miércoles, 4 de noviembre de 2009

Corrosión del ideal




No es mal ejercicio preguntarse qué distingue al héroe del imbécil. Ambos se perjudican sin obtener nada tangible a cambio; sólo una satisfacción moral, que en el imbécil será imbécil y en el héroe también, salvo que se admita un valor objetivo y superior al interés individual. En el héroe, pues, lo individual y lo terreno se abstraen de lo moral. No muere sólo por la sociedad, como dejándose devorar pasivamente por ella (esto sería imbécil), sino que cree en una idea que sustenta a aquélla y por la que el sacrificio merece la pena.

Sin religiosidad no hay héroes ni altura moral de ninguna clase. A lo sumo, corrección y pudor. Si bien, al asociarse lo más elevado a lo más bajo, el sacrificio a la torpeza, la decencia misma ha de ir diluyéndose irremediablemente en la convención y, por último, en el absurdo.

6 comentarios:

Enrique Arias Valencia dijo...

Acá en México un funcionario de derechos humanos ayudó a un secuestrador confeso a evadir la justicia.

¿Son los derechos humanos para los humanos?

Voltaire dijo...

Creo que los cristianos suelen tener una muy pobre opinión de su propio dios y bastante menos confianza en él que la que profieren en voz alta.

Si fueran buenos cristianos verían con buenos ojos el retiro de los crucifijos porque su presencia es ventajismo propagandístico y a un dios justo le gusta el "Fair Play"

Si creyeran en el poder de su dios sabrían que no necesita crucifijos en las aulas para prevalecer.

Si realmente creyeran que su dios es inteligente se darían cuenta de que probablemente ese retiro de los crucifijos es reflejo de su voluntad.

Esta pobre opinión y esta desconfianza sobre su dios o es el resultado de la indiferencia de dios hacia sus partidarios o es reflejo de que su dios no existe.

Si lo primero, es porque los cristianos se han corrompido y no merecen la atención de dios.

Si lo segundo entonces las pobre opinión y desconfianza en su dios es una consecuencia natural.

En ambos casos estan jodidos. Pero en el segundo caso el problema es facil de resolver: usar al máximo las neuronas.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Simbol, en libre competencia, pese a las persecuciones intermitentes, luchó el cristianismo contra la religión pagana. Y venció con Constantino.

No hemos de vencer mil veces para demostrar la suficiencia de Dios. Hecho está. Lo que queda por ver es si Europa está a la altura de Europa. Y Europa somos los europeos, hombres de carne, guiados por ideas, amasijos de palabras.

Dios, pues, ya no contiende. En parte porque tiene vicarios. En parte también porque desprecia nuestra mezquindad.

Outsider friar dijo...

En buena parte el problema es de pérdida de identidad. Los crucifijos pueden retirarse no realmente porque molesten (ja) a alguien, sino porque han dejado de ser significativos para la inmensa mayoría (supongo que es, planteado desde otro ángulo, es eso mismo que llamas "diluirse en la convención"). Basta dar un vistazo a la historia. Cuando en la Francia del XIX se retiraban (ya entonces) los crucifijos de las aulas se producía una reacción en la sociedad que todavía era lo que era y no aquello en lo que interesadamente se la quería convertir, de modo que antes de provocar una medida similar quien la promovía lo pensaba mejor. Pasaba cuando al día siguiente de la retirada del crucifijo, el noventa por ciento de los escolares llegaba a clase con su crucifijo colgado colgado del cuello.

francisco dijo...

El simbolismo no puede superrar la conciencia.

Kike dijo...

Cuando uno ha repasado el repertorio de obras de dramaturgia absurda (ponte, un Ionesco)y cree que no puede haber nada peor, siempre resulta que la realidad supera la ficción. Salud.