domingo, 29 de abril de 2007

Veredicto, a propósito de las revoluciones


¿Qué límite tendrá, entonces, el mal? Pues si el que sufre una injusticia se venga, transfiere el mal ininterrumpidamente de uno a otro, y la injusticia se traslada y sucede a otra injusticia. Porque cuando concedes a la víctima el derecho de vengarse, por este mismo derecho, a su vez, el castigo se retrotrae de aquél a este mismo, ya que el derecho es el mismo para los dos. ¡Oh, Zeus!, ¿qué es lo que has hecho? ¡Una justicia resultante de injusticias! ¿Y hasta dónde avanzará el mal? ¿Y dónde se detendrá? ¿No sabes que remueves esta fuente perenne de maldad y redactas una ley que instituye el mal en toda la tierra?

(...) Me atrevería yo a decir que si hay grados dentro de la injusticia, el que se venga es más injusto que quien lo ha precedido. Pues el que por ignorancia incurre en la injusticia obtiene el reproche como castigo, pero quien se venga le quita el reproche, pues toma para sí lo injusto de su semejante. En efecto, del mismo modo que quien se junta con uno que está lleno de carbonilla tiene por fuerza que ensuciar su propio cuerpo, así también el que pretende juntarse y andar a vueltas con un hombre injusto tiene por fuerza que disfrutar con él de mal y llenarse, como aquél, de carbonilla. Acepto que un atleta compita con otro atleta igual de ejercitado y de ambicioso, pues veo que tienen una constitución semejante, un entrenamiento parecido y un anhelo de victoria igualmente honorable. Pero cuando un hombre bueno se enfrenta a uno malo, sin que uno y otro provengan de la misma palestra, sin que se hayan ejercitado con el mismo entrenador ni hayan aprendido el mismo arte, sin que se hayan curtido con las mismas tretas ni amen la misma corona y la misma proclama, pena me da el combate, desigual es el combate. El malo tiene por fuerza que vencer cuando compite en semejante estadio: malos son sus espectadores e injustos sus árbitros. En tales circunstancias, el hombre bueno carece de arte y formación, de recursos frente a la deslealtad, la maldad y el engaño, así como de los restantes trucos por los que la perversidad prevalece y se hace fuerte. De modo que resultaría muy ridículo, cuando tratara de devolver la injusticia al injusto, todo aquel que no esté dotado para ello por naturaleza, arte y hábito.

Máximo de Tiro.


*


No resistáis al mal.

Mt. 5:39-42.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hmm... me parece que distorsiona un tanto la cita evangélica, o cuanto menos, leído de ese modo se presta a la confusión...

38 Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 39 Pero yo os digo que no hagais frente al que os hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra.

40 Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; 41 y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él.

42 Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.


Estaremos de acuerdo que no es lo mismo que No resistáis al mal, no es así...?

Renton

Anónimo dijo...

Estaremos de acuerdo que no es lo mismo que No resistáis al mal, no es así...?

Creo que estás en lo cierto Rents, pero aguarda que ahora viene el sr. Ircichc y te contesta... :D

Renton