jueves, 26 de abril de 2007

La última prueba


Todas estas conclusiones, repetidas "ad nauseam" para simular consenso, son el resultado ramplón de aplicar la navaja de Ockham a lo relatado: antes mentira que milagro. Podríais empezar por ahí y luego seguir con la filología, a modo de adorno. De hecho, vuestra investigación se centra exclusivamente en buscar apoyos para esta hipótesis económica. Pero no se actúa sin prejuicios al contemplarla y, bajo el dogma de que nada extraordinario puede suceder sin dejar pruebas empíricas, atentáis contra la certeza moral. ¿Qué hay más absurdo? Ningún grupo de alucinados lo está tanto como para morir por algo que sabe que no es veraz. No por una doctrina, al fin y al cabo opinable, sino por un fáctico incontrovertible. ¿Los mismos que adulteraron las palabras y hechos de Jesús aceptaron convertirse en mártires de los bulos por ellos creados? Esa fidelidad a ultranza entra ya en el capítulo de lo imbécil. Pero ¿no son un negocio hipócrita todas las religiones, de engañar y no engañarse? ¿Dónde está ahora vuestro recelo por la jerarquía? ¿Tal vez se sacrificarían por Dios aquellos que lo emplean como falso testimonio?

Hasta aquí respecto a los que le seguían, meros hombres. Respecto a la persona misma de Cristo, y por más que os empeñéis, no hay figura literaria, ni siquiera histórica, que tenga su fuerza paradójica, su elevación, su compleja profundidad, su apabullante coherencia, su universalidad y su tremenda capacidad de arrastre. Nada que se le aproxime, por poco que se piense. Sucede que nos hemos acostumbrado a todos sus prodigios, de los cuales los milagros son los menores, y ya resuenan lejanos, pueriles e inverosímiles en nuestros oídos, o toman rasgos amanerados en el caleidoscopio de la cultura. El exceso de divulgación transforma en dudosa a la verdad más sólidamente establecida. No podía ser distinto en este caso.

Ahora bien, ¿dónde está el cadáver de Jesús? Los discípulos no lo encontraron. Id a buscarlo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ningún grupo de alucinados lo está tanto como para morir por algo que sabe que no es veraz. No por una doctrina, al fin y al cabo opinable, sino por un fáctico incontrovertible. ¿Los mismos que adulteraron las palabras y hechos de Jesús aceptaron convertirse en mártires de los bulos por ellos creados?

Bravo.

Renton

Fernando G. Toledo dijo...

Ningún grupo de alucinados lo está tanto como para morir por algo que sabe que no es veraz. No por una doctrina, al fin y al cabo opinable, sino por un fáctico incontrovertible. ¿Los mismos que adulteraron las palabras y hechos de Jesús aceptaron convertirse en mártires de los bulos por ellos creados?

El chamán no es capaz de modificar la realidad con sus humos y sus cánticos. Las opciones son: él lo sabe y lo disimula o él no lo sabe porque piensa que sí puede. Pero para quienes creen en él, el chamán es capaz de modificar la realidad con sus poderes. No hay opciones. Son capaces de morir por él (y mueren por culpa de él, incluso).
Así, resulta que esta conclusión, que a algunos les parece para aplaudir, es una inocente estupidez.

Fernando G. Toledo dijo...

¿Inocente?