un modo de que el escepticismo sobreviva a esta objeción, y es abandonando por la vía del nihilismo el recinto de la ciencia en el que hasta la fecha se ocultaba. La salida es la siguiente: negar que la contradicción de que algo sea físicamente posible e imposible se dé a la vez en el mismo sujeto, puesto que se da en tiempos distintos y nada permanece idéntico en el tiempo. Ergo, no hay sujetos reales, sólo abstracciones lógicas con las que construimos nuestras proposiciones.

Esta segunda tesis, esto es, "no hay sujetos reales, etc.", corolario de la ya enunciada en el primer párrafo, conlleva que nada de lo que el lenguaje atribuya al ser condiciona la naturaleza de éste. Es el escepticismo total de Gorgias sobre la incomunicabilidad del saber y la inutilidad de las descripciones; luego también de las observaciones. El sabio debe pues limitarse, como Pirrón, a señalar, sin afirmar ni negar nada en absoluto. Se logra así, qué duda cabe, aniquilar la metafísica, pero es a expensas de acabar con la ciencia.

3 comentarios:

Héctor Meda dijo...

No se acaba con la ciencia sino con la típica metodología usada hasta la fecha.

Se pasa de un esencialismo metodológico a un nominalismo metodológico.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

En primer lugar, una descripción no es una explicación. Puedo describirte una escena de una novela y lograr que no entiendas nada relevante si la sitúo fuera del contexto del capítulo para el que se redactó.

Describir, además, implica un esfuerzo conceptual que tiene algo de teleológico, pues se subordinan unas partes a otras, no existiendo las descripciones lineales. Hay distintas descripciones posibles para un mismo fenómeno, según la idiosincrasia de la que se parta ("no existen los hechos, sino las interpretaciones").

Por otro lado, recuerdo haber argumentado que si el nominalismo metodológico aspira a describir, tendrá que partir de un sujeto estable al que se describa. Esto ya es metafísica.

Ahora bien, si no se cree que este sujeto exista, pero se considera conveniente simularlo "como si" existiera, todo el conocimiento derivado de la observación será tan aparente y dudoso como la hipótesis que lo ha hecho posible.

Popper admite esta dificultad, aunque se defiende cargando contra la mayor indigencia de la metafísica. Por una extraña razón condena a ésta a la extracientificidad, obviando que metafísicos somos todos.

Como objeción histórica a tu texto, decir que el finalismo ha estado presente siempre en todas las épocas científicas. Por supuesto en el Renacimiento, donde la naturaleza era vista como un Libro equiparable a la Biblia, en el que Dios por otros medios expresaba sus designios. En los siglos sucesivos ha dejado su huella ya de manera latente, como trasfondo teológico (Newton) o epistemológico (pitagorismo); ya de forma explícita, como proceso irreductible (en Leibniz el movimiento primitivo o inercia) o acto providencial (en Cuvier las transformaciones orgánicas; en la astrofísica el llamado principio antrópico), etc. etc. Sin olvidar que el primer naturalista, Aristóteles, fue quien acuñó las causas finales en filosofía.

Héctor Meda dijo...

Irichc,

Postular un yo, ¿desde cuándo es metafísica? Además estoy hablando de un nominalismo metodologico en donde se puede, como hizo Newton, postular una "fuerza" pero no explicar qué es (hipótesis non fingo) sino qué hacer.

Otra cosa es el nominalismo ontológico. A este respecto, he oído pero no lo he leído, que Quine intentó borrar la noción de sujeto al considerarlo nomás que un nodo entre los hilos o funciones lógicas que hilvanan la realidad. Queda esto, no obstante, como anécdota; no como premisa metodológica.