jueves, 22 de febrero de 2007

Rescatando un viejo post: utopías con pies de barro


El iusnaturalismo ha de dotar de objetividad a la justicia y librarla tanto de las garras del relativismo y las falsas presunciones de las izquierdas al uso como de las generalizaciones y el oscuro economicismo voluntarista de las derechas hegemónicas.

Las izquierdas postulan mal e infieren bien; las derechas postulan bien e infieren mal. Véase:

1) Las unas parten de la igualdad material, una aspiración indeseable que persiguen a través del socialismo, una justicia, en consecuencia, pervertida "ab initio".

2) Las otras ansían la libertad individual, un noble designio que, según dicen, debe transitar por los cauces del liberalismo, que es la ausencia de justicia por la falaz identificación de ésta con aquélla; del fundamento, entonces, con los fines, igualmente negados en su confuso matrimonio.

Así pues, invariablemente, si el fundamento natural de toda política, de toda economía, es la libertad, su fin debe ser la justicia, donde aquélla se realiza sin perjuicio social. Las políticas carentes de fin o de fundamento, como el socialismo o el liberalismo, no podrán sobrevivir faltas de un Estado tiránico y, al cabo, fracasarán.

¿Cuál sería la panacea? Una ideología que postulara de manera no viciosa e infiriese de forma correcta; que se basara en la libertad o autonomía individual y tendiese a la justicia, esto es, a la igualdad real de oportunidades -como exige la libertad- mediante el Estado; al socorro recíproco -como pide la caridad- mediante la religión; y a la retribución según méritos -como demanda la equidad- mediante el derecho. Fraternidad, pues, que no es otra cosa que libertad en la justicia.

Esto es una mera declaración de principios. ¿Resulta utópica? ¿Se trata de valores contradictorios en un sistema de cooperación óptimo? No, bajo mi punto de vista.

El liberalismo es una ideología "ad hoc" para el matenimiento del "statu quo". Se preserva el interés del empresario actual a despecho del trabajador, que también podría disponer de los medios de producción en el futuro. Este cambio de papeles no se desea, y por ello no se promueve, toda vez que se razona según dos hipótesis decimonónicas, a saber: a) la escasez de bienes (malthusianismo), dado el número limitado de recursos y trabajadores frente al de propietarios, potencialmente ilimitado; y b) la autopromoción de los mejores (social-darwinismo), que asume que el que prospera lo hace esencialmente en virtud de sus solos méritos.

Frente a a) afirmo que la propiedad no es un derecho natural, ya que 1) no es necesaria para la supervivencia (bastan la posesión y el usufructo) y 2) requiere del consentimiento de otros (de los que la enajenan). Y que, a partir de ahí, los propietarios han de ser inexistentes o limitados.

Frente a b) sostengo que la inteligencia que caracteriza a los mejores es una cualidad social, la cual presupone una racionalidad múltiple participada por todos los que interactúan, que de ubicarse en un contexto donde la cooperación fuera imposible, ya que todo conflicto se resuelve a favor del más fuerte, quedaría destruida en sus cimientos. La libertad sin inteligencia sólo redunda en aumento del azar, que se opone a ambas.

¿Es justa la ley que protege la propiedad pero no lo es la que resguarda y hace ecuánimes los medios de acceso a la misma? A eso lo llamo doble rasero. Si tanto estamos por los incentivos, suprimamos las herencias y las donaciones. Que el Estado se quede su producto y lo reparta proporcionalmente entre todos los ciudadanos. Pero si transigimos con la herencia, es decir, si el esfuerzo ajeno es capaz de justificar el beneficio propio, entonces nadie debería oponerse a los subsidios. Ambos obstáculos, la herencia y la redistribución vía impuestos, se compensan entre sí. Por sí solos serían injustos.

Habrá quien contraargumente que sin esas instituciones de derecho sucesorio el empresario no tendría incentivos para ahorrar. Estoy de acuerdo, y para eso sirven los impuestos, que no sustraen de una sola vez. No hay tercero: o abolimos la herencia y las donaciones, o gravamos la riqueza fruto del trabajo, lo que no deja de ser una carga indirecta sobre el capital que lo ha permitido.

La igualdad contribuye a crear riqueza. La prueba es que las sociedades más avanzadas son comparativamente mucho más igualitarias que las subdesarrolladas. El Estado no puede ni está llamado a corregir las desigualdades por naturaleza, pero sí las desigualdades por azar. Desigualdad por naturaleza es la que condiciona de forma permanente el desarrollo de un individuo, siendo innata y, por tanto, inseparable de sus decisiones libres. Desigualdad por azar es aquella provocada por las decisiones de los otros, afectando sólo en un sentido o en el opuesto (positivo o negativo) a una parte del conjunto de la sociedad. Ejemplos de la primera son el talento, la agilidad, la osadía...; ejemplos de la segunda: el lugar de nacimiento, la extracción social, las crisis económicas, las guerras, etc.

La sola igualdad ante la ley no me asegura que tú y yo podamos acceder al mercado y disputárnoslo en paridad de condiciones. Si la igualdad real de oportunidades es, entonces, un fin deseable y, en mayor o menor medida, posible, debe perseguirse aunque implique medios gravosos. ¿O acaso diremos que la libre competencia es mala porque permite que muchos se arruinen?

Ahora responde: ¿qué es más eficiente para el conjunto, diez empresarios con patrimonio semejante y en competencia similar, o dos empresarios con el quíntuplo de riquezas de cualquiera de los anteriores? Lo primero, a todas luces. Luego, ¿no será el reparto justo una forma de estimular el mercado y evitar oligopolios?

6 comentarios:

Tumbaíto dijo...

Dese cuenta que creer que "tendiese a la justicia, esto es, a la igualdad real de oportunidades -como exige la libertad- mediante el Estado" le convierte a usted en un socialista irreflexivo.

Si tuviese más capacidad ilativa supongo que ahora andaría defendiendo a Marx y no a la comida de los leones.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Dame un modelo de Estado marxista justo y que funcione y me lo pensaré.

Tumbaíto dijo...

¡No! ¡No! Si el problema es que usted es socialista y no lo sabe. Su concepto de justicia es socialista: "la igualda real de oportunidades".

Tiene todo el derecho a querer "esa igualdad real" -igual que yo tengo el derecho a verle voluntariamente frustrado en esa aspiración- ahora bien, decir que eso es la justicia!

¿Esa mierda es uno de los atributos de Dios? No sé qué es peor si negar a Dios o ensuciarle de esa manera.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

¿Socialista? No es lo más feo que me han llamado.

Tumbaíto dijo...

A usted quizá no. Dicho de Dios es salvájemente hediondo.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Puede.