lunes, 10 de marzo de 2014

Dolere aude


El dolor es moralmente más revelador que el placer. Nos muestra nuestros límites, mientras que el placer los desdibuja. La Cristiandad, tal vez, contempla el placer y el dolor desde esta perspectiva gnóstica, como vías de error y de conocimiento respectivamente.

Son, por lo demás, accidentes de la acción moral. No tocan su sustancia, que es el fin moral en sí mismo; por lo que, si algo es bueno, lo es aunque entrañe dolor, y si malo, lo es aunque conlleve placer.

Puesto que ambos carecen de límites, no son deseables por sí mismos, porque nadie puede representarse ni desear lo ilimitado. El placer nos recuerda que algo distinto al placer debe desearse; el dolor, que algo diferente al dolor debe evitarse.

Una ética basada en la búsqueda del placer y en el rechazo del dolor es forzosamente errónea.
 

sábado, 8 de marzo de 2014

Dictum


Que toda la verdad, toda la realidad, toda la bondad y toda la belleza se concentran en un solo punto: tal es Dios en pocas palabras.

No hay nada que pueda basarse en el ateísmo: ninguna verdad, ningún principio moral o estético. Como no pueden ser la raíz de nada, los ateos presumen de ser el fruto de todo: de la ciencia, de la historia, de la ética. No ven que lo que no está en la raíz tampoco puede estar en el fruto.