martes, 17 de noviembre de 2009

Endebles puentes




Antes del Concilio Vaticano II la Iglesia y la sociedad nacida a su sombra ya eran muy distintas al islam. En la Iglesia no hay revoluciones; toda transición es en ella lenta en medida de decenios y de siglos. Marcar, pues, en su historia un hito revolucionario y supuestamente autonegador es algo que sólo puede venir de progresistas (por hegelianos: sólo hay avance si hay contradicción) y lefebvristas (por parmenideanos: sólo hay coherencia si no hay avance).

Dicho esto, y reformulando la capciosa pregunta de J.Zamora, ¿es posible un islam tolerante? Posible es, y prefiero pensar que vale la pena promoverlo. Pero, si somos realistas, resulta poco probable. ¿Qué modulación puede haber en lo que se concibe a sí mismo como estático, sin Espíritu Santo que hable en todos a través del tiempo, y donde no cabe más que una incuestionable autoridad eterna y singular? No es sólo que la revelación esté cerrada, como lo está la cristiana, sino que fue transmitida de una vez a una sola persona y en escasos días, sin precursores, sin testimonios, en sueños. Por la misma naturaleza excepcionalísima de la revelación coránica se impone una exégesis literal en la que no existe más razón que la que emana de "la palabra". No puede haber en el islam concilio alguno porque tampoco hay magisterio unitario, sólo ciega sumisión. Es un tropel de sectas cohesionadas por la ortopraxis y un proyecto político imperial y teocrático.

Cristo proclamó solemnemente que se perdonarían las ofensas contra el Hijo, pero no aquellas emitidas contra el Espíritu; esto es, que se eximiría de culpa a quienes no creyeran en la letra, pero compartiesen en cambio el ideal. En el islam sucede lo contrario: el platonismo queda anulado y no hay más que mandatos divinos, infalibles e inapelables.

Creo que el acercamiento del Papa al islam es sólo una estrategia de propaganda de la fe cristiana, pretendiendo así fomentar un clima de diálogo y recabar conversos que acaben renegando de la fe de Mahoma. Siempre que ha habido debate teológico, la Iglesia católica ha triunfado: sucedió contra Arrio y contra la Reforma. ¿Y qué es el islam sino un arrianismo con libre examen?

La opinión genuina de Benedicto XVI al respecto es la que ya expresó en Ratisbona a través de Manuel II Paleólogo, que es también la de San Juan Damasceno y la de todos los Padres que se han ocupado en mayor o menor medida de dialogar con esta religión. El islam debe su origen a la violencia "ad extra" y su mantenimiento a la coacción "ad intra". Sus escrituras son eclécticas, su caridad es árida, su teología es bárbara y sus profecías son falsas. Pero también posee elementos en común con el cristianismo y parte de una misma tradición monoteísta. De ahí la necesaria y calculada ambigüedad de este pontificado.

Veremos.

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