lunes, 1 de diciembre de 2008

Inteligencia e individuación




Observo por fin que alguien trae a colación la inteligencia de los animales para algo más que la manida crítica a Descartes o al esencialismo:


La inteligencia consiste en: i) especificar un conjunto de fines; ii) evaluar la situación presente y estimar cómo se desvía de los fines propuestos; y iii) aplicar un conjunto de operaciones destinadas a disminuir esta diferencia. Una consecuencia que se deduce de esta definición es que el mero concepto de inteligencia carece de sentido sin una especificación precisa de los fines. Por lo tanto, para evaluar la inteligencia de otras especies, sería necesario conocer cuáles son éstos. Esto puede parecer una postura antropomórfica, pero no lo es. Es imposible entender la conducta de un animal sin asumir que éste tiene ‘objetivos’.


Traté este tema hace tres años, y escribí lo siguiente:

Llamamos azar a todo lo que no depende de nosotros, y eso no es exclusivo de las mutaciones. De hecho la mayoría de acontecimientos que nos suceden son, en base a la definición anterior, azarosos. Entonces, ¿es sensato valorar la adaptación de un organismo o especie a partir de elementos puramente fisiológicos y ambientales, obviando, en cambio, cualidades activas como la racionalidad o la inteligencia?

Califico como inteligente a lo que no entra en las categorías de lo mecánico o de lo azaroso. Es azaroso, pues, lo irracional, aquello de lo que no se puede dar razón; y es mecánico todo fenómeno que no contenga en sí su propia razón. Ahora bien, el actuar de los animales es razonable y depende de sus facultades intelectivas, más o menos primarias. Se sigue, en consecuencia, que no es azaroso.


Y en otra parte:

Darwin no se preocupa del origen de la inteligencia ni de su papel en la evolución como sujeto de cambios, sino como objeto de los mismos. He ahí el error, el sesgo que denuncio.


Todavía en otra:

Luego, o azar o hado, mas nada se deja a la cualidad individual, a la oportunidad particularizada. No es posible hallar lucha, sino teatro de títeres en este escenario de cartón-piedra. El darwinismo estrictamente materialista, que los "neos" intentaron salvar "in extremis", ha perdido su elegancia explicativa para convertirse en un anodino juego estadístico.

Sabemos que Darwin coloca a la especie en función del individuo, al perpetuarse aquélla a través de sus tipos superiores, y al individuo en función del entorno, siendo individuos superiores los más capaces de adaptarse al mismo. Ahora bien, al darse gran cantidad de factores cruciales que escapan a la percepción del individuo (el desarrollo inconsciente de sus cualidades físicas, el mecanismo de los procesos volitivos, etc.) y, por consiguiente, a la aptitud de éste en vistas a su conservación, se deduce lo que el sistema darwinista omite, a saber: una teleología infinitamente superior a la dialéctica entre individuo y especie. La cual no puede atribuirse a la Naturaleza misma, cuyas meras constantes o leyes carecerían de finalidad, ni a un “espíritu” inmanente a ella, si la tomamos como un agregado inarmónico de materia y energía. Sólo Dios puede resolver el enigma.

6 comentarios:

Daniel Vicente Carrillo dijo...

En el penúltimo enlace cito a Darwin y a Bayle (su artículo Rorarius). Olvidé por aquel entonces referirme al protoenciclopedista francés, por lo que dejo constancia aquí.

Anónimo dijo...

Por fin puedo comentar!!
Grácias!! y obviamente me da absolutamente igual si eres "Gay-friendly2 o no, mientras no seas homófobo.
En quanto a este tema dentro de la aqueologia del PAleolítico surgió una gran polémica sobre que homínido considerar el primer humano en si, teniendo en cuenta que solo contamos con pocos restos y, la inteligencia no és un fósil material.
¿Donde situar el límite con los animales?
Finalemnte se optó por considerar al Australopitecus Afarensis ya que e´s el autor de los primeros utensilios en piedra, el primero en usar medios de producción, el trabajo como plasmación material de la inteligencia.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Hola, glamboy.

No soy homófobo. Creo que he demostrado con creces que los gays no me dan miedo.

¿Cómo definir al primer hombre? Creo que es más acertado hacerlo en base a su irracionalidad, como leemos en el Génesis, que buscando en él una inteligencia radicalmente distinta a la de los demás animales. Lo irracional voluntario es siempre abrupto, inexplicable. En mi opinión, es el comienzo de la historia, como aquello opuesto al desarrollo insoslayable de la naturaleza, siempre racional y económica.

Sanzwich dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Daniel Vicente Carrillo dijo...

Hola, Sanzwich.

Lo leo ahora gracias a ti. Ahí está la gran demanda social, los grandes dramas: adolescentes que se bajan las bragas con demasiada facilidad. Unas auténticas víctimas.

Me alegro de que hayas cambiado de opinión. Es normal que no te contestaran, si vieron que ya no había opciones de sembrar la duda para, al cabo, justificarlo todo. A Robredo, como a cualquier otro relativista, le importa muy poco el Derecho, sólo que él en lugar de acudir a lo diverso de las distintas regulaciones en el espacio, se refiere a dicha diversidad en el tiempo ("la historia profunda de la humanidad").

Sanzwich dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.