Una red puede hacer cientos de cosas que no puede hacer uno de sus nodos en solitario. De la interacción entre docenas de estos elementos simples, ninguno de los cuales es más importante o interesante que los demás (sólo se distinguen por su topografía), surgen propiedades como la capacidad de aprender, sin ir más lejos. He ahí el poder del conexionismo: su simplicidad. Este enfoque exige descender al nivel de las unidades de estas redes para comprender el sistema, pero es que si no observamos la red en su conjunto nos perderemos las regularidades que desde “arriba” son evidentes (pues en niveles inferiores no son siquiera observables).
El Rigor Científico.
Como arriba es abajo; como abajo es arriba.
Hermes Trismegisto.
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Tres opciones: O todo está determinado, o nada está determinado, o hay más de una clase de determinación. Lo primero no es demostrable, lo segundo no es científico y lo tercero (compatible con lo primero) sería absurdo si dicha determinación se refiriese a una misma clase de entes. Digamos entonces que se refiere a dos. Pero esto, como la opción segunda, ya es metafísica. Consecuentemente, nos queda elegir entre la bipartición de la realidad en fenómeno y noúmeno, por un lado, y su liquidación racional en el caos, por el otro.
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Los dos tipos de entes son los que pueden tener fines -o predicados reales- y los que no. Es predicado real el que no necesita de otros sujetos actuantes para ser comprensivo.
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