lunes, 1 de diciembre de 2008

Lo amorfo y lo incausado




La definición filosófica del alma es sólo una variante de la de substancia. La crítica a la asubstancialidad del materialismo, el cual sólo podría ser substancial volviéndose atomista y demostrando la existencia de partículas de infinita dureza, ya fue efectuada por Leibniz en el siglo XVII (cfr. Monadología). Así, si el fenómeno es algo más que un compuesto imaginativo (Hume) y la materia resulta divisible hasta el infinito (como se sigue de la definición de lo extenso), entonces hay algo en el cuerpo que no es corporal y que lo distingue del resto de cuerpos con los que está en contacto o se interrelaciona.

Ahora bien, si en realidad, como quería Spinoza, todo fluye y pertenece a un solo cuerpo, el del universo, nos veremos en la dificultad de justificar de qué manera un ente así podría moverse en direcciones opuestas al mismo tiempo, o qué sentido iban a tener para el caso nociones científicamente consensuadas como la de inercia. Spinoza requirió de la teoría metafísica de los modos para articular algo tan contraintuitivo como su monismo panpsiquista. Hasta la fecha el ateísmo no ha alcanzado tal grado de sofisticación, conformándose con meras hipótesis de trabajo.

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