Según Campanella, todo lo finito participa de la nada, es decir, puede no ser. Por tanto, nada finito es ab aeterno, ya que lo eterno no puede no ser. Ahora bien, el universo es finito. Luego no es eterno, ni existe el eterno retorno de lo mismo.
Si el universo no es eterno, lo que como hemos visto se desprende de su finitud, debe afirmarse que o bien es creado por un ser inmaterial (ya que toda materia forma parte del universo), o bien surge de la nada, o bien se crea a sí mismo.
Ningún ente surge de la nada, pues ésta carece de todo poder y, en consecuencia, carece de poder creador.
Ningún ente puede crearse a sí mismo, habida cuenta que ningún ente es antes de ser.
Por tanto, el universo es creado por un ser inmaterial al que cabe llamar ACTO PURO, el cual obra todo en todos y nada recibe de nadie. De este ser han de predicarse todas las perfecciones en grado sumo, puesto que todas las virtudes y dignidades emanan de él. Siendo infinitamente amable, despreciarlo constituye el mayor crimen.
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