lunes, 15 de abril de 2024

El Argumento de los Dos Reinos Indisociables




Lo necesario es aquello que no puede no existir, mientras que lo contingente es aquello que puede no existir. Ambos carecen de potestad para reducir al otro a la imposibilidad, toda vez que ello destruiría su propia noción. Lo probamos mediante dos hipótesis:

a) Si todo es contingente, es imposible que algo sea necesario y es necesario que todo sea contingente. Luego, si todo es contingente, no todo es contingente, puesto que la contingencia se convierte en necesidad. Es falso, en consecuencia, que todo sea contingente. Ahora bien, sólo existen dos clases de seres posibles: los contingentes y los necesarios. Se sigue, pues, que si algo es contingente, algo es necesario.

b) Si todo es necesario, es imposible que algo sea contingente, es decir, nada se distinguirá de lo necesario, y todo lo que no sea necesario será imposible. Por tanto, lo necesario no podrá causar lo no necesario y dar una existencia temporal a lo que no la tiene eternamente, pese a que no hay en ello nada que repugne a la razón. Sin embargo, lo necesario sólo puede estar limitado por la razón (i.e. por el principio de no contradicción), por lo que esta hipótesis debe rechazarse mientras no se pruebe con razones evidentes que lo necesario y eterno no puede ser causa de lo contingente y temporal. Por consiguiente, si algo es necesario, es posible que algo sea contingente.

Tomemos, pues, las dos conclusiones:

1) Si algo es contingente, algo es necesario.

2) Si algo es necesario, es posible que algo sea contingente.

Supongamos que el universo es necesario, esto es, es causa de sí mismo y es la totalidad del ser. Habrá que inferir, en base a la segunda conclusión, que es posible que algo sea contingente, y dado que el universo es la totalidad del ser, será posible que el universo sea contingente. Ergo es falsa la suposición que estima que el universo es necesario, ya que es imposible para lo necesario ser contingente en todo o en parte.

Dado que hemos alcanzado esta verdad, a saber, que el universo o realidad es contingente, deduciremos en base a la primera conclusión que algo distinto del universo es necesario. Este ser necesario será un no-universo: no material, no espacial, no temporal y no limitado por nada, excepto por la sola razón. Además, será causa del universo. Puesto que el universo es contingente, su causa deberá contemplar todos los infinitos universos posibles antes de determinarse a crear dicho universo en particular. Esta contemplación y esta determinación suponen que la causa posee entendimiento, voluntad y un poder sin límites. Tal ser absolutamente simple, eterno, perfecto y creador del universo es Dios.

T
o
das las reaccione

martes, 9 de abril de 2024


El tiempo es la relación entre un estado de cosas y otro estado de cosas no idéntico en la misma sucesión de acontecimientos. Así pues, sin una multiplicidad de estados de cosas diferenciados debe hablarse de la unidad indivisible e indistinta del todo, que excluye la sucesión, ya que nada puede sucederse a sí mismo. Por otro lado, si se da una multiplicidad de estados de cosas de un modo simultáneo, habrá partes del universo pero no sucesión de una parte por la otra, por lo que el tiempo no será algo real, sino acaso un engaño de los sentidos semejante al de aquel que, por cierto efecto de la luz proyectada sobre la superficie de un río, imaginara que éste fluye pese a estar completamente congelado.

Mas no fantasea quien cree percibir el tiempo, sino quien sueña suprimirlo. El error de la hipótesis de la simultaneidad eterna de todos los momentos es suponer que las partes del universo son necesarias, toda vez que, puesto que nunca son reemplazadas por otras como ocurre en la sucesión temporal, existen siempre y no pueden no existir. Tal existir siempre equivale a existir por sí mismas, establecido que dar el ser es dar el comienzo, y que el no poder no existir que define la necesidad comporta que la existencia ha de verificarse en todos los casos, incluso en aquel en el que no hay causa. Ahora bien, lo que existe sin causa es por sí mismo y es necesario. Sin embargo, por definición, ninguna parte es necesaria, pues depende del todo y debe a éste su existencia. De no ser así, cada parte sería el todo y el todo no sería el todo, por lo que sus partes tampoco serían sus partes. Por tanto, la posibilidad de que la totalidad de los momentos se dé simultáneamente, postulada por la teoría del universo-bloque, nos conduce a una aporía insalvable, a saber, que algo sea por sí y sea por otro, o sea parte y no sea parte, o sea todo y no sea todo, lo que nos obliga a rechazarla como quimera. Luego, si admitimos que hay partes en la realidad, esto es, que existen estados de cosas diferenciados, es innegable que entre ellos ha de darse la sucesión, a la que llamamos tiempo.

A la vista de lo anterior, si es cierto que hay sucesión temporal y que ésta afecta a todas las partes de la realidad, es forzoso confesar que el universo es continuamente destruido. Pues ¿cómo no iba a serlo si todas sus partes han sido reemplazadas por las siguientes en el fluir del tiempo, y la destrucción no es otra cosa que la pérdida de todas las partes de un ser, sin que se conserve ni una sola a la que quepa atribuir la identidad del ser pasado? Pero, si el universo es destruido y recreado a cada instante, ¿diremos que se destruye y se recrea a sí mismo o más bien que es destruido y recreado? No lo primero, tan absurdo como que una madre se dé a luz a sí misma o que un león se devore a sí mismo, es decir, devore todas sus partes; por tanto, lo segundo. Y si el universo o, por mejor decir, todo universo posible es continuamente destruido y recreado, ¿no es esto prueba manifiesta de un ser trascendente de infinito poder, pues todo lo destruye, e infinita sabiduría, dado que, al recrearlo todo, lo engarza de nuevo?

domingo, 7 de abril de 2024


Para ser ateo, si no niegas el movimiento, debes creer:

- O que lo infinito en magnitud es móvil en todas sus partes, y por ello existe un movimiento infinito que empieza a ser pero carece de término, como algo que empezara a ser blanco y nunca llegara a ser blanco.

- O que lo finito en magnitud tiene la potencia infinita de haberse movido infinitamente en el pasado, siendo, por tanto, finito e infinito, y obteniendo su infinitud no de la magnitud, sino de la pura nada.

Las dos posibilidades entrañan absurdos.

Si no crees ninguna de estas dos y has de seguir siendo ateo, debes optar entre dos más:

- Que lo que no tiene una duración infinita se dé comienzo a sí mismo.

- Que lo que no tiene una duración infinita sea efecto de la pura nada.

Las dos son igualmente absurdas.


Escribe Aristóteles:

Si lo infinito estuviera constituido por un número limitado de partes, cada una de éstas (quiero decir, por ejemplo, el agua o el fuego) sería también, necesariamente, infinita. Pero eso es imposible: pues se ha demostrado ya que ni la gravedad ni la levedad son infinitas.

Además, sería necesario asimismo que fueran infinitos en magnitud los lugares de aquellos elementos, de modo que también los movimientos de todos ellos serían infinitos. Pero eso es imposible, si hemos de dejar sentadas como verdaderas las hipótesis iniciales, y no cabe que lo que se desplaza hacia abajo lo haga infinitamente ni tampoco, por el mismo razonamiento, lo que se desplaza hacia arriba. Pues es imposible que se produzca lo que no puede haber llegado a producirse, tanto en lo tal como en lo tanto y en el dónde. Quiero decir que, si es imposible para una determinada cosa haber llegado a ser blanca o de un codo de longitud o haber llegado a estar en Egipto, también es imposible para ella encontrarse en trance de llegar a ello. Es imposible, por tanto, desplazarse hacia un lugar al que ninguna cosa que se desplace puede llegar.

En suma, si el universo fuera infinito sería inmóvil en todas sus partes. Ahora bien, el universo es móvil en todas sus partes. En consecuencia, el universo es finito.

Si el universo es finito, no puede tener una potencia infinita. Por tanto, tampoco una duración infinita, por lo que, si existe, debe empezar a existir y puede dejar de existir. Y dado que nada empieza a existir o deja de existir por sí mismo, lo hace por otro. No por otro universo, del que cabría decir otro tanto. Luego por un no-universo, esto es, por un ser inmaterial, inespacial, intemporal e infinito.

Pero si se pretendiera que la duración infinita de una sucesión de universos es posible, al tener cada uno de ellos una potencia finita, explíquese de qué modo uno causa al otro. Si es su causa eficiente, serán todos ellos parte de una misma realidad, entendida como la totalidad de causas y efectos, la cual, siendo móvil en todas sus partes, no será infinita en magnitud, ni por ende tampoco en potencia, por lo que es contradictorio que pueda causar movimiento infinitamente. Y si lo suponemos causa creadora, es decir, sin movimiento y sin continuidad física entre causante y causado, hay que responder de dos maneras. En primer lugar, que esta posibilidad es ininteligible, ya que, si existe un universo antecedente, no hay creación ex nihilo del consecuente, sino que ésta será ex aliquo. En segundo lugar, que tal creación tendrá una potencia infinita, pues crear algo de la nada es superar el abismo infinito que separa al no-ser del ser, lo que es imposible si hemos asumido que el creador es un universo móvil y finito.

jueves, 4 de abril de 2024


Lo necesario se define como aquello que no puede no existir.

Ser necesario conlleva no cambiar, puesto que si algo cambia, al menos una de sus partes deja de existir, entendiendo por “partes” cualquiera de sus características. Ahora bien, todo lo necesario es completamente necesario, y todo lo contingente es completamente contingente, pues de no ser así sería necesario en parte y en parte contingente, lo que es absurdo. En consecuencia, lo necesario es completamente inmutable.

Una vez hemos establecido que lo necesario no cambia, debemos considerar si lo no necesario, a saber, lo contingente, cambia por sí mismo o por otro. No por sí mismo, dado que si fuera fuente de su propio cambio sería causa de sí y, por ende, necesario, lo que va contra la hipótesis. Luego cambia por otro. Por tanto, si lo contingente cambia por otro, ser contingente no es otra cosa que ser por otro; y si ser por otro es cambiar por otro, entonces lo contingente es cambiado completamente por otro, dado que ya hemos visto que nada es parcialmente necesario ni parcialmente contingente.
 
Mas, si algo cambia completamente por otro, no existe siempre, ya que existir siempre excluye el cambio completo. Este cambio completo se llama creación, y es el paso del no-ser al ser. En efecto, lo que cambia completamente es en cierto sentido destruido y en cierto sentido creado, asumiendo que no es reemplazado por la pura nada ni viene de la pura nada, sino que el ser posterior mantiene contigüidad temporal con el anterior.

sábado, 30 de marzo de 2024


Por Dios, que el sol nunca se alza ni desciende

Sin que respire en Tu amor;

Y nunca me siento a hablar con nadie

Sin que seas Tú mi conversación.

Y nunca Te mento, ni triste ni alegre,

Sin que estés en mi corazón con cada murmullo.

Y nunca, sediento, he anhelado un sorbo de agua

Sin ver en mi copa una aparición Tuya.

Si pudiera llegar hasta Ti, acudiría

Arrastrándome sobre mi cara o caminando con mi cabeza.

Oh, joven, que me cantas con deleite,

Canta también mis penas con duro corazón.

¿Qué hay entre mí y la gente, que con su necedad me molesta?

Yo tengo mi religión y ellos la suya.


Al-Hallaj


La distancia entre dos elementos de una serie infinita es siempre finita.

Por tanto, en una serie temporal infinita es imposible que dos estados temporales estén infinitamente alejados.

Por consiguiente, es imposible que entre dos estados temporales se dé un número infinito de estados temporales intermedios.

Luego no se dan infinitos estados temporales entre el presente y cualquier punto del pasado.

Si es imposible ensanchar la distancia entre dos estados temporales y que ésta devenga infinita, el infinito no es una distancia definida, sino una distancia que siempre puede aumentar.

Ahora bien, el infinito en acto no admite aumento, ya que todo lo que se le añada y no estuviera originariamente en él habrá pasado de la potencia al acto.

En consecuencia, si el infinito en una sucesión de estados es una distancia que siempre puede aumentar, no se da el infinito en acto en una sucesión de estados ni, por ello, un pasado infinito en acto.

jueves, 28 de marzo de 2024


Alguien podría objetar que el cambio es posible en un universo-bloque. Ahora bien, si por universo-bloque entendemos uno en el que no se da la sucesión temporal, y definimos cambio como el paso del ser al no-ser o del no-ser al ser, no veo de qué manera algo puede empezar a ser o cesar de ser si todos los estados temporales ya están dados de una sola vez y por toda la eternidad. Lo que nosotros percibimos como un empezar a ser será en realidad un desplazar nuestra atención de un punto a otro punto del universo-bloque. Y, si bien nuestra percepción comenzará a percibir algo que antes no percibía, nada fuera de ella empezará a ser en términos objetivos. Hablar de potencia cuando todo está ya en acto no es más que una ilusión.

Tampoco sería válido decir que, en un universo-bloque, un objeto tiene una determinada propiedad en cierto momento y deja de tenerla en un momento distinto. La falacia estriba en que hablar de un objeto al que inhieren propiedades presupone una suerte de identidad del mismo en todos sus momentos. Sin embargo, la única identidad en el universo-bloque es la del universo-bloque consigo mismo y la de las partes consigo mismas. Pero, dado que un objeto en dos tiempos distintos conlleva dos partes en el universo-bloque, tal objeto no será idéntico a sí mismo, ya que tampoco dichas partes son idénticas entre sí. Si el objeto no es idéntico a sí mismo en ambos momentos, podremos afirmar que ha cambiado al pasar de un momento al otro si, al menos, alguna de las partes de dicho objeto ha permanecido idéntica en su tránsito de un momento al otro. No obstante, esto es imposible. Pues, si una parte es idéntica a otra y no hay sucesión temporal, estaremos hablando de la misma parte, según el principio de la identidad de los indiscernibles. Por ello, siendo la misma parte, y dado que los momentos en el universo-bloque no son más que partes del todo, no pasará de un momento al posterior, por lo que la identidad del objeto se perderá completamente.


Me parece autoevidente la proposición según la cual si algo no existe siempre no es necesario y, por tanto, si existe, tiene un comienzo. A pesar de ello, cabe demostrarla. La primera parte de la proposición se sigue de la definición de necesario, pues llamamos de este modo a lo que no puede no existir, a saber, a lo que existe siempre. La segunda parte de la proposición se basa en el siguiente razonamiento:
 
Si algo puede no existir, no contiene en sí mismo nada que lo determine a existir siempre, ya que si lo contuviera existiría siempre. Luego, si existe aquello que en sí mismo puede no existir siempre, existirá sólo mientras se dé aquello que le permite existir. Por consiguiente, no existirá por sí mismo, sino por otro.

Caben, pues, dos alternativas:

1) Si aquello que existe por otro no existe siempre, estará sujeto al cambio, es decir, pasará del no-ser al ser y tendrá un comienzo.

2) Por el contrario, si aquello que existe por otro existe siempre, no estará sujeto al cambio y existirá inmutablemente. Por idéntico motivo, no podrá no existir y será necesario pese a ser por otro.

La segunda opción entraña un absurdo. Si algo existe por otro y es, por tanto, efecto de otro, está recibiendo la acción de su causa. Pretender que B recibe la acción de A, que tal acción da lugar a la existencia de B y que, con todo, no se produce ningún cambio en B al recibir la acción de A, es un sinsentido. Pues, si B no ha cambiado en nada al recibir la acción de A, no es cierto que reciba de A su existir siempre y su no poder no existir, sino que éstos pertenecían a su noción, sin que le hayan sido prestados por un ser distinto de sí mismo. En consecuencia, en contra de lo que se ha supuesto, B existirá por sí mismo y no por otro. Dado que se ha reducido al absurdo la segunda opción, se impone la primera. Por lo que debe concluirse que aquello que existe por otro tiene un comienzo.

Se plantea el contraejemplo de que algo podría no tener comienzo y, sin embargo, cesar de existir y no ser necesario. Platón y todos los neoplatónicos han creído que esto es falso, y yo soy del mismo parecer. Si algo existe por otro, debe a otro el inicio de su ser, como acabamos de demostrar. E converso, si algo no existe por otro, no debe a otro su existencia, ni encuentra fuera de sí mismo razón para el cambio, por lo que será siempre idéntico a sí mismo y no tendrá ni inicio ni fin. En consecuencia, si algo no tiene comienzo, tampoco podrá cesar de existir, puesto que será un ser necesario. Mas, si pudiera ser destruido, habría algo en su noción que lo permitiría y, por tanto, sería falso que contiene en sí mismo algo que lo determina necesariamente a existir; esto es, sería y no sería un ser necesario.

domingo, 24 de marzo de 2024


Llamo a la primera proposición inteligible la verdad primera. Si Dios es la causa primera, por idéntica razón será la verdad primera, ya que si hubiera una verdad anterior a Dios, Dios no comprendería dicha verdad y sería comprendido por ella.

Por tanto, Dios es matemático y ha creado el universo matemáticamente porque Dios es la verdad primera y las matemáticas son verdaderas. Sin embargo, no sería correcto afirmar que la naturaleza es matemática por ser la verdad primera, dado que no hay en ella nada primero ni nada último, sino que todo lo natural posee el mismo rango.

sábado, 23 de marzo de 2024


Avicena:

En toda serie causal se da un eslabón anterior, un eslabón medio y un eslabón último. El eslabón último no es causa de nada; el eslabón medio es causa del último y causado por el anterior; el eslabón anterior es causa del medio y -a través de éste- del último. Veamos, pues, cuál de ellos es la causa del universo. No el eslabón último, ya que hemos visto que no es causa de nada. Tampoco el medio, que sólo es causa del eslabón último. Por tanto, el universo es causado por el eslabón anterior. Ahora bien, si este eslabón carece de causa, será la causa primera o causa incausada, con lo que obtendremos lo que buscamos. Mas, si tiene causa, no será el eslabón anterior, sino el medio, pues vendrá causado por un eslabón anterior, según la definición dada. Sin embargo, hemos concluido ser imposible que el eslabón medio sea causa del universo, ya que no es el eslabón anterior, y sólo éste es su causa. Así, dado que esta segunda alternativa entraña un absurdo, a saber, que el eslabón medio sea causa del eslabón medio y del último en lugar de serlo sólo del eslabón último, se impone la alternativa contemplada en primer lugar, es decir, que el eslabón anterior carezca de causa y sea la causa primera o causa incausada.



Richard Carrier ha logrado demostrar la universalidad del principio de razón suficiente. Y lo ha hecho de una forma más bien cómica, puesto que pretendía lo contrario.

En su intervención final en el debate sobre el argumento cosmológico Kalam, Carrier argumenta del siguiente modo:

La premisa 1 (P1) del argumento establece que todo lo que comienza a existir tiene causa.

Sin embargo, aunque esto sea así en nuestro universo, para que también lo sea en todos los universos posibles y deba considerarse siempre verdadero P1 deberá ser una verdad lógicamente necesaria.

No se ha probado que P1 sea una verdad lógicamente necesaria.

Por tanto, P1 es un hecho contingente y, como tal, un hecho causado. Es decir, no es siempre verdadero, sino sólo tras ser causado.

Ahora bien, la arrogancia de Carrier le impide ver lo obvio, a saber, que pretende refutar el principio de razón suficiente valiéndose de este mismo principio. Pues, si P1 es un hecho causado y comienza a existir, se verifica que, si P1 no fuera lógicamente necesario, también comenzaría a existir y también tendría causa. Luego, dado que Carrier no ha encontrado ninguna excepción al principio de razón suficiente en este universo y no ha hecho más que confirmarlo fuera de este universo mediante un inane experimento mental, no hay razón alguna para abandonar dicho principio o limitar su aplicabilidad.

Nada cambia si, en lugar de utilizar el término causado, se dice que el principio de razón suficiente está contingentemente fundamentado en otro principio. Ya que lo que se está impugnando es la fundamentación de lo contingente (a saber, de lo que empieza a existir), con independencia de que sea un cuerpo o un principio.


I.

Toda relación de causalidad exige al menos dos elementos, a saber, causa y efecto. Luego, donde no hay multiplicidad no se da causalidad.

Si algo existe por sí mismo, no es compuesto, ya que lo compuesto existe por sus partes.

Por tanto, si algo no es compuesto, no es múltiple y no puede mantener una relación de causalidad consigo mismo. Es decir, no será ni causa ni efecto de sí mismo.

Ahora bien, lo que existe por sí mismo no es compuesto. Por consiguiente, lo que existe por sí mismo no puede mantener una relación de causalidad consigo mismo.

II.

Supongamos que el universo es una sucesión infinita de causas y efectos. En ella o bien el agregado de todos los efectos tiene causa, o bien no la tiene.

Si el agregado de todos los efectos no tiene causa, no habrá una sucesión infinita de causas y efectos.

Si el agregado de todos los efectos tiene causa, dicha causa será causa y efecto de sí misma o no será un efecto. Lo primero es imposible, luego lo segundo. En consecuencia, será una causa incausada. Y si no todas las causas son causadas, no habrá una sucesión infinita de causas y efectos.

Dado que ambas posibilidades excluyen el supuesto de una sucesión infinita de causas y efectos, dicho supuesto debe reputarse falso.

viernes, 22 de marzo de 2024


Todo lo que existe lo hace por sí mismo o por otro.

Si algo existe por sí mismo, existe necesariamente, esto es, existe siempre y no empieza a existir.

Si algo existe por otro, existe contingentemente, esto es, no existe siempre y empieza a existir. O lo que es lo mismo: si algo empieza a existir, existe por otro, es decir, tiene una causa.

Este principio, conocido como el principio de razón suficiente, no es verdadero sólo en un universo causal, sino que lo es en todos los universos.

Si indagamos cuántos universos posibles hay según el orden causal que adopten, veremos que sólo podemos concebir dos clara y distintamente: o bien un universo donde la causa primera dé lugar a las causas segundas y éstas a los efectos segundos, como sucede en el nuestro, o bien un universo donde no haya causas segundas y todos los efectos dependan únicamente de la causa primera. Podemos llamar al primer modelo universo causal y al segundo universo milagroso. Pues bien, incluso en un universo milagroso sería verdad que todo lo que empieza a existir tiene una causa.

No es difícil concluir que no puede haber más universos. Así, no puede darse un universo en el que lo que empieza a existir se cause a sí mismo, ya que entrañaría una contradicción (existir por otro en tanto que no existe siempre y existir por sí en tanto es autocausado), ni tampoco un universo en el que lo que empieza a existir sea causado por la nada, toda vez que la nada, por su propia noción, nada puede.

Dicho en otros términos, el universo es causal o acausal.

- Si es acausal, es necesario que ninguno de sus acontecimientos empiece a existir, por lo que excluirá el cambio y será un universo inmutable donde el principio de razón suficiente no será ni afirmado ni negado, como sucede en el orden de las ideas eternas o en el mismo Dios. Esto no resta un ápice de validez al principio de razón suficiente, que mantiene su valor de verdad de la misma manera que la proposición todos los solteros no están casados es verdad aunque no exista ningún soltero.

- Si es causal, tendrá una sola causa o múltiples. Si una sola, será un universo milagroso en el que todo efecto pende de una única razón que es en sí misma inexplicable. Si múltiples, será un universo causal. No podemos suponer más universos, como no sea una mezcla de estos dos, a saber, un universo que a veces sea causal y a veces milagroso.

Por consiguiente, ya se trate de un universo en el que todo efecto se subordina a su causa, ya de otro en el que todo efecto se subordina exclusivamente a la causa primera, el principio de razón suficiente rige siempre.

lunes, 18 de marzo de 2024


Lo indivisible puede entenderse o bien como aquello cuyas partes no pueden separarse por algo distinto de sus partes, o bien como aquello que tiene una dureza infinita y no admite movimiento interno (i.e. el átomo). Spinoza lo entiende del primer modo. Pero esto no conlleva que la extensión sea indivisible en base a la segunda manera de entender este concepto. De hecho, debe admitirse lo contrario salvo que se quiera reducir el movimiento a una ilusión. En este sentido, es falso o terminológicamente engañoso que la extensión como atributo de la sustancia infinita sea indivisible. Puede afirmarse, desde la segunda acepción expuesta, que la extensión es divisible. Pues bien, si es divisible, tiene partes; si tiene partes y éstas son finitas, es finita; si es finita, no es atributo de la sustancia infinita. 

Si se objeta que la infinitud de la extensión es cualitativa y no cuantitativa, respondo que esto sólo significa que es indivisible según la primera acepción mostrada, y en este sentido no aumenta ni disminuye, pero no es una infinitud absoluta si la infinitud no alcanza a la cantidad; no es más que una infinitud de especie. No es, por tanto, admisible que una sustancia absolutamente infinita posea un atributo infinito sólo en cierto sentido. 

Si todo el universo se redujera a un garbanzo, tal podría ser también la sustancia de Spinoza y la plenitud del ser. Sería todopoderoso, porque ostentaría todo el poder que existe. Y no hay, ciertamente, razón alguna comprensible para nosotros por la que el universo deba ser más grande o más pequeño de lo que es, o más grande o más pequeño que un garbanzo. Así, este Deus sive natura sería también un Deus sive cicer. Pero concebir a Dios de esta manera es ridículo.