viernes, 12 de diciembre de 2008

Condición humana


¿Conoces la Disputa del Asno, de Anselmo Turmeda? Estás haciendo una segunda versión de la misma, aunque desprovista del final edificante. Así que deja que te ayude: lo que distingue a los hombres de los demás animales no es ninguna cualidad superior, sino al contrario: es su capacidad de inclinarse, de embrutecerse y de renunciar (muestra, según Pascal, de su grandeza implícita). Cuando decimos "Dios se hizo hombre" no queremos decir "Dios adquirió tal y cual capacidad propia de la especie humana". Queremos decir simplemente que Dios se humilló.

12 comentarios:

Sanzwich dijo...
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Daniel Vicente Carrillo dijo...

Nietzsche, al que últimamente saco a relucir tanto (no en vano fue el mentor de mi tardoadolescencia), decía algo que me impresionó: "Quien no avanza retrocede". La voluntad de poder -otra gran protagonista de este blog- no puede "resignarse" hasta la extinción o la total dependencia: o avanza o se vuelve contra sí. Pero esto sólo sucede en el hombre, ya que sólo él tiene un "yo" sobre el que volver sus pasos.

La voluntad de los animales es tan débil como su memoria y su autoconciencia. De ahí que podamos adiestrarlos por fieros que sean, sin que por ello dejen de ser animales. Ahora bien, para anular la voluntad del hombre éste antes tiene que dejar de serlo. La esencia activa del hombre es la libertad, que desde San Agustín hasta Heidegger ha sido vista como una lucha contra el destino, su esencia pasiva (en Leibniz la mónada tiene dos cualidades: apetito y percepción; en Heidegger se transmutan en el ser-para-la-muerte y el ser-en-el-mundo, etc. etc.). El esclavo de la dialéctica hegeliana no lo es de un modo definitivo, sino transicional. Sin embargo, "liberación animal" es un oxímoron.

Sabemos muy poco del hombre, aunque ello se deba más a nuestro narcisismo que a nuestra ignorancia. Lo escaso que se podría decir de nosotros a ciencia cierta es demasiado desagradable, por lo que hemos encontrado un estúpido consuelo en las analogías angélicas o zoológicas.

Abulafia dijo...

Quién no avanza retrocede. Cierto, pero el miedo a no retroceder porque todo lo que has construído se vuelva contr ti es debilidad intelectual, y en ciencia es un pecado capital. A veces hay que retroceder, ver lo que es tá mal, para continuar avanzando luego.

Desgraciadamente la historia y los periódicos muestran que al hombre sí se le puede domesticar. Decir que el hombre domesticado deja de ser hombre y se vuelve animal y que el animal domesticado no deja de serlo por eso, es una interpretación acorde con tu particular clasificación de la naturaleza en superior e inferior, pero no parece adecuarse a la realidad más que cualquier otra. Por ejemplo, un lobo domesticado deja de ser un lobo, etc. Liberación animal no es más oxímoron que liberación humana, sólo hay que leerse el código penal o civil.

Dodger

Sanzwich dijo...
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Abulafia dijo...

Sanzwich:

Naturalmente pequeños cambios pueden dar saltos cualitativos o más bien, tener efectos enormes en sus propiedades emergentes. Un tumor en el organismo, el batir de las alas de una mariposa en el clima del otro lado del planeta, el cambio de una ley en toda una sociedad, etc... Nada chocante hasta aquí.

Lo que si me choca es la clasificación de los tipos de hombre que haces. Te has dejado a muchos: los hombres con gafas, los locos, los grandes pensadores pederastas, los paralíticos, los curas, los pilotos de fórmula 1, etc.

Todos son animales y todos son hombres. El perro es un lobo domesticado, es lo que dicen sus genes cuando les preguntas. El lobo no está domesticado. El elefante tampoco, y si lo estuviera continuaría siendo un elefante.

Haces bien en retar a Irich a buscar la diferencia sustancial. Aquella que sea exlcusiva del homo sapiens y que no la compartan ninguna otra especie existente o extinta. Biólogos y antropólogos y psicólogos y otros ólogos van detrás de eso. Personalmente lo encuentro no muy interesante, no soporto la cladística.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Disculpad la demora. Os contesto a ambos:

Desgraciadamente la historia y los periódicos muestran que al hombre sí se le puede domesticar. Decir que el hombre domesticado deja de ser hombre y se vuelve animal y que el animal domesticado no deja de serlo por eso, es una interpretación acorde con tu particular clasificación de la naturaleza en superior e inferior, pero no parece adecuarse a la realidad más que cualquier otra. Por ejemplo, un lobo domesticado deja de ser un lobo, etc. Liberación animal no es más oxímoron que liberación humana, sólo hay que leerse el código penal o civil.

Incluso el hombre más sometido, si conserva sus facultades mentales en orden, mantiene su derecho inalienable a la discrepancia moral. Los animales, en cambio, renuncian a su conato cuando así lo aconseja el instinto de supervivencia. Carecen del fuero interno que permite a los hombres elevarse por encima de su circunstancia e ir más allá de sus fuerzas. La venganza en los brutos se plantea siempre como respuesta a un peligro sentido como presente, mientras que el hombre se venga de su humillación pasada.

Hablar de domesticación en nosotros, por lo demás, no tiene sentido: somos el animal doméstico por excelencia (de "domo", casa, entorno cultural semicerrado respecto al orden exterior). Tendemos a reconocer el principio de la igualdad de nuestros semejantes, al menos de los más próximos, con lo que ello implica de extensión de la identidad individual a la propia especie. Nuestros derechos no dependen sólo de la relación de fuerzas o de pulsiones simpáticas, sino de principios inteligibles que dan lugar a la jurisprudencia.


Animé a Irichc -y vuelvo a hacerlo- a que siga buscando la diferencia sustancial. Pero tanto si la encuentra como si no, no está de más que recordéis que, a menudo, el mero agregado cuantitativo produce -a partir de un siempre intangible umbral- saltos cualitativos.

Estoy bastante lejos del "especismo", entendiendo por éste una suerte de chauvinismo genético. Si algún simio o cualquier otra criatura presentaran las características descritas, podrían ser considerados hombres. Creo que el comienzo moral del hombre es abrupto, al modo en que lo señala el Génesis, y no una progresiva toma de conciencia a través de la acumulación de habilidades. La experiencia que tuvo el primer hombre al serlo debió de ser alucinante, comparable a la mayor de las revelaciones, presentándosele simultáneamente todo lo que él era y todo lo que él no era. Éste es el horizonte de la libertad, y no es una cuestión de grado como la inteligencia o la capacidad de trabajo muscular.

Abulafia dijo...

"Creo que el comienzo moral del hombre es abrupto"

Si que lo crees, y de ahí viene todo, pq ahí está Dios. Pero no se trata de creer, sinó de demostrar esa afirmación. En evolución las nuevas características casi siempre vienen de estructuras pervias (inlcuyo las conductas), es el gradualismo. Cuando alguien propone un cambio abrupto, las monstruosidades que se suelen llamar, se le pide alguna prueba. Muchas cambios propuestos como monstruosidades (equivalentes al naciemiento abrupto de la libertad moral, por ejemplo)han acabado cayendo bajo la evidencia de formas transicionales.

Si tu afirmación, que vamos a llamar hipótesis si te parece bien, es cierta ningun antepasado previo al primer homo sapiens, por allà los 200.000 años antes de Cristo, presentó nunca nada semejante a lo que tu llamas libertad moral. Sería un carácter fixista, quizás el único de la naturaleza.

Dodger

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Que hay un gradualismo en el órgano no lo niego, pues de no ser así estaría sugiriendo que medió una mutación o un milagro, y ninguna de estas dos opciones me satisface. El carácter gradual de la vida es por otro lado una de las consecuencias de la Monadología, que predica que hay "almas" o centros de percepción por doquier.

Ahora bien, la consciencia del "yo", de ser-uno, no puede fragmentarse sin quedar desprovista de sentido. Y si fuera una ilusión o epifenómeno, habría que resolver muchas aporías que he intentado plantear en este blog bajo la etiqueta "Alma". La primera de estas aporías iba a ser la ya mencionada: ¿Cómo conciliar el epifenomenismo o emergentismo, que cree que el todo es superior a las partes, con el gradualismo, que afirma que -salvo salto brusco- el rasgo siempre estuvo ahí, tanto en las formas primitivas como en las más desarrolladas?

Abulafia dijo...

La reflexión es muy interesante. El emergentismo no está reñido con el gradualismo. Lo que emerge, no tiene porque emerger de golpe. Hasta formar un órgano, las células unicelulares pasaron por diversos estadíos de cooperación.

La sociedad emerge de las personas que la componen. Pero no emerge del dia a la mañana ni es immutable. Está sujeta al cambio (evolución), desde su inicio en la nada hasta su final en la destrucción de sus componentes.

Abulafia dijo...

Chicos? Chiiiicos? Os habéis quedado a cuadros con lo de célula unicelular? Yo también, leed organismo en lugar de célula, por favor ;0)

Dodger

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Perdona, Abulafia. Estos días voy a más revoluciones de las acostumbradas y descuido algunas respuestas.

¿Puede darse una evolución de la emergencia? En ese caso, hablaremos de propiedades emergentes en el más simple de los organismos (y de los cuerpos inertes) que serán fases primitivas de las nuestras, léase de la conciencia, la libertad, etc. Dime si crees que es defendible científicamente, yo no lo sé.

Abulafia dijo...

De la conciencia si. De la libertad no pq es relativo. Un lobo al lado de una ameba es libre. Nosotros nos miramos a nosotros mismos y decimos que somos libres. Quién juzga en qué grado lo somos? Qué observador externo podría decirnos si estamos en lo cierto? El problema del antropólogo es que es un hombre caracterizando a otro hombre. Cómo va a ser imparcial?