viernes, 11 de julio de 2008

Reincide


En la mayoría de las sociedades humanas donde ha regido la lógica "malthusiana" el infanticidio es simplemente un hecho corriente, no es perseguido ni castigado. Otra cosa muy diferente es que hoy nos podamos permitir unas condiciones de existencia distintas y, como consecuencia, el sistema normativo varíe. Pasa lo mismo con la valoración del trabajo infantil. La eliminación del infanticidio y del trabajo infantil son logros más bien del capitalismo industrial y del nacionalismo moderno que de la "ética" (cristiana, musulmana, animista, new age, naturalista o lo que sea) o de un iusnaturalismo flotante.

Eduardo Robredo


Esta afirmación
, además de escalofriante, es falsa. La Biblia, la Antigua Roma y la tradición cristiana condenan el infanticidio. Quien constriñe la moral a los rígidos parámetros de la infraestructura, cual marxista vulgar, muestra un profundo desconocimiento de la naturaleza humana.

Por supuesto, la falsedad del aserto sólo se predica en tanto que no sea él mismo una tautología, donde lógica malthusiana equivalga a infanticidio. Pero lo dudo, pues se apela a factores variables como "la mayoría" (una bajeza epistemológica) o la costumbre (otra).


Bien. Es cierto que las expresiones más elevadas de la cultura griega, romana o judeocristiana formularon condenas del infanticidio, pero esto en absoluto significa que la práctica fuera poco frecuente. Además, como es bien sabido, la mayor parte de la historia, o de la evolución humana, tiene lugar en sociedades sin estado muy anteriores a ningun libro sagrado y las tradiciones que inauguran.


Cuando se ha dicho que el infanticidio era corriente antes del siglo XIX, se ha intentado trasmitir la idea de que no era reprobado en términos morales. Ahora se cambia el sentido de las palabras y se vincula la normalidad con la simple frecuencia. Como si el crimen no fuera habitual en nuestras sociedades.

También se varía la afirmación vertida cuando se hace retroceder la tolerancia del infanticidio a épocas precivilizadas, si bien en primer lugar se aludió a las premodernas. Debe de ser el enfoque naturalista el que empuja a Eduardo a recorrer la historia de la humanidad con las botas de las siete leguas -qué más da treinta siglos arriba o abajo- y a despreciar miles de años de legislaciones; a ver las conquistas morales como frutos tardíos de progresivos e insensibles cambios de costumbres forzados por avances de índole económica y técnica.


El infanticidio es, además, un "valor bíblico" en determinadas circunstancias. Empezando por el sacrificio del hijo de Abraham abortado a última hora, y siguiendo por Números 31:17-18 ("Matar pues, a todos los niños varones..." , Deuteronomio 21:18-21 ("Y todos los hombres le apedrerarán (al hijo rebelde) hasta que muera") o Jueces 11:29-40.


La única mención sin censura que se hace en la Biblia del infanticidio puro y simple, esto es, del que derivaría de los rituales para aplacar a los númenes, del derecho natural del padre a decidir de forma omnímoda sobre la suerte de su progenie, o del imperio del cuerpo social para regular su natalidad, es en efecto la de Abraham (las demás citadas son aplicables por igual a adultos e infantes). Y es ésta, precisamente, la que con mayor claridad determina de una vez y para siempre la ilegalidad de dichos actos, pues Dios reputa su fe como justicia y lo exime de la obra requerida. El de Jefté fue un juramento impío, o estúpido.

2 comentarios:

Dark_Packer dijo...

Los sacrificios de bebés a los ídolos (Molok, por ejemplo) son reprobados muchas veces en el Antiguo Testamento.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

Será porque los judíos estaban predestinados a ser capitalistas.