martes, 11 de diciembre de 2007

La razón cosmopolita


El sectarismo no sólo es una muestra de decadencia, sino que resulta connatural a las organizaciones humanas. Lo destacable no es tanto que haya en el empecinamiento una deslealtad voluntaria hacia el interés de la totalidad como el que ésta se deba a la degradación misma del concepto de lo verdadero, y que ello sea consecuencia precisamente de cada tipo de socialización.

El criterio de verdad es innato y se resume en el principio de no contradicción. Principio imposible de ilustrar, salvo con ejemplos del tipo:

Si A = B
y B = C,
entonces A = C.

Los cuales presuponemos que todo el mundo entiende tras una breve reflexión. No nos preguntamos de qué modo podemos entenderlos, y si lo hiciéramos no hallaríamos respuesta, pues realmente no los entendemos en su circularidad proposicional. Examínese:

1) Verdad es no contradicción.

2) "No contradicción" se define por una relación de antonimia con "contradicción", que a su vez se opone a "dicción".

3) Pero decir verdad es algo más que "decir".

4) La verdad es la identidad unívoca de los sujetos consigo mismos, así como cualquier hecho o predicado comprendido en esta relación.

5) En consecuencia, no hay verdad fuera de la identidad unívoca de aquel de quien lo verdadero se predica.

6)
Ahora bien, de nuevo, ser idéntico es no ser diferente. Y toda diferencia presume unidades de identidad a un nivel superior respecto a lo diferenciado, ya que todo lo que se autorrefiere es siempre idéntico.

7)
Esto es, si todo fuera diferente, no habría "todo", luego no todo sería diferente. Y si no todo es diferente, hay identidad hasta cierto punto.

La identidad y la verdad se imponen a nuestro conocimiento sin ninguna violencia, como precondición de cualquier aprendizaje. Sin embargo, toda sociedad, en tanto que parcial, se sostiene sobre el fundamento de la diferenciación forzosa (entre individuos, grupos, sociedades distintas, etc.). La multiplicidad de particularidades locales, pese a oscurecer nuestra visión de lo abstracto y necesario, no es capaz de paliar lo universal verdadero que le sirve como base.

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