miércoles, 16 de mayo de 2007

Facetas del dominio


En mi idioma querer a una mujer significa someterla psicológicamente, sin violencia ni demasiada astucia, con casi total naturalidad. Dudo que haya muchos hombres que entiendan el amor erótico de una forma muy alejada de la mía.

Amar a la humanidad es muy fácil, y hasta un socialista puede lograrlo. No hay ahí nada recíproco. Pero para amar a algo concreto hay que someterse a él o someterlo: pasión o acción. Pues el amor puede ser igualitario en los fines, pero en los medios es tan despiadado como cualquier otra pugna por el reconocimiento. La igualdad en el proceso de ser reconocido sólo engendra odio, tanto en la lucha -cuando todavía no se reconoce nada- como en el sexo -cuando ya no se reconoce nada.

Ser suplantado es infinitamente más terrible que ser vencido. El individualismo a ultranza, esto es, el afán de imponerse más allá de nuestras posibilidades y de negarse a cualquier yugo espiritual, se erige como la causa próxima de todas las infelicidades modernas. Es un imperdonable falseamiento de la naturaleza. Bajo mi punto de vista, liberal y ateo son sinónimos.

6 comentarios:

5181553 dijo...

Bajo el punto de vista de alguien, querido, no se ve nada...
en realidad es DESDE el punto de vista como mejor vemos las cosas.
Un saludo afectuoso.
Sib.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Resulta discutible. ¿Por qué los poetas se enamoran de las palabras?

Gregorio Luri dijo...

¡Cuánto me recuerda usted al gran Donoso Cortés, señor Irich!

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Gracias, Gregorio. Es cierto que suelo simpatizar con la reacción, pero no estoy políticamente muy definido (sólo por descarte).

Anónimo dijo...

yo lo encuentro muy nietzschiano en este post y creo que es muy bueno, estoy entusiasmado con irich, de hecho a pasado de estar rodeado de lo importante a ser importante con este post, porque una cosa es ser un platónico eficaz y un pasional de lo despreciado por el tiempo, pero otra más eficaz aún, más nueva, más prometedora, es ser un gran psicólogo. he dicho.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Estaría bien ser el Nietzsche cristiano. Hace falta una cosa así ante tanto paleoilustrado, pero yo no creo estar a la altura.

Sea como fuere, más que en Nietzsche, este post se inspira en la archiconocida y manoseada dialéctica del amo y el esclavo (Hegel).