Los Simpson y House, obras cumbre del fantasmagórico ingenio ateo. Al otro lado, simples bagatelas: la Biblia, la Eneida, la Divina Comedia, el Paraíso Perdido, la música de Monteverdi, Charpentier o Bach...
Aparte de eso, la serie me parece aburrida, llena de jerga y de trucos confusionistas para mantener la atención, como tantas otras. Esa obsesión pueril y obstinada "pour épater" es realmente enfermiza, bastante más que cualquier cuadro clínico de su estrambótico argumento.
Pero no sufráis, que en algo os parecéis a los creyentes de vuestra caricatura: admiráis lo que no existe. En este caso, a un personaje de ficción paradigma de la egolatría.
viernes, 16 de marzo de 2007
Impresionante
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1 comentario:
¿Cómo que House no existe? Me has dado una mala noticia. Yo pensaba entrevistar a Hugh Laurie y preguntarle por el personaje que le escribió David Shore. ¿Es decir que eso no es nada? Estoy triste.
De todos modos, tranquilo. No pensaba ni fundar una religión con eso, ni dogmatizar ni en algún momento de la historia, quemar en la hoguera a quien escribiese un texto blasfemo como éste. Será que tanto no nos parecemos.
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