miércoles, 7 de marzo de 2007

Si exaltatus fueris sicut aquila


El alma posee tres facultades o potencias naturales. La primera es la razón, en virtud de la cual el hombre puede distinguir el mal del bien; la segunda es la fuerza resistente de la voluntad, por la que el hombre puede rechazar el mal; la tercera es la fuerza apetitiva de la voluntad, que permite al hombre desear el bien. Las tres están corrompidas desde el nacimiento por tres vicios originales. La razón se corrompe por la ignorancia y, así, el hombre es incapaz de distinguir el bien del mal; la fuerza resistente de la voluntad se corrompe por la ira, de modo que desprecia el bien antes que el mal; la fuerza apetitiva de la voluntad se corrompe por la concupiscencia y, por consiguiente, hace anhelar al hombre el mal en lugar del bien.

(...)

Nos perturba un gran pesar y somos sacudidos por temblores cuando observamos los sufrimientos de nuestros amigos o tememos un peligro inminente para nuestros padres. A menudo somos movidos a tribulaciones más por miedo, pese a estar sanos, que por algún estado mórbido permaneciendo enfermos. El acto voluntario que causa la compasión nos atormenta más que los padecimientos involuntarios. El poeta tiene razón al decir: "El amor es algo cargado de preocupaciones y temores" (Ovidio, Heroidas, 1, 12).

Inocencio III, Papa.

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