miércoles, 29 de noviembre de 2023


En el cristianismo es obligatorio hacer del prójimo tu igual (amarlo como a ti mismo), e incluso hacer del enemigo tu prójimo, mientras se pueda esperar de él la conversión, esto es, mientras viva. Dios perdona los pecados a quien ama (Lucas 7:47).

En el islam es obligatorio hacer de tu prójimo tu inferior o tu enemigo, mientras no se pueda esperar de él la conversión, esto es, mientras viva y no se someta. Dios perdona los pecados a quien combate (Corán 61:10-12).

Cuando en el Antiguo y en el Nuevo Testamento se habla de la misericordia de Dios se nos dice que es tardo para el castigo de los impíos, dándoles múltiples ocasiones de conversión. La venganza de Dios no llega hasta la muerte.

Cuando el Corán se refiere a Alá como misericordioso no alude a una misericordia universal, sino a aquella que merecerán los que le obedezcan, cuyo reverso es el castigo del que se harán merecedores quienes desobedezcan. La venganza de Dios llega en vida, arrojando a la muerte y al Fuego a los enemigos de la religión.

La caridad es hacer el bien a quien lo requiere, no a quien lo merece. En el islam la caridad sólo es para el creyente, que la ha ganado con su fe, por lo que es una caridad nominal, una suerte de contrato. Por otro lado, la tolerancia consiste en tolerar a quien lo merece. En el islam este merecimiento se obtiene mediante la sumisión, y en este sentido es probable que sea ad intra una religión más tolerante que el cristianismo, donde no se da al infiel la opción de someterse. Éste fue siempre un cuerpo extraño en la civilización cristiana, mientras que en el islam formó parte de su mismo cuerpo -acaso de su estómago o de sus pies, no de su cabeza. Sin embargo, el cristianismo es una religión más tolerante ad extra que el islam, pues aspira a persuadir y no a imponer. De ahí que entre cristianos la predicación sea un medio para ablandar los espíritus y predisponerlos a la conversión, y entre musulmanes devenga un instrumento para endurecerlos y prepararlos para la yihad.

La esencia del cristianismo es la caridad, y en este punto se opone por completo al islam. Por tanto, el cristianismo es esencialmente opuesto al islam, como la nieve al carbón.

lunes, 27 de noviembre de 2023

Los que corrompen en la tierra (III)


El término بَغَوْا (baghaw) suele traducirse como se han rebelado, han transgredido o han corrompido en la tierra, giros que en el islam equivalen a la opresión. Rebelarse es lo opuesto a someterse. Quien no se somete al islam oprime al musulmán piadoso y le da una justa causa para la guerra. Por ello la yihad es la obra más noble, la que mejor afianza la justicia y la que más agrada a Dios, como vemos en el libro 52 de Sahih Bukhari:

"Pregunté al Apóstol de Alá: '¡Oh Apóstol de Alá! ¿Cuál es la mejor obra?' Él respondió: 'Ofrecer las oraciones en sus primeros tiempos establecidos.' Pregunté: '¿Qué sigue en bondad?' Él respondió: 'Ser bueno y cumplir con tus padres.' Volví a preguntar: ¿Qué sigue en bondad?' Él respondió: 'Participar en la yihad por la causa de Alá.' No le pregunté más al Apóstol de Alá, y si le hubiera preguntado más, él me habría dicho más."

"Quien muere sin haber participado en una batalla, y ni siquiera se ha planteado seriamente en su corazón participar en ella, muere en una rama de hipocresía".

"Por Aquel en cuyas manos está mi alma, desearía ser martirizado en el camino de Alá, luego ser resucitado, y luego ser martirizado, y luego ser resucitado, y luego ser martirizado".

"Por Aquel en cuyas manos está mi alma, quien sea herido en el camino de Alá -y Alá sabe mejor quién realmente lucha en Su camino- será resucitado con su herida goteando sangre, el color será el de la sangre, pero su olor será el del almizcle". 
"El Mensajero de Alá dijo: Se me ha ordenado luchar contra las naciones hasta que digan: 'Nadie tiene derecho a ser adorado sino Alá'. Y a quien diga 'Nadie tiene derecho a ser adorado sino Alá' mantendré su vida y su propiedad a salvo, excepto que la ley islámica prevea lo contrario, y rendirá cuentas ante Alá".

"Sabe que el Paraíso está bajo las sombras de las espadas".

Y en el Corán (4:95):

"No son iguales los creyentes que, sin estar impedidos, permanecen pasivos y los que luchan en el camino de Alá con sus bienes y personas. Alá ha dado un grado de preferencia a los que luchan con sus bienes y personas sobre los pasivos. A ambos les ha prometido lo más hermoso, pero ha favorecido a los que luchan sobre los que se quedan pasivos con una enorme recompensa".

Hay que combatir al cristiano y al judío hasta que se sometan (9:29-33):

"Combatid contra aquéllos, de los que recibieron el Libro, que no crean en Alá ni en el Último Día, no hagan ilícito lo que Alá y Su mensajero han hecho ilícito y no sigan la verdadera práctica de Adoración, hasta que paguen la yizia con sumisión y aceptando estar por debajo.

Y dicen los judíos: 'Uzayr es el hijo de Alá'. Y dicen los cristianos: 'El Ungido es el hijo de Alá'. Eso es lo que dicen con sus bocas repitiendo las palabras de los que anteriormente cayeron en la incredulidad. ¡Que Alá los destruya! ¡Cómo falsean!

Han tomado a sus doctores y sacerdotes como señores en vez de Alá, igual que al Ungido, hijo de Maryam; cuando solamente se les ordenó que adoraran a un único dios. No hay dios sino Él. ¡Glorificado sea por encima de lo que Le asocian!

Quieren apagar con sus bocas la luz de Alá, pero Alá rechaza todo lo que no sea completar Su luz, aunque repugne a los incrédulos.

Él es Quien envió a Su Mensajero con la guía y con la práctica de Adoración verdadera para hacerla prevalecer sobre todas las demás formas de Adoración, aunque repugne a los incrédulos".

Incluso una vez sometidos el matarlos no hace al musulmán acreedor de la muerte (Sahih Bukhari 52:283):

"Pregunté a Alí: '¿Tienes conocimiento de alguna inspiración divina aparte de lo que está en el Libro de Alá?' Alí respondió: 'No, por Aquel que divide el grano de maíz y crea el alma. No creo que tengamos tal conocimiento, pero tenemos la capacidad de entendimiento que Alá puede otorgar a una persona para que pueda entender el Corán, y también tenemos lo que está escrito en este papel'. Pregunté: '¿Qué está escrito en este papel?' Él respondió: 'Las normas sobre la compensación por homicidio, la liberación de cautivos, y el juicio de que ningún musulmán debe morir por matar a un infiel'".

La violencia contra el infiel o la guerra de conquista no son un mandato en el Nuevo Testamento. Pueden defenderse por razones políticas, como se hizo contra el cátaro o contra el musulmán en España y en Tierra Santa, pero no representan un deber para el creyente. Por el contrario, Cristo ordena a los apóstoles que se separen de aquellos que no quieren recibirles, reservando su castigo a Dios (Marcos 6:11). La caridad con propios y extraños, la paciencia y la prohibición de hacer acepción de personas son centrales en el cristianismo, mientras que el islam perdona las fechorías contra su prójimo y promete una recompensa infinita a quien combate en la senda de Alá.

Mahoma advirtió muy seriamente contra la práctica del takfir (excomunión de un musulmán por otro), declarándola haram (prohibida), a no ser que fuera evidente la apostasía. Luego, si un musulmán no rechaza el monoteísmo, niega los cinco pilares del islam, idolatra o blasfema, no es lícito tenerlo por kafir (infiel). Por consiguiente, los musulmanes que rechacen la violencia contra el incrédulo tienen prohibido excomulgar a quienes la promueven y ejecutan. Unos y otros son musulmanes, todos forman la comunidad de creyentes y no se da entre ellos una verdadera división, pese a que desde fuera contribuyamos a la ilusión de proyectarla. No hay, pues, un islam violento y otro pacífico como nuestra imbecilidad quiere creer, sino que existe un solo islam donde todos sus miembros son solidarios.

sábado, 25 de noviembre de 2023

Los que corrompen en la tierra (II)


La descreencia y la insumisión a la ley de Mahoma son llamadas en el Corán corrupción de la tierra. Esta falta de fe no afecta sólo a los paganos y a los apóstatas o hipócritas, haciéndose extensiva asimismo a judíos y cristianos.

Los mimbres de la tolerancia son sumamente endebles en el islam. El llamado a respetar a la Gente del Libro se sustenta en este verso (2:62):

"Cierto que los que han creído, los que siguen el judaísmo, los cristianos y los sabeos, si creen en Alá y en el Último Día y actúan rectamente, tendrán su recompensa ante su Señor y no tendrán que temer ni se entristecerán".
 
El cual ha sido abrogado por este otro (3:85):

"Y quien desee otra forma de adoración que no sea el islam, no le será aceptada y en la Última Vida será de los perdedores".

Por otro lado, el de 2:62 no es un mandato incondicional, sino que depende de la apreciación del musulmán de que el cristiano "cree en Alá y actúa rectamente", es decir, no "asocia" a Dios con las Personas de la Trinidad, lo que dejaría a salvo sólo a ebionitas y arrianos. Lo confirma 5:59, que excluye de la senda recta a la mayor parte de los monoteístas no musulmanes:

"Di: ¡Gente del Libro! ¿Qué es lo que nos reprocháis? ¿Que creamos en Alá, en lo que se nos ha revelado y en lo que fue revelado anteriormente? La mayoría de vosotros estáis fuera del camino".

Los judíos son tan corruptores como los cristianos, ya que creen que la revelación de Dios terminó con ellos y por tanto rechazan la del Corán (5:64):

"Dicen los judios: La mano de Alá está cerrada. ¡Que se cierren las suyas y sean malditos por lo que dicen! Por el contrario Sus dos manos están abiertas, y gasta como quiere. Lo que tu Señor ha hecho que te descendiera, a muchos de ellos les aumentará en rebeldía e incredulidad. Hemos sembrado entre ellos la enemistad y la ira hasta el Día del Levantamiento. Cada vez que enciendan un fuego para la guerra, Alá lo apagará. Se afanan por corromper en la tierra, pero Alá no ama a los corruptores".

Acaso sólo unos pocos cristianos humildes, sumisos al islam, merecen ser respetados y pueden contarse entre los salvos (5:82):

"Y seguro que encontrarás que la gente con enemistad más fuerte hacia los que creen son los judíos y los que asocian; mientras que encontrarás que los que están más próximos en afecto a los que creen, son los que dicen: Somos cristianos. Eso es porque entre ellos hay sacerdotes y monjes y no son soberbios".

Si confiesan al dios de Mahoma tendrán un premio eterno (5:83-85):

"Cuando oyen lo que se le ha hecho descender al Mensajero, ves sus ojos inundados de lágrimas por la verdad que reconocen y dicen: ¡Señor nuestro! Creemos, escribe nuestros nombres con los que dan testimonio.

¿Por qué no íbamos a creer en Alá y en la verdad que nos ha llegado si ansiamos que nuestro Señor nos haga entrar en la compañía de los justos?
 
Alá los recompensará por lo que dicen con jardines por cuyo suelo corren los ríos, donde serán inmortales. Esa es la recompensa de los bienhechores".

Pero éstos son los menos. Por ello, dada su inclinación a corromper y a rebelarse, es obligatoria la enemistad con la Gente del Libro tanto como lo es respecto a los incrédulos o hipócritas (5:57):

"¡Vosotros que creéis! No toméis como amigos aliados a aquéllos de los que recibieron el Libro antes que vosotros y de los incrédulos que tomen vuestra Práctica de Adoración a burla y juego. Y temed a Alá, si sois creyentes".

Y de un modo aun más claro (5:51):

"¡Vosotros que creéis! No toméis por aliados a los judíos ni a los cristianos; unos son aliados de otros. Es cierto que Alá no guía a los injustos".
 
A los corruptores les espera un duro castigo en este mundo y en el venidero (5:33):

"El pago para los que hagan la guerra a Alá y a Su Mensajero y se dediquen a corromper en la tierra, será la muerte o la crucifixión o que se les corte la mano y el pie contrario o que se les expulse del país. Esto es para ellos una humillación en esta vida, pero en la Última tendrán un inmenso castigo".

Sin embargo, se les deja la opción de someterse antes de ser eliminados, mutilados o exiliados (5:34):

"Excepto los que se vuelvan atrás antes de que os hayáis apoderado de ellos. Sabed que Alá es Perdonador y Compasivo".

Pues la victoria y la dominación sólo pueden ser de los musulmanes (5:56):

"Y quien toma por aliado a Alá, a Su mensajero y a los que creen... Los del partido de Alá serán los vencedores".

Los musulmanes acusan a judíos y cristianos de falsear las Escrituras (Corán 3:71, 3:78) y de burlarse de la revelación coránica. Toda la religión de Mahoma sería superflua si no fuera más que una repetición del Antiguo Testamento y de la promesa de la vida eterna. Mahoma quiso ser el corrector definitivo de los monoteísmos que le precedieron, haciendo con ello a los musulmanes maestros de la Gente del Libro y, en última instancia, guardianes de su seguridad y señores de su vida.

lunes, 13 de noviembre de 2023

Los que corrompen en la tierra (I)


En Sahih Bukhari y Sahih Muslim, dos de las colecciones de hadices más respetadas en el Islam, se registra que Mahoma dijo durante una contienda: "No matéis a mujeres ni a niños" (Sahih Bukhari 3015, Sahih Muslim 1744). Ésta es una de las directrices más citadas que establece la prohibición del asesinato de mujeres y niños, aunque uno podría maliciarse que el motivo de no incluir a los hombres -aun cuando no combatan- es que eliminarlos resulta menos arduo y arriesgado que esclavizarlos. Los apologistas de la religión consideran de un modo un tanto acrítico que la prohibición de matar a civiles es un precepto intemporal, no un mandato válido sólo en determinado contexto histórico. Pero, como veremos a continuación, en el proteico corpus doctrinal del islam caben excepciones para casi todo, y a menudo éstas son tan amplias o más que las supuestas reglas.

Sahih Muslim 1812b:

"El Mensajero de Alá no solía matar a los niños, así que vosotros no deberías matarlos a menos que pudierais saber lo que Khadir sabía sobre el niño que mató, o pudierais distinguir entre un niño que crecerá para ser un creyente [y un niño que crecerá para ser un no creyente], de modo que mataras al [futuro] no creyente y dejaras al [futuro] creyente a un lado".
La justificación que da Khadir en el Corán para matar a un joven inocente es ésta (Corán 18:80):
"El muchacho tenía padres creyentes y temíamos que les obligara a la rebelión y a la incredulidad".
Luego lo que hizo al joven merecedor de la muerte fue el pronóstico de su rebelión e incredulidad. Y si es lícito matar a alguien por lo que hará previsiblemente en el futuro, lo es "a fortiori" matarlo por lo que con toda certeza hace en el presente. Es falso, pues, que la revelación profética a Khadir sea tan excepcional como algunos pretenden, pues si así fuera estaría de más asumir en la jurisprudencia que se repetirá más adelante ("a menos que pudierais saber lo que Khadir sabía sobre el niño que mató, o pudierais distinguir, etc."). Por consiguiente, asesinar a infieles, aun tratándose de niños, no está fuera del alcance del buen musulmán si puede anticiparse en ellos alguna suerte de transgresión o si la cometen efectivamente.

El Corán también establece (5:32):

"Por esto les decretamos a los hijos de Israel que quien matara a alguien, sin ser a cambio de otro o por haber corrompido en la tierra, sería como haber matado a la humanidad entera".
Este verso permite matar en venganza por otra muerte o por la corrupción de la tierra. Ésta, si bien puede interpretarse como una vulneración del orden natural, es asimilada por el Corán a la mera descreencia (2:6-12):

"Los que se niegan a creer, es igual que les adviertas o que no les adviertas, no creerán. Alá les ha sellado el corazón y el oído y en los ojos tienen un velo. Tendrán un inmenso castigo. Hay hombres que dicen: Creemos en Alá y en el Último Día, pero no son creyentes. Pretenden engañar a Alá y a los que creen, pero sólo se engañan a sí mismos sin darse cuenta. En sus corazones hay una enfermedad que Alá les acrecienta. Tendrán un doloroso castigo por lo que tacharon de mentira. Cuando se les dice: No corrompáis las cosas en la tierra, responden: 'Pero si sólo las hacemos mejores'. ¿Acaso no son los corruptores, aunque no se den cuenta?".
Con mucha más razón, pues, puede matarse a quienes, no satisfechos con mancillar la tierra musulmana con su incredulidad, desposeen a los fieles de ella (2:191):

"Matadlos donde quiera que los encontréis y expulsadlos de donde os hayan expulsado".
La acción de matar y expulsar, que es una orden divina para todo musulmán observante, recae sobre la población del enemigo, no sólo sobre los combatientes, pues la corrupción de la tierra no la causa quien combate contra el islam, sino quien se hace criminal según la Sharía o quien se niega a creer.

La misericordia es sólo para el que se somete (8:70-71):

"¡Profeta! Di a los prisioneros que tengáis en vuestras manos: Si Alá sabe de algún bien en vuestros corazones, os concederá también algún bien de aquello que se os quitó y os perdonará. Alá es Perdonador y Compasivo. Pero si quieren traicionarte...Ya traicionaron antes a Alá y te dio poder sobre ellos. Alá es Conocedor y Sabio".
Así pues, el derecho de vida y muerte que los musulmanes tienen contra el enemigo sólo se debilita si encuentran "algún bien en sus corazones".

Se establece asimismo el deber de que los musulmanes se ayuden entre sí en sus esfuerzos bélicos, salvo cuando medie un pacto con el infiel (8:72):

"Pero si os piden ayuda en defensa de la práctica de Adoración, entonces sí tenéis la obligación de ayudarles, a no ser que sea contra una gente con la que hayáis hecho algún pacto".
En ausencia de pacto, el creyente vuelve a tener un derecho prácticamente omnímodo a combatir al infiel que corrompe la tierra (8:73):

"Los que no creen son amigos aliados unos de otros. Si no lo hacéis habrá conflicto en la tierra y una gran corrupción".
También se dice (16:126):

"Y si castigáis, hacedlo en la misma medida en que fuisteis dañados, pero si tenéis paciencia, esto es mejor para los que la tienen".
Este precepto afianza el talión como medida de la justicia. Es decir, si os han matado, matad; si os han aterrorizado, aterrorizad. Tener paciencia, es decir, renunciar a la venganza, es recomendable pero no obligatorio. Esto confiere a todo musulmán el derecho a dañar a los enemigos de la religión de los que hayan sufrido algún agravio, mientras estos osen defenderse y no se sometan.

La guerra perpetua contra el infiel está preceptuada en múltiples pasajes del Corán. La sura 47, convenientemente titulada Mahoma, ordena aniquilar y secuestrar a los infieles, combatan o no, hasta obtener de ellos la rendición total ("Y cuando tengáis un encuentro con los que se niegan a creer, golpeadlos en la nuca; y una vez los hayáis dejado fuera de combate, apretad las ligaduras y luego, liberadlos con benevolencia o pedid un rescate. Así hasta que la guerra deponga sus cargas"). Promete perdonar crímenes y atropellos a los creyentes que obedezcan esta orden ("Él les ocultará sus malas acciones"), ofreciéndoles asimismo prosperidad en esta vida ("Los guiará y arreglará su estado") y beatitud en la futura ("Y les hará entrar en jardines que les ha dado a conocer"). En cambio, el hado de los incrédulos es la humillación ("los que se niegan a creer tendrán desprecio") y el exterminio ("¿Es que no han ido por la tierra viendo cómo acabaron los que hubo antes que ellos? Alá los exterminó. Los incrédulos tendrán algo similar"). 

Los musulmanes son los señores de la tierra y los herederos del cielo, mientras quienes contradicen su fe suponen un obstáculo al plan de Alá y deben ser eliminados. El contraste entre ambos destinos -prosperidad y muerte, salvación y exterminio- es tan agudo que proceden en direcciones opuestas: cuanto más hostiga el creyente al infiel, más cerca está de ser feliz y salvo; pero cuanto más medra el infiel y menos se le combate, más se invalidan las promesas divinas a los musulmanes, al haber incumplido éstos su parte del pacto.

sábado, 11 de noviembre de 2023


Todo lo que está en movimiento, si es único, está en contradicción: está y no está en el mismo lugar, ha recorrido cierta distancia y no la ha recorrido, está vivo y está muerto; lo que es absurdo. Para resolver la contradicción el sujeto del movimiento debe ser múltiple y aunar lo móvil y lo inmóvil, a saber, la materia y la forma.

Sin embargo, el universo no puede ser múltiple, ya que por definición es único e incircunscriptible. Lo único, pues, o es siempre inmóvil, o está siempre en contradicción, o en unas ocasiones permanece inmóvil y en otras está en contradicción. Si la contradicción debe excluirse siempre de todo razonamiento, sólo la primera opción es admisible y ha de afirmarse la inmovilidad perpetua de todo lo existente.

Ahora bien, no podemos conceder que el mundo sea inmóvil pese a las apariencias, ya que de su inmovilidad se seguiría su necesidad, y de ésta, tratándose de un cuerpo extenso, la necesidad de todas sus partes. Pero si todas sus partes son necesarias, ello conlleva que no se necesitan entre sí y que su unión en el universo no es necesaria, lo que va contra la premisa.

Si el universo no es inmóvil, es móvil. Y si es único y no puede estar en contradicción, sólo puede moverse mediante su destrucción y creación continuas. Nada puede crearse o destruirse a sí mismo. De la creación continua del universo en infinitos instantes durante un tiempo infinito se sigue la existencia de un ser inmaterial de infinito poder.

viernes, 10 de noviembre de 2023


Llamo destrucción a la ausencia total de identidad entre dos estados. Así, si un destacamento de diez soldados recibe una misión y alguno de ellos regresa a la base, es correcto decir que el destacamento ha sobrevivido, pues lo ha hecho en parte. Pero si no regresa ningún soldado, estamos obligados a decir que el destacamento ha sido destruido. Análogamente, si todas las partes de un estado son distintas de las partes de otro estado, se deberá decir que ninguna de las partes del primer estado ha regresado al segundo, siendo verdadera la afirmación de que el primer estado ha sido destruido.

He argumentado que el hecho de que se dé una trabazón causal entre los distintos estados no implica que no se destruyan continuamente, ya que la causalidad es una relación ideal, no una realidad física que -como el soldado que sobrevive- permanezca idéntica en ambos estados y permita evitar la consecuencia de la destrucción. Por el mismo motivo, el que se dé una conservación de la cantidad de energía en la transición de un estado a otro no conlleva negar la destrucción del primer estado, pues la cantidad es también una relación ideal que expresa mayoría, minoría o igualdad, no una realidad física que permanezca idéntica en ambos estados.

Toda definición alternativa de destrucción que se proponga podrá ser fácilmente cuestionada. Yo la he definido como la ausencia total de identidad entre dos estados, es decir, como la imposibilidad de considerar cualquiera de las partes de un estado como idéntica a cualquiera de las partes de otro estado. Si niegas que esto sea destrucción, ¿a qué llamaremos destrucción? ¿Acaso no decimos que algo es destruido cuando desaparece y es sustituido por su opuesto, como el soldado vivo por el soldado muerto? ¿Y acaso no es lo no-idéntico lo opuesto a lo idéntico?

Estamos filosofando, de modo que debes prescindir cabalmente de los conceptos convencionales. Debe darnos igual lo que piensa el vulgo o cómo habla. Enfréntate a la verdad a solas. ¿Es no-A lo opuesto a A? Sí. Luego, ¿es lo no-idéntico lo opuesto a lo idéntico? Sin duda. Por tanto, ¿es legítimo hablar de destrucción si algo es completamente sustituido por su opuesto, como el soldado vivo por el soldado muerto? No sólo es legítimo, sino que es necesario. Por consiguiente, dice la verdad el que, con Heráclito, afirma que todo lo que cambia continuamente y por completo padece una destrucción constante y no tiene nunca el ser en sí.

miércoles, 8 de noviembre de 2023


Es el río de Heráclito: todo fluye. Creo que la carga de la prueba no es de quien sostiene esta tesis, que resulta evidente a los sentidos y acorde con la experiencia científica. Corresponde más bien al que afirma lo contrario, es decir, que existe algo que no es Dios y que es absolutamente inmóvil.

Lo que mi argumento asevera es que no sólo las partes del universo cambian sin cesar, sino el mismo universo, ya que a diferencia de la rueda que gira sin desplazarse de su eje (es decir, que en parte cambia y en parte no cambia), todo el universo muda cuando aumenta su duración, que es tanto como decir que no hay ningún extremo del mismo que no experimente cambio con el transcurso del tiempo. Frente a ello caben dos objeciones:

1) Que el universo no se destruye verdaderamente al envejecer, puesto que se da una trabazón entre todas sus partes presentes y futuras. Respondo a esto que el vínculo entre el estado anterior y el estado posterior es la causalidad, pero ésta no es una parte del universo a la que podamos llamar inmóvil, sino una relación intelectual. Por tanto, es innegable que el universo se destruye verdaderamente a cada instante.

2) Que el cambio en el universo es una ilusión de nuestra percepción finita, ya que si se lo concibe sub specie aeterni nada cambia en él. Sin embargo, combato esta forma de redargüir alegando que lo que es infinito en potencia, como el universo, no puede concebirse como algo terminado. Si el universo no tuviera comienzo y fuera infinito en acto, como querían Proclo y Spinoza, sería un ser necesario y no podría dejar de existir. Ahora bien, he mostrado que deja de existir continuamente. Luego no es un ser necesario y, por ello, tiene comienzo y es infinito en potencia.

lunes, 6 de noviembre de 2023

El Argumento de la Destrucción Universal


Primer silogismo 

1.1. Lo que deja de ser no es necesario. 

1.2. Lo que no es necesario no existe siempre.

1.3. Lo que no existe siempre, si existe, tiene comienzo.

1.4. Lo que cambia completamente deja de ser.

1.5. El universo, estando en sucesión temporal, cambia completamente.

1.6. Por tanto, el universo deja de ser.

1.7. Por tanto, el universo no es necesario.

1.8. Por tanto, el universo tiene comienzo.

Segundo silogismo 

2.1. Nada infinito en potencia puede ser máximo.

2.2. El universo es infinito en potencia, puesto que, teniendo comienzo (Por 1.8.), aumenta sin fin su duración sin que llegue a ser nunca infinita en acto. 

2.3. Por tanto, el universo no puede ser máximo.

Tercer silogismo 

3.1. Nada es mayor a sí mismo o distinto a sí mismo. 

3.2. Si el único existente aumenta o es de otro modo, será mayor a sí mismo o distinto a sí mismo. 

3.3. Por tanto, el único existente no puede aumentar ni ser de otro modo. 

3.4. Por tanto, el único existente es el máximo actual y el máximo posible. 

Cuarto silogismo 

4.1. Si el universo es el único existente, es el máximo actual y el máximo posible (Por 3.4). 

4.2. El universo, siendo infinito en potencia, aumenta en duración y carece de máximo (Por 2.3).

4.3. Por tanto, el universo no es el máximo posible. 

4.4. Por tanto, el universo no es el único existente.

Demostración de 3.2.:

El cambio sólo es concebible desde la multiplicidad: A cambia y B permanece como referencia del estado anterior, ya que si todo cambia se genera una nueva realidad y nada cambia en la realidad preexistente, que es simplemente aniquilada. Luego sin multiplicidad no puede darse cambio que no implique contradicción, esto es, A y no-A.

Las partes del universo pueden cambiar, al ser múltiples; no así el universo mismo, al ser único. Imagina una rueda girando: sus partes cambian de posición, pero la rueda se mantiene en su eje, lo que determina la identidad del movimiento circular. Ahora bien, si el universo aumenta en duración, todo el universo cambia, no sólo algunas de sus partes. Como si la rueda saliera de su eje y, con ello, quebrara la circularidad del movimiento.

Para que un ente cambie sin destruirse, algo en él debe permanecer idéntico a sí mismo mientras todo lo demás cambia. No obstante, si algo aumenta en duración, nada en él permanece idéntico, pues aumentan en duración todas sus partes. De ahí se sigue que el universo carece de individualidad en el tiempo y que no es el máximo posible, toda vez que un instante más tarde siempre hay otro universo mayor que él. Esto hace que ninguno de los universos pasados, presentes o futuros sea el único existente.

Si se pretendiera que un universo en constante aumento es siempre el mismo en cualquiera de sus estados temporales por tener éstos ciertas propiedades comunes, se estarían confundiendo indebidamente las nociones de identidad y semejanza. Las propiedades comunes no determinan la identidad. Dos individuos pueden compartir propiedades (ser hombres o ser blancos) y ser distintos el uno del otro. La identidad viene determinada por la ausencia de cambio en al menos una de las partes del individuo. Luego, si todas sus partes cambian, el individuo queda destruido o no es el mismo individuo.

Por consiguiente, si el universo no es idéntico a sí mismo, sino una sucesión infinita de universos de duración creciente, entonces ningún universo en dicha sucesión es el máximo posible, puesto que el posterior será mayor que el anterior, sin que se dé nunca un último universo. Es por ello que un universo infinito en potencia no puede concebirse como algo terminado, sub specie aeterni, mal que le pese a Spinoza.

sábado, 4 de noviembre de 2023


"Matadlos dondequiera que los encontréis y expulsadlos de donde os hayan expulsado. Tentar es más grave que matar" (2:191).
 
Éste es a mi juicio el dictum coránico que mejor sintetiza la esencia de la yihad. El que mata sólo destruye el cuerpo, mientras que el que tienta puede acabar con el espíritu. Por tanto, quien tienta es más perseguidor que quien mata. Luego, por justicia retributiva y justicia divina, debe perseguirse a los tentadores o perseguidores en espíritu. De ahí que se diga:
 
"Si dan con vosotros, son para vosotros enemigos y os maltratan de obra y de palabra. Querrían que no creyerais" (60:2).
 
Y asimismo:
 
"Así que, si combaten contra vosotros, matadles: ésa es la retribución de los infieles" (2:191).
 
El texto asume que, si son infieles, combatirán contra los musulmanes, porque el mero hecho de no ser musulmán ya supone tentar, perseguir y presentar combate espiritual. Por consiguiente, todo infiel está en guerra con el islam por el mero hecho de serlo, dando al islam el derecho perpetuo de agresión contra el incrédulo por la ofensa que constituye su existencia.
 
El Corán dice a los que rechazan su revelación:
 
"Sabed que no podréis escapar de Alá y que Alá llenará de vergüenza a los infieles" (9:2).
 
Al mismo tiempo, da a los que se adhieren a ella el mandato de mantener siempre la enemistad con quienes no creen:
 
"¿O es que habéis creído que se os iba a dejar en paz y que Alá aún no conoce a quienes de vosotros han combatido sin trabar amistad con nadie, fuera de Alá, de Su Enviado y de los creyentes?" (9:16).
 
Y también:
 
"¡No toméis como amigos a los enemigos Míos y vuestros, dándoles muestras de afecto, siendo así que no creen en la Verdad venida a vosotros!" (60:1).
 
La consecuencia es necesaria, pues si los infieles no tienen derecho a serlo y ha de haber enemistad entre ellos y los musulmanes, este combate sólo puede terminar o con la muerte del que tienta o con la sumisión (islam) que da la paz (salam):
 
"¡Ha aparecido entre nosotros y vosotros hostilidad y odio para siempre mientras no creáis en Alá solo!" (60:4).
 
"Luchad contra ellos hasta que no haya más oposición y la adoración debida sea sólo para Alá" (2:193).
 
En otra parte leemos:
 
"Alá no os prohíbe que seáis buenos y equitativos con quienes no han combatido contra vosotros por causa de la religión, ni os han expulsado de vuestros hogares" (60:8).
 
No os lo prohíbe, pero tampoco os obliga a ello, por lo que sois libres de obrar en un sentido u otro, y en cualquier caso se os deben someter. Además, ¿quién no ha combatido contra el islam, si desde su surgimiento el islam ha hostigado a todos? Se trata pues de un verso vacuo que no incluye ningún mandato y más bien induce a lo contrario de lo que parece preceptuar.

Mienten quienes sostienen que estos versículos deben interpretarse en su contexto histórico. El Corán no es una crónica ni un recuento de hazañas militares. Es un texto sagrado escrito desde la eternidad de Dios para que sea la ley de los creyentes de todos los tiempos.

jueves, 2 de noviembre de 2023

El vestido manchado




William Lane Craig llamó a la crucifixión de Jesucristo "el talón de Aquiles del Corán", esto es, su flanco más débil. El argumento, desarrollado, procede del siguiente modo:

La crucifixión es un hecho establecido casi unánimemente por los historiadores de todos los tiempos. Sin embargo, es negado por el Corán de un modo tajante e inequívoco (4:157):

Y por haber dicho: Nosotros matamos al Ungido, hijo de Maryam, mensajero de Alá. Pero, aunque así lo creyeron, no lo mataron ni lo crucificaron. Y los que discrepan sobre él, tienen dudas y no tienen ningún conocimiento de lo que pasó, sólo siguen conjeturas. Pues con toda certeza que no lo mataron.

Esta afirmación coránica es interpretada por los musulmanes en un sentido literal, no anagógico. 

Que el Corán no puede errar si procede de Dios lo determina el propio texto sagrado (4:82):

¿Es que no han reparado en el Corán? Si procediera de otro que Alá, hallarían en él muchas contradicciones.

De ello se sigue que una falsedad indiscutible y suficientemente significativa debería llevarnos a concluir que el Corán carece de inspiración divina, máxime si se considera que fue dictado por un solo hombre, de cuya autoridad profética depende la divinidad del Corán.

Dicho en forma de silogismo:

1. Si el Corán fuera una revelación perfecta y completa no podría errar en una aseveración central para la fe de los musulmanes.

2. La negación de la crucifixión de Cristo es central para la fe de los musulmanes, en tanto rechaza un dogma cristiano y establece con ello un muro infranqueable entre ambas religiones.

3. El Corán yerra negando la crucifixión de Cristo.

4. Por tanto, el Corán carece de inspiración divina en lo que respecta a la crucifixión de Cristo.

5. Por tanto, el Corán no es una revelación perfecta y completa. 

6. Por tanto, si la revelación imperfecta en la que se contiene la falsedad procedió de Mahoma, Mahoma habló como hombre no inspirado y no debe ser tenido por el sello de los profetas.

Esto es así aunque el Corán incorpore abundantes verdades históricas y teológicas. Semejantemente, un vestido manchado es aquel en el que se muestra una mancha suficientemente visible. Así se trate de una prenda sumamente bella y de exquisita factura, una sola mancha basta para que sea una prenda inservible, pues estamos juzgando su limpieza y no otra cosa.